III

617 67 51
                                    

La única droga que consumía era la marihuana, no tenía de otra, en su trabajo siempre había humo de esa planta y era prácticamente imposible escaparse de sus garras. Se mantuvo a raya, evitó a toda costa ingerir alguna otra sustancia nociva.

Iida no volvió a aparecer en su vida, no lo volvió a ver aunque fue a buscarlo a su casa unas cuantas veces (muchas). Con el dinero que consiguió (el cual era más que el de su primer trabajo) consiguió rentar un pequeño departamento bastante similar a donde vivió recién sacado del orfanato. Era bastante barato a decir verdad, logró gestionar sus gastos con eficiencia y volvió a acumular sus escasas pertenencias.

Al haber tenido un bebé, sus caderas se ensancharon, al principio le fue difícil conseguir clientes porque su piel no estaba tan bien cuidada, pero con esfuerzo logró reunir un par de cremas y jabones para tener un mejor cutis.

Sí, intentó salir de nuevo, intentó conseguir un mejor empleo pero no se lo permitieron. La primera vez de “milagro” salió del negoció, pero ahora no le sería tan fácil.

Su pecho dolía cada vez que recordaba a su pequeña bebé, a veces la extrañaba. Se preguntaba cómo estaba creciendo, si lo recordaba o si preguntaba por él.

Cada día le era más difícil levantarse de la cama, no encontraba motivos para seguir adelante. Simplemente quería morir, dormir por toda la eternidad. No soportaba a tantos clientes metiéndole la polla como si realmente le gustara. Afortunadamente esa noche sólo tendría uno.

Se sentó frente al tocador y comenzó a maquillarse levemente, sin tapar sus pecas, pues a muchos alfas parecían gustarles. Se delineó los ojos y enchinó las pestañas, también peinó su cabello para darle volumen. Hoy recibiría a un cliente nuevo e importante según las palabras de su jefa, por lo tanto, su presentación debería ser perfecta.

-¿Estás listo? -preguntó su compañera, quién se estaba preparando para su performance  -No sé cómo puedes estar tan tranquilo, oí que es alguien muy, pero muy importante.

-Mmm -se encogió de hombros, restándole importancia a la situación -No tengo nada que perder, ¿Sabes?

-Oh… -hizo un puchero y se levantó para arreglar los últimos detalles de su atuendo -Buena suerte, Deku.

-Igualmente, Uravity -fingió una sonrisa y suspiró una vez la chica salió de la habitación.

Se sentía demasiado deprimido, su vida era una completa basura. Si muere, nadie lo recordará, nadie lo conoce. Su hija ni siquiera sabría cómo es físicamente.

Todos los días pensaba en acabar con su sufrimiento. Quería saltar de una azotea, colgarse, cortarse las venas o atascarse con pastillas para dormir. Pero no era lo suficientemente valiente para siquiera intentarlo.

Se levantó y acomodó su top y sus medidas de encaje. Moldeó sus rizos por última vez y se acercó a la puerta para salir de la recámara, caminó por un pequeño pasillo oscuro y salió a la sala principal, donde había las típicas luces neón, humo, olor a marihuana, alcohol y tabaco.

-¡Ya está aquí! -la jefa lo jaló del brazo y le gritó para que pudiera escucharla -¡Apresúrate, llévale su bebida! -levantó la mano para llamar al mesero que llevaba un vaso con ron cola -¿¡Este es de Dynamight!?

-¡Sí! -confirmó con el mismo volumen de voz, y al ver que quitaba el trago de su bandeja, se largó para seguir entregando pedidos.

-¡Ve y llévalo! -le entregó el vaso y le dio una nalgada para hacerlo caminar -¡Lúcete!

Izuku gruñó sin que la mujer lo escuchara y comenzó a caminar entre las personas para tratar de encontrar a su cliente. Le dieron la descripción del sujeto, un alfa con cabello rubio cenizo y ojos escarlatas. Creyó que le sería difícil distinguirlo por las luces de colores que iluminaban todo el lugar, pero al acercarse a una mesa en concreto, el ambiente se sentía pesado, un grupo limitado de alfas desprendían un aroma bastante imponente, haciendo sus piernas temblar. Repasó los rostros de todos, ahí debía estar la persona que buscaba.

Deku... Oh, Pobre Deku [Minific Bkdk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora