—¡Kevin! ¡Parece que tuvo fin de semana largo, el señorito!
El grito de Ximena, la jefa de enfermería, me devolvió a la realidad, aquel día estuve bastante perdido, la noche anterior iniciaron las pesadillas. Fijé los ojos en ella que me recordaba a la cosa de Monster Inc., esa que siempre regañaba al enano verde, incluso tenía la enorme verruga en su barbilla y ese nasal tono de voz.
Pese a todo, le regresé una sonrisa galante, repleta con todo mi encanto a esa vieja que siempre tenía un motivo para pelearme. Quizás cuánto tiempo llevaba sin un buen revolcón y por eso vivía así, amargada.
—Hola, guapa —le dije coqueto, mientras me acercaba a su puesto, aunque ni borracho sería yo quien le diera cinco minutos en el paraíso—. Pasé una larga noche soñando contigo y ya no quería levantarme.
Firmé la entrada con la boca apretada para no reventar en una fuerte risa mientras escuchaba su airada respiración, la imaginé como una bestia salvaje, a punto de atacarme. Aunque no la miraba, estaba seguro de que sus fosas nasales se movían; de hecho, si ponía algo de atención, vería el ardiente vapor emanar con rabia desde su garganta.
—¡Déjate de palabrerías y vete a hacer tu trabajo! ¡Otra falta injustificada y ya no vuelvas, Kevin!
Le regresé un coqueto guiño y antes de dirigirme a los casilleros para guardar mis cosas, volví a girarme y llamarla, su furioso gesto casi me mata de risa, pero solo le soplé un beso que me hizo merecedor de una serie de gritos e improperios.
—Acabarás por matarla, Kevin.
Reconocí la voz del guapo doctor pelirrojo tras de mí y le devolví una sonrisa galante. Harry fue el primer "amigo" que hice, el año anterior, en cuanto comencé a trabajar y pues estaba más caliente que el sol, también cogimos un buen de veces antes, aunque últimamente llevábamos una relación más amical; le bajó dos rayitas a la intensidad desde el día en que quien fue su pareja, por años, nos encontró en un revolcón.
En retrospectiva, suena horrible y podría decir que sentí una mínima cuota de culpa por esa relación rota, pero como le dije a Pepe cuando regresé, la mañana del día anterior: "yo no obligo a nadie".
Eso me hizo pensar en Omar: «Kevin, hazlo tú», su súplica nerviosa que desató fuego y volvía a mí en el peor momento porque noté la mirada de Harry fija en mis ojos con curiosidad.
—Buen fin de semana, ¿cierto? —habló con ironía.
Una sonrisa pícara fue la respuesta y me apresuré a guardar mis cosas.
—Apropósito, Kevin, temprano vino a buscarte alguien.
«En ese momento, Cell, sintió el verdadero terror».
No, ya, en serio, sí, me aterré; nadie iba a buscarme allí, solo Ricky y eso, si era de vida o muerte. Observé a Harry con ojos muy abiertos y tragué saliva a la espera de algo más, sentí el tiempo ralentizarse.
—¿Acaso es mi amigo?
Harry negó con la cabeza y arrugó el rostro.
—Claro que no, nunca antes lo vi, usaba traje oscuro, se veía bastante serio, como de tu estatura, moreno y con un rostro imperturbable.
La taquicardia apareció y un escalofrío me recorrió al pensar en él, «R me encontró, volvió a buscarme, pero...».
—Es imposible —expresé en un tono nervioso que de inmediato preocupó a Harry. Me maldije, tampoco quise dejarle ver cuánto me afectaba tal situación.
—Kevin, siéntate, ven, ¿qué ocurre? ¿Es alguien peligroso? Podemos llamar a la policía...
—¡Ni se te ocurra! —sentencié en alto, estaba nervioso, sí, pero de igual modo hablé con firmeza. Harry ladeó la cabeza, un poco confundido por mi actitud— Lo siento, estaré bien, ¿sí?, solo necesito pensar.
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Un Sugar boy enamorado
RomanceOmar, un viudo de cincuenta y tres años que ha vivido en el closet toda su vida; conocerá a Kevin en una app, un estudiante de enfermería con un oscuro y peligroso secreto. Juntos se embarcarán en una intensa relación; no obstante, las sombras del p...