𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓽𝓻𝓮𝓬𝓮

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—En que piensas—Harry miró a su novia

—En formas para salvar a tío Regulus—Cassi llevaba un gran rato pensando en eso, necesitaba ayudarlo, pero para eso el se tenía que dejar ayudar, y esa era la parte complicada

—Seguro lo resolverás, eres muy inteligente y siempre tienes las respuestas para todo—Harry abrazó a su novia por los hombros y le dió un casto beso en la frente.

—Si, soy genial—la castaña rió

Harry tomó el libro mientras reía y comenzó a leer.

Nicolás Flamel

Dumbledore había convencido a Harry de que no buscara otra vez el espejo de Oesed, y durante el resto de las vacaciones de Navidad la capa invisible permaneció doblada en el fondo de su baúl.

—No te preocupes, cuando cambiemos las cosas y sobrevivamos te enseñaré a hacer tantas bromas, vas a necesitar la capa para escapar de ellas—James sonaba emocionado ante la idea.

Lily suspiró resignada. Euphemia le dió unas palmadas en la espalda mientras le deseaba suerte.

Harry deseaba poder olvidar lo que había visto en el espejo, pero no pudo. Comenzó a tener pesadillas. Una y otra vez, soñaba que sus padres desaparecían en un rayo de luz verde, mientras una voz aguda se reía.

Harry tenía unas ganas enormes de irse a refugiar a los brazos de sus papás, pero también quería quedarse a lado de su novia, la persona que podía calmarlo con sus abrazos. Al final decidió que se quedará unos minutos más con ella y luego cuando acabara de leer iría con sus padres.

—¿Te das cuenta? Dumbledore tenía razón. Ese espejo te puede volver loco —dijo Ron, cuando Harry le contó sus sueños. Hermione, que volvió el día anterior al comienzo de las clases, consideró las cosas de otra manera. Estaba dividida entre el horror de la idea de Harry vagando por el colegio tres noches seguidas («¡Si Filch te hubiera atrapado!»).

Sin embargo Cassi había dado una opinión diferente. Se había mostrado más comprensible ante lo narrado por Harry («Yo creo que estando en su lugar hubiera hecho lo mismo. Digo si esa fuera la única forma de ver a alguno de mis padres»)

Muchos no notaron lo que ella había intentado decir, sin embargo Sirius los supo. Quería hacer pagar a Peter por haberlo alejado a su pequeña hija, Remus se había quedado solo con una niña que mantener. Por muchos años el mismo se culpó de algo que no había hecho, soñaba con el cuerpo sin vida de su mejor amigo, soñaba con las voces de todos insultandolo, culpandolo. No había día que no se reclamara el haber cambiado el guardia, los "tal vez" o "que hubiera pasado si..." Se adueñaron de el. Gritaba miles de disculpas a la luna, con la esperanza de que su amado las escuchara.

El primero de junio se volvió una fecha dolorosa para el, en vez de una llena de alegría, todos esos cumpleaños de su hija que el se perdió. Esos días el lloraba, lloraba porque cada vez su hija crecía más, y el no estaba ahí para ella.

Ya casi habían abandonado la esperanza de descubrir a Flamel en un libro de la biblioteca, aunque Harry estaba seguro de haber leído el nombre en algún lado. Cuando empezaron las clases, volvieron a buscar en los libros durante diez minutos durante los recreos. Harry tenía menos tiempo que ellos, porque los entrenamientos de quidditch habían comenzado también. Wood los hacia trabajar más duramente que nunca.

—Me recuerda a James y sus entrenamientos a las cinco de la mañana—dijo la versión pasada de Sirius

—¡Era eso o perder la copa!—exclamó Potter—Y luego para que vean que no soy malo, cambié los entrenamientos a las seis

𝐇𝐀𝐑𝐑𝐘 𝐏𝐎𝐓𝐓𝐄𝐑 𝐘 𝐄𝐋 𝐕𝐈𝐀𝐉𝐄 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎 (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora