II

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Abrió los ojos con cansancio, la luz cálida de la habitación seguía encendida y a lado de él, estaba uno de sus clientes, desnudo y dándole la espalda.

Llevaba poco más de un año en ese negocio, todas las tardes, cerca del anochecer, salía de su pequeño departamento hacia el negocio inundado de drogas y gente pervertida. Se vestía con la mejor ropa que lograba encontrar con el poco dinero que le quedaba después del recorte de cada noche. Había adoptado ciertos hábitos de cuidado, procuraba no subir demasiado de peso y compraba productos para la piel… cobra mejor si no tiene imperfecciones o si conserva su piel de "bebé".

Aunque, claro, si te sumerges en ese mundo, es inevitable salir empapado. Se había enganchado a múltiples drogas, no tenía una favorita pero no podía pasar ni un día donde no se metiera algo.

Su vecina, al decirle que había conseguido trabajo y al notar que este era durante la noche, se preocupó. Era un niño prácticamente, no le parecía sano que se estuviera saltando sus horas de sueño o comidas. Intentó conseguirle otro trabajo más seguro, pero el menor se negó rotundamente a cambiar de empleo.

Ella no sabía que el menor ya había firmado un contrato mientras estaba drogado por el humo de la marihuana, y este no sabía si podía demandar al negocio por aprovecharse de un menor de edad, en todo caso, él no sabía si al intentar huir sería perseguido. Estaba arrepentido, por supuesto, pero no podía hacer nada para salir de ahí.

Se levantó de la cama para tomar su ropa interior y su pequeño short de cuero sintético, entró al baño para limpiarse la zona íntima y poder vestirse de una vez para largarse de nuevo al local. Una vez con su ropa de nuevo sobre su cuerpo, removió al alfa que estaba en la cama y extendió su mano en gesto de exigir dinero.

-¿Ya te vas? -carraspeó y lo jaló para que volviera a caer sobre él -¿Qué te parece otra ronda? -sonrió y le dio un apretón en el trasero.

-Oh, tengo noticias tristes para ti -le dio una palmada en el rostro y sonrió con burla -Ya tengo a alguien más que me está esperando en el club, pero si tantas ganas tienes de volver a follarme, puedes hacer cita para mañana -se levantó y volvió a extender su mano -Por el momento me tienes que pagar.

-Es complicado hacer citas -sonrió, se sentó en la orilla y puso sus manos en la cintura del omega.

-No, solo le dices al gerente que me quieres para una hora en específico y ya está, eso sí, tienes que dejar un pequeño adelanto -le dio un toquecito en la nariz -Ahora, si ni eso quieres hacer por mí, significa que no te gusto tanto -hizo un puchero que fascinó al señor.

-Vale, te pediré para toda la noche -sonrió y se estiró para agarrar su cartera -Ten, aquí está tu dinero -dobló los billetes y los metió detrás del elástico de su short, aprovechó para acariciar su piel suavecita.

Izuku se alejó un poco para sacar los billetes y contarlos uno a uno.

-¿Acaso no confías en mí, niño? -preguntó un poco ofendido.

Bufó y levantó la comisura de sus labios para sonreír de lado -Si llego con menos dinero del que debería obtener, me quitan todo lo que gano y me golpearán mucho -le hizo ojitos para provocarle un poco de lástima.

Ese era su encanto, los alfas buscaban omegas que se vieran chiquitos, delicados y que puedan manejar con facilidad, en especial en la cama. Él cumplía con la apariencia necesaria y su personalidad, a pesar de ya estar acostumbrado a un ambiente hostil, seguía siendo lo suficientemente sumiso como para atraer gran cantidad de clientes. Cuando llegó al negocio y después de las primeras semanas, empezó a tener clientes relativamente fijos y atrajo algunas nuevas personas. Al inicio sólo consiguió el dinero justo para sus comidas, ahora sí que podía comprar más cositas.

Deku... Oh, Pobre Deku [Minific Bkdk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora