Después de haberme despojado del uniforme, tomé una ducha y me dispuse a descansar un rato. Había dormido demasiado, de manera fácil cerré los ojos, pero de manera difícil, los abrí. No quería ver a nadie, no aún, así que cuando bajé, caminé por el siguiente pasillo de la casa para mirar a través de la panorámica que armaba un cubículo y dividía esa parte de la casa con la otra mitad.
Me senté en el suelo, buscando tener una mejor visión para curiosear qué era lo que había del otro lado. Sabía que mis padres guardaban cajas fuertes con dinero y también ataúdes, así como ocultaban otras cosas más, y esas otras “cosas”, no eran buenas, porque si fuera lo contrario, no dejarían todo bajo llave.
A veces quería preguntar qué tanto había entre esas; si no tenía mala visión, cuatro puertas, pero sabía que sería en vano porque solo me responderían con mentiras.
No sabía que mamá Carzy y papá Marley no estaban en casa, de eso me enteré cuando sonó el timbre y sus voces saludaron a todos. Por lo que escuchaba, todos estaban en la cocina, aunque no era posible saber si Melley estaba ahí o no, al menos, no porque lo escuchara hablando.
No reaccioné a las llegadas, y aunque escuché cuchicheos y luego unos pasos pesados subiendo por las escaleras, me mantuve en mi lugar.
Me iban a buscar, eso era lo más probable, pero no mencioné ni una palabra.
Sentía el corazón precipitado, pensando en que estaba siendo como Miles: una persona con poca educación por verle la cara de estúpidos a los demás. Decía estúpidos porque era la única palabra fea que conocía y entendía perfectamente su significado.
Pero Miles no era el único. En esa casa nadie actuaba tan bien como lo hacía mamá Carzy. Creo que era la única, por lo que intuía mi ser, que no me mentía.
—¿Kiler? —la voz de papá Marley sonó a la distancia, pero lo busqué con la mirada y no estaba en ningún lugar.
No dije nada…
Me estaba buscando, y sonreí con diversión cuando lo escuché preguntarle a los demás dónde estaba porque en mi dormitorio no me encontraba. Y los pasos se revolvieron, haciéndome soltar una risita traviesa. No entendía la desesperación de todos, no había ningún modo de que yo saliera de esa casa porque ni siquiera habían ventanas.
Extraño…
Las casas de Rumania eran totalmente distintas a las casas de Francia.
—Kiler.
El premio por encontrarme, se lo ganó mamá Carzy. No le dije nada, tampoco la miré ni reaccioné, solo me quedé allí, arrodillada y sentada sobre mis talones, con ambas manos pegadas al vidrio al igual que mis labios y mis rodillas, observando el otro lado oscuro. Aunque no había ventanas, el frío era rudo, el aire acondicionado estaba apagado y la calefacción encendida, pero igual sentía frío, mucho frío.
—Yo hablaré con ella, Carzy, déjala. Vuelve a la cocina —le sugirió mi papá, y luego escuché los tacones de mi mamá mientras se alejaba—. Cariño.
Volví a quedarme en silencio, él mismo decía que las personas no debían hablar al menos que tuvieran algo importante que decir. Pues yo no tenía nada para decir, mucho menos a él.
Suspiré y empañé el cristal cuando el aire cálido de mi papá me arropó la espalda, porque se había inclinado detrás de mí, muy de cerca. Quería girarme y abrazarlo porque el frío me tenía temblando, pero no podía ni iba a hacerlo.
—Kiler, estoy hablando contigo.
Y seguí quedándome en silencio, así como ellos lo hacían cada vez que le hacía una pregunta para salir de algunas de las dudas que me habían estado picando en la mente durante mucho tiempo.
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Misterios Familiares©
FantasiPortada hecha por: alexcfr de la Editorial Submarino. Eh, cuidado, no te enamores del hijo de ese sicario tan buscado, de ese monstruo que nadie quiere despertar. Kiler comete ese error, siendo tan solo una adolescente inexperta. ¿Cuatro años no es...