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YOONA DE SIETE AÑOS

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Bajo el cielo del distrito de Buk-gu, en el patio delantero de una escuela pública, unos pequeños zapatos lustrosos resonaban sobre el asfalto al compás del movimiento de una mano diminuta y la tela de una falda controlada por el viento, eran los pasos de una pequeña niña de siete años. Cualquiera que viera a la pequeña se dejaría llevar por esa mirada inocente en los ojos felinos y la imagen adorable que proyectaba con el moño rojo sobre su cabello negro, cualquiera pensaría que era una niña ordinaria, los que la conocían de cerca llegaban a darse cuenta de que era una niña única, completamente fuera de lo común.

—¡Yoona! —la voz de un hombre vistiendo unos pantalones deslavados de mezclilla y una chaqueta vieja llamó a la pequeña, haciendo un ademán exagerado al lado de la máquina barredora que se le había confiado hace ya mucho tiempo para el trabajo—. Su carruaje espera, princesa. ¡Vamos!

La niña sonrió y soltó una risita antes de correr a los brazos de su padre, el cual la levantó entre sus brazos y le llenó la cara de besos. Yoongi recibía a su princesa cada día de la escuela como si no se hubieran visto en años. —¿Qué tal la escuela, corazón? ¿La pasaste bien? —preguntó Yoongi, la niña asintió un par de veces y se acomodó en el asiento de la máquina a la que su padre la había ayudado a subir—. Abrocha ese cinturón, prepárate. ¿Estás lista?

—¡Acelera, acelera! —Yoona ignoró algunas de las miradas extrañas que le dedicaron las otras niñas de su salón al verla ir en tal vehículo, a ella no le importaba en lo más mínimo si era su papá el que iba conduciendo. Después de unos minutos de silencio, la niña se atrevió a preguntar lo que había estado en su cabeza toda la mañana—. ¿Podemos ir a un concierto de un grupo?

—No traen conciertos de grupos aquí al pueblo, cariño.

—¡No, papi! No me refiero a eso... En Seúl hay conciertos todo el tiempo...

—Absolutamente no, los grupos de pop fueron la segunda peor cosa que me pasó en Seúl.

—¡Nunca hacemos nada genial! —Yoongi no necesitó despegar la mirada del camino para ver el gesto que su hija estaba haciendo, su padre le había dicho que era el mismo que él solía hacer cuando era niño y lo querían obligar a ir a la iglesia.

—¡Oh! Viajas en el batimóvil, ¿no es así? ¿No es eso genial? —preguntó Yoongi, dando unas palmadas en el asiento de la máquina barredora. Por supuesto que no dijo nada cuando una enorme nube de polvo se elevó entre ellos.

—Ay, no —ella hizo una mueca de fastidio y miró al cielo, pidiéndole al tipo de las alturas que iluminara un poco a su padre.

—Linda, nadie está más deprimido que yo al conducir la barredora, y considéralo la experiencia más emocionante de mi vida —respondió—. Solía vivir en Seúl, podía ir a esos conciertos y a ver los chicos que cantan hasta tres veces al día.

—Nunca me cumples un deseo —Yoona se cruzó de brazos e intensificó aquel gesto de molestia en su carita, mirando melancólicamente por la ventana. Yoongi no pudo evitar pensar que le faltaba la lluvia y la música trágica de violín para completar su pequeña escena.

—¡Y el Oscar es para Min Yoona! Por su mejor actuación en... ¡Queriendo chantajear a mi viejo! —Yoongi imitó los gritos de una multitud enardecida e hizo reír a su pequeña—. ¿Por qué de repente quieres ir a un concierto de esos chicos, Yoona?

—Quiero cantar una canción de BigBang en el espectáculo como todos, todo el mundo dice que van a cantar esas canciones o las de los grupos que les gustan a sus hermanas mayores —dijo ella—. Habrá un espectáculo en la escuela, todas las personas cantarán canciones con gente de su familia.

Daegu girl [SOPE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora