Steffan (II)

571 91 17
                                    

No fue hasta la noche que empecé a advertir la razón. Hasta ese momento no había pensado en aquel Omega ni en que me había dejado con la palabra en la boca ni una sola vez.

Pero tampoco pude pensar demasiado en nada. Me sentí mal el resto del día. Náuseas, dolor de cabeza, mareos. No quise ni probar el salmón a la hora del almuerzo. Quisieron tentarme con un caviar negro exclusivo pero solo verlo me provocó asco.

Ordené que no me hablaran. Todo y todos me molestaban.
Corrí con gruñidos amenazantes a las dos Betas desnudas que me esperaban en mi cama. No estaba de humor para el sexo. Y cuando se iban, intercambiando miradas sospechosas entre ellas, lo entendí.

Mejor dicho, ellas lo habían entendido antes que yo... Aquel rechazo, y todo el malestar de aquel día, tenían una única explicación: había encontrado a mi Omega...

La idea me pareció al principio tan absurda que me pasé la noche en vela enumerando los motivos por los que jamás me fijaría en alguien como él...

¿Vincularme yo...a un Omega macho como él? Además de mal gusto había que estar muy desesperado para terminar unido a alguien como él. Primero se había atrevido a hablarme de su celo y luego se había atrevido a ignorarme una semana seguida...

¡Nadie, nunca, me había ignorado antes!
Además tenía todos los defectos que siempre odié en las personas: feo, sucio, desaliñado, enclenque, débil... ¡La debilidad era algo imperdonable para mí! Era un defecto de personalidad que a mis ojos no merecía ni perdón ni compasión. Ya lo había visto llorar. No hay peor demostración que esa para darse cuenta de que se está ante un ser débil.

El mundo es de los fuertes. Si no logras hacerte fuerte, entonces ¡no mereces un lugar digno en este mundo! Mi progenitor me lo repetía siempre...

Me dormí con esos pensamientos, unos minutos justo antes de que amaneciera. Y soñé que le repetía esas mismas palabras a ese repugnante Omega en su propia cara mientras me burlaba de él. Pero de repente, el sueño cambió, justo antes de despertar: lo vi tirado, a las orillas de un lago, inconsciente y desnudo, sangrando... Se habían divertido con él toda la noche. Ellos mismos, los de la manada con máscaras, me lo contaban entre risas, mientras se alejaban.
Desperté sobresaltado, bañado en sudor, enrollado entre las sábanas, y con un miedo tan sofocante como nunca antes lo había sentido.

Y entonces...acabé por aceptarlo... Con horror, con angustia y total confusión acabé rindiéndome a lo que mi cuerpo y mi alma querían... Lo quería a él...

Y cuando un Alpha como yo quiere algo...no se detiene...y yo no me detendría hasta hacerlo mío...

STEFFAN #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora