Capítulo 9

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—¡Abby!—El chico de cabello castaño llegó a su lado con emoción, Abby de igual manera lo miró y sin retrasarlo lo abrazó con mucha fuerza, sorprendiendolo.

—Te he echado de menos, Marcel—Sonrió más entusiasmada que antes, el castaño río.

—¿Qué haces sola?—Preguntó mirando a los lados—¿Y Benedict?

—No se, estaba aquí hace unos minutos—Miró a los lados curiosa—Creo que dijo algo del puerto.

—Deberíamos ir, ¿Quieres?—Asintió entusiasmada, tomó la mano de Marcel y comenzó a caminar.

Eso le había puesto nerviosa, no solo ella si no que el chico también, sintió su rostro calentarse por la cercanía.

¿Sería que Abby también lo amaba como el? Se pregunto con esperanzas floreciendo en su corazón. Abby sonreía cada que sus miradas chocaban.

Marcel quería reunir su valor y decirle lo que sentía, pues llevaba tiempo pensando en decirle el día en que partirian a Paradis, pero no le parecía justo. Tampoco le parecía justo decirle ahora y darle ilusiones, algo podría pasar que le impidiera el volver.

Tenía miedo de que eso sucediera.

Pero se le rompía el corazón por no decirle.

























El cabello de la chica se sacudia con el viento, habían sido pocas veces en la que lo llevará suelto en el cuartel, siempre lo llevaba amarrado.

Marcel admiraba su belleza desde que habían llegado al puerto, y al no ver a Benedict decidieron sentarse apartados de todas las personas que ni siquiera los habían notado.

—Abby—Llamó nervioso, era ahora o nunca—Tengo que decirte algo...—Abby dejó de mover los pies para mirarlo de forma curiosa.

—Dime—Sonrió—También tengo que decirte algo.

Su corazón rebotó—¿Qué cosa?

—No se si decírlo.

—Dime.

—Cierra los ojos. Esperó no te enojes.

Marcel se cuestionó pero acató a su pedido, por su mente pasaron escenarios de Abby lanzandolo hacia el agua ¿Acaso ella sabría que ayudó a Benedict? El miedo lo consumió pero decidió confiar en ella.

Lo primero que sintió fueron las manos de Abby sostener sus mejillas, siguió con los ojos cerrados más preocupado que antes. Lo siguiente que sintió fue algo presionando sus labios.

Al abrir los ojos supo que era Abby, no se esperaba eso, esperaba más un golpe de parte suya.

Inexperto le siguió los pasos, ninguno sabía como expresarse pero el simple contacto era más que suficiente.

Abby se separó apretando sus labios, avergonzada. Quería irse, pero no era valiente hacer eso. Miró a Marcel, tenía las mejillas completamente coloradas, la miro un segundo y apartó la mirada para cubrirse la boca con una de sus manos.

—¿Eso significa...que tú?—Pregunto tartamudeando.

—Me gustas, Marcel—Soltó valientemente—Y no quiero que te vayas a esa isla—Sintió un nudo en garganta al decirlo—Tengo miedo de que no regresen.

—Eso no pasará, volveré—Prometió animandose a verla—También me gustas, desde el primer momento, aunque solo era un niño.

Abby río por eso.

—Queda una semana y se irán—Miró al mar tomando aire—¿Qué pasará?

—Vamos a extrañarnos, pero volveremos a vernos.

—¿Seguirá siendo igual?—Se cuestionó.

—Yo seguire amandote—Eran palabras muy importantes, Marcel lo sabía y no tuvo miedo de decirlas, ya no era tan pequeño—Lo prometo—Con valor tomó la mano de Abby, ella lo miró con esperanzas.

—También lo prometo.

—También lo prometo

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Corazón de oro / Marcel GalliardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora