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Y ahí estaba de nuevo, sentado en el suelo con sus manos en la cabeza y meciéndose hacia adelante y hacia atrás, como si algo lo atormentara. Siempre actuaba así cuando malos recuerdos le llegaban a la cabeza.

Recuerdos de cosas horribles que había hecho en el pasado.

Melley.

—El sedante no le sirvió de nada —mencionó mamá Agnés; refiriéndose a él, después de haberle ordenado a Miles que se callara.

Hubo silencio durante un rato, no era incómodo pero se sentía el suspenso en el aire. No había duda de que los que estábamos presentes, esperábamos impacientemente a que papá Anegan llegara a la cocina para que nos diera la noticia que sabía que estábamos esperando. Y no se tardó.

—Hay varios asesinos en el pueblo —comentó, al darse cuenta que Kiler no estaba presente.

—Temo que salgan —nos espetó mi mamá.

—Estaremos bien —le aseguré.

Tenía que tratar de tranquilizarla porque no quería que nos volvieran a negar seguir yendo a la escuela.

—No lo digo por ustedes, Susan, lo digo por el asesino.

Sonreí siniestramente, porque era cierto. Habían intentado eliminarnos más de dos veces y no habían logrado hacerlo. Supongo que sí, la preocupación no éramos nosotros sino que el asesino se muriera. Le daba menos de un día a Odile para que lo encontrara él solo y lo asesinara, pero viéndole el rostro, no parecía interesado.

Él prefería cosas más grandes y difíciles, y ese asesino suelto no era su prioridad.

—No sé qué hacer con Kiler —le mencionó papá Marley a papá Anegan, pareciendo preocupado.

—Solo dale tiempo.

—¿Tiempo? Poco a poco esa niña aprenderá cosas malas.

—Y sabrá de lo que está lleno este asqueroso mundo —recalcó Miles.

—Para eso estamos nosotros —nos recordó papá Anegan.

—No —repliqué. Me daba igual lo que papá Marley me hubiese dicho con la mirada. Ellos tenían que saberlo—. Kiler me dijo que no le gustaba que sedaran a Melley si él no lo quería y me preguntó por qué ponen inyecciones en la comida de Miles.

—A mí, qué es un asesinato —añadió Odile.

—Y de dónde viene la carne —agregó Miles.

—Incluso me apretó los pechos delante de Arcadio, creyendo que me saldría leche como a las vacas.

A la mayoría le causó risa, menos a Melley; ese seguía en Plutón. Mamá Carzy se extendió en carcajadas y mamá Agnés meneó la cabeza negativamente.

—No le respondan nada cuando siga preguntando —nos ordenó papá Anegan. Su voz había sonado con una verdadera exigencia y autoridad, por lo que paramos las risas y seguimos en silencio.

Pasó un rato donde seguramente, al igual que yo, todos pensaban en Kiler y que no importaba qué tantas dudas pudiera tener, nosotros teníamos que seguir ocultándole todo y evadiéndole las preguntas fuera de lugar.

Kiler había salido de mi habitación y no fue para cenar sino para irse a la suya. Miles soltó una odiosa risita cuando notó que ella solo nos dio la espalda y se largó como si nosotros no existiéramos ni fuéramos nada para ella.

Nadie se atrevió a decirle algo, así que después de cenar, volvimos a nuestras habitaciones para descansar.

Había amanecido rápido, y no importaba el hecho de que toda mi vida me había levantado con ayuda de la alarma, yo siempre que la oía en la mañana desde que murió Ósvian, me levantaba exaltada. Cada madrugada tenía el mismo sueño. Nunca se iba.

Misterios Familiares©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora