Capítulo 8

47 10 0
                                    



—Desde su partida decidimos remodelar la casa, incluso su habitación esta mucho mejor—Comentaba Cassandra dejando la comida en la mesa, con las manos temblorosas por la emoción. Hablaba despacio y no tan alto por el hecho de ver como Abby aún lloraba disimuladamente mirando a los lados—¿Qué tienes en la bolsa, cariño?—Pregunto mirando a la menor.

Abby la miro, luego a la bolsa.

—Son piedras brillosas, las junte para ti estos cuatro años—Las tomó y las extendió, se secó la mejilla.

Su madre se enternecio por eso, aceptó las rocas abriendo la bolsa, le sorprendió lo lindas que eran.

—Se ven muy brillantes—Las admiro con cuidado.

—Marcel las dejaba así—Contó, extrañaba a Marcel en esos momentos.

—Debe ser muy hábil—Las guardó en un mueble.

Abby no miraba a Kento, apenas y lo hacía con Casaandra, pues sabía que apenas los viera comenzada a llorar sin parar. Benedict se hundía en sus pensamientos, recordaba que Marcel le había dicho antes de partir que Abby sospechaba que fue saboteada.

Temía que se enterara, porque no había perdón.

Abby era la candidata perfecta para cualquier titán, del carguero hasta el acorazado y Escudo, era inteligente y fuerte. Sabía que con lo que había hecho, podía perjudicar el futuro de la misión a Paradis.

Pero el quería salvarla de una vida de sufrimiento.

Ella podría superar esto.

Comió en silencio y sin ganas, estaba muy deprimida y se hacía notar, lo contrario a sus padres quien con solo verla mover su mano ya tenían emoción en el corazón. Casandra quería abrazarla con fuerza más no quería abrumarla.

En esos cuatro años habían crecido mucho, sus dos hijos.

—¿Puedo ir a mi habitación?

Preguntó Abby en un susurró.

—Si, si necesitas algo me buscas—Asintió levantándose, su madre paso su mano por la mejilla de su pequeña antes de que ella se marchará.

Abby tomó la mochila y camino hacia su habitación, al abrir la puerta encontró otro ambiente. Se veía diferente, las sábanas se veían limpias y todo estaba ordenado sin una sola gota de polvo.

En la cama las sabanas estaban desordenadas con indicios de que alguien se había sentado ahí antes.

Mamá. Pensó.

Cerró la puerta y dejó la mochila sobre la cama, se sentó con cuidado y delicadeza. Sacudió los pies buscando tranquilidad, pero el nudo en su garganta no desaparecía.

Decidió liberarse en silencio,

Sería una noche muy dura para Abby.

Por otra parte, Marcel se encontraba con su familia celebrando su victoria a la cual para su sorpresa se le unió Porco, al menos festejaba por el.

—¡Marcel!—Se sobresalto al oír el grito de su padre—¿Qué tienes?

—¿Estás pensando en Abby?, ya te dije que ella esta bien—Se adelantó Porco.

—Sabes que es muy sensible.

—Se recuperará, tiene que hacerlo, no hay opción—Se generó un silencio en el ambiente, esas palabras fueron más para el.

—¿Es la hija de Cassandra y Kento, verdad?—Asistieron—¿Se llevan muy bien?

Y Porco sin ningún tacto dijo.

—Marcel está enamorado de ella.

Provocando que el se ahogara con su agua—¡No se te puede contar nada!

—Por favor, es muy obvio, todos lo sabíamos. Me sorprende que no le dijeras nada.

—A Abby no importan esas cosas, solo entrenar.

—Escuché que era muy fuerte, es extraño que quedará de última—Pensó su madre.

—También nos sorprendió, es fuerte y inteligente. Fácilmente sobrepasaba a su hermano—Marcel se estremeció, era muy cierto—Pero el Ejército decidió elegir a el inútil de Reiner...—Tomó aire, para calmarse—En fin.

—Creó que es hora de que descansen—Opinó su padre—Preparense para mañana, me ayudarán en el trabajo con esos músculos que tienen ahora—Pellizco el abdomen de Marcel, el río y se cubrió.

—Vayan a la cama, mis bebés—La mamá Galliard beso la mejilla de ambos chicos, Porco se quejó avergonzado pero no se negó a las muestras de afectó.

Llegaron a su habitación y se tumbaron en las camas, Porco ya lleno de comida y con sueño no tuvo tiempo de pensar en los malos ratos y se durmió en cuestión de segundos.

Marcel solo sostuvo una piedra que tiempo atrás Abby le había dado.

Deseando que estuviera bien, que se recuperará pronto, a ella y su orgullo que se había visto machacado.

Deseando que estuviera bien, que se recuperará pronto, a ella y su orgullo que se había visto machacado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Corazón de oro / Marcel GalliardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora