FINAL
1
Ignorando la mirada de G-Dragon, de la recepcionista y del señor Angielotti, que iba entrando al edificio en el mismo instante en el que él iba saliendo, Yoongi salió corriendo con su portafolio y su gabardina, uno en cada mano. Chocó con alguien en algún momento y pidió disculpas de forma rápida, no pensaba detenerse por nada del mundo.
Tenía las horas suficientes para viajar de Seúl a Daegu en auto –el espectáculo de Yoona sería mucho más tarde– pero tenía que correr si no quería verse atorado en el tráfico, sin contar que sería un problema en lo que entraba por completo al distrito y después a su localidad. Aun así, sin importarle lo que tuviera que hacer, Yoongi quería llegar con su hija.
Después de todos esos años, después de todas entrevistas de trabajo fallidas, por fin había entendido de qué se trataba todo. Esa era la razón por la que seguía sintiéndose vacío a pesar de que estaba a nada de volver a recuperar su antigua vida; su nueva vida, las personas que figuraban en ella y el amor que lo rodeaba, no combinaban con ese Min Yoongi que se quedó en Seúl.
Yoongi no quería hundirse en los recuerdos por siempre, tampoco quería pasar toda su vida trabajando para llenar a su hija de comodidades. ¿De qué le servirían las comodidades si Yoona tendría un padre ausente? Toda la felicidad que la vida en Seúl pudiera darle, no se comparaba a la felicidad que sentía cuando le leía un cuento a su hija, cuando ocasionalmente bebía una cerveza con su padre.
Cuando veía a Hoseok sonreír.
Mientras conducía por las calles muy transitadas, Yoongi pensó en esa sonrisa tan nueva y esa personalidad tan espontánea, en todo lo que Hoseok le había hecho sentir en tan poco tiempo. No sabía cómo ni por qué, pero algo en su interior pudo reconocer perfectamente de qué se trataba: se estaba enamorando.
Por fin se estaba enamorado, por fin estaba aprendiendo a amar otra vez, y no pensaba dejarlo ir.
No pudo mantenerse tranquilo durante todo el trayecto, sus dedos seguían bailando sobre el volante con desesperación mientras él conducía por la carretera. Las horas pasaron así, con Yoongi pidiendo ayuda de arriba para obtener alguna clase de milagro y llegar a tiempo. Si estaba calculando bien su tiempo, incluso si se apuraba muchísimo, llegaría con una hora de retraso. Cabía la posibilidad de que no lo lograra, pero definitivamente quería estar ahí, incluso si él se presentaba cuando su hija iba terminando su número.
Pasadas unas horas, mientras Yoongi iba entrando al distrito de Buk-gu, los padres de familia iban llegando uno a uno al teatro dentro del colegio al que asistía Yoona, todos reuniéndose ahí para el festival de otoño. A pesar de que no había muchos lugares disponibles, Yoona se había encargado de pedirle a su maestra que reservara un asiento para su papá.
La niña se encontraba tras bambalinas, donde Hoseok se encargaba de peinarla y maquillarla un poco (definitivamente no era un experto, pero sabía más o menos qué hacer al tener una hermana, sin contar que era el único de ellos que podía hacer eso sin dejarla como un payaso). Resulta que cantaría la canción de Red Velvet que ella había escogido, también se las había arreglado para convencer a sus "tíos" Jin y Jackson para que salieran, incluso Hoseok y su abuelo. Yoona estaba extremadamente contenta con los resultados, ¡había conseguido formar el grupo completo!
Hoseok le ayudaba a la niña a repasar su parte mientras le ponía un poco de brillo en los labios. Al lado de ellos dos se encontraban Seokjin y Jackson, quienes también se estaban preparando para el número. —¿Quieres que te ponga rubor o te pellizco las mejillas? —preguntó Seokjin.
—Si me pellizcas, Jin, función o no, te aviento contra el muro —respondió Jackson con los brazos cruzados. Ya estaba demasiado malhumorado por haber pasado toda la tarde escuchando a Dongyul cantar, ensayando las partes de Yeri y también las de Irene, por si Yoongi no llegaba a tiempo (que era lo más seguro).
ESTÁS LEYENDO
Daegu girl [SOPE]
FanfictionYoongi comienza a darse cuenta de que a veces tenemos que olvidarnos de quien creíamos que éramos, aceptar quiénes somos y reconocer qué es lo que nos hace felices.