Susan Killer.
Pasaron dos semanas, dos semanas en las que mamá Agnes y papá Marley ya estaban en casa. Todavía les faltaba organizar unos papeles de sus nuevos trabajos, a excepción de papá Anegan, quien ya tenía sus papeles registrados como FBI de Rumania.
Pero dejando de lado a mis padres y sus planificaciones de trabajo, yo estaba nerviosa porque nadie mencionaba nada de la escuela, y yo necesitaba salir, necesitaba mirar a los malos. Aunque fuera bastante antisocial, siempre me había gustado mirar algunas escenas estúpidas en la escuela, como por ejemplo: esos chicos que creían que el amor existía y por eso se peleaban con otros por chicas; entre otras cosas más.
La casa no estaba para nada mal, ya con nuestras cosas y algunos cambios en la pintura, cuadros, cortinas y las alfombras, tenía otra imagen hogareña. Y para más a mi favor, en la noche hacía bastante frío, y digo favor porque yo detestaba el calor.
Esperaba que Beliu no fuese tan malo después de todo.
La noche había caído rápido, por lo que todos estábamos cenando en la mesa, sin Miles por supuesto. Él nunca cenaba con nosotros después de que tuvo su nuevo hogar en el sótano.
—Es terrible la policía de Arad —seguía contándole papá Anegan a papá Marley.
Yo no estaba pendiente de ellos sino de Melodine, porque notaba como le hacía disimuladamente muecas feas a Kiler. Y no iba a juego, yo sabía que Melodine no la soportaba.
Melodine era la más manipuladora y mentirosa entre nosotros. No se notaba, porque sí, siempre actuaba con esos buenos modales que mis padres le enseñaron y también porque era hermosa.
Claro, no había uno feo entre la familia, pero por dentro estábamos enfermos.
Melodine siempre le había tenido rabia a Kiler, tanto que ni siquiera le gustaba mirarla. Aun no entendía por qué, si todo lo dulce lo tenía Kiler, además, era una niña que no le hacía mal a nadie.
Kiler era esa a la que mirabas al levantarte y empezabas con el pie derecho. Pues Melodine no parecía sentir eso, y era la única de nosotros que sentía rabia y odio hacia su propia familia.
Ella era más social que yo, también más sanguinaria y vengativa. Su forma de matar siempre había sido envenenando, y cuando algo no le salía como quería, recorría a lo mismo que yo para sentirse mejor: amputarse la piel.
—¿Cuándo Miles cenará con nosotros? —inquirió Kiler, llamado la atención de mis cuatro padres—. Han pasado muchísimos días.
—Lo hará —le respondió mamá Agnés, con su carácter pulido y serio.
Casi todos volteamos a verla, asombrados, a excepción de Melley porque a él nada nunca le sorprendía.
—El lunes los remitiremos a la escuela.
Y entonces todos sonreímos abiertamente, pero sin hacer sonido debido al problema de Melley y de Odile. En resumen, no éramos una familia que debía hacer ruido para reírse.
—Todos —recalcó papá Anegan.
Él era como el jefe de familia, su palabra siempre valía por sobre la de los demás.
—¿Incluso yo? —preguntó Kiler—. ¿Iré a la escuela?
Mamá Carzy asintió, sonriéndole con dulzura.
—Ya era hora, porque necesito aire libre —empezó Melodine, quien no había salido mucho de su dormitorio desde que nos mudamos.
—¿Entonces Miles saldrá? —inquirió Odile, como si esa conversación él ya la hubiese tenido con mis padres.
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Misterios Familiares©
FantasyPortada hecha por: alexcfr de la Editorial Submarino. Eh, cuidado, no te enamores del hijo de ese sicario tan buscado, de ese monstruo que nadie quiere despertar. Kiler comete ese error, siendo tan solo una adolescente inexperta. ¿Cuatro años no es...