C A P I T U L O O C H O

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              C U A T R O  A Ñ O S  D E S P U E S

"Si no nos mata el resfriado que nos dará, lo hará mi padre". Un Robb casi adulto de diecisiete años susurro mientras se cubría más con la capa.

"Pronto serán unos hombres, deben tener la experiencia de ser un hombre". Theon Greyjoy se burló de ellos abrazándolos por los hombros.

"Nos deleitas, Greyjoy". Loras se burló de él.

"Mi padre estaría furioso". Aegon se deshizo de su abrazo. "No es propio de un príncipe".

"Como no pensaste eso cuando estuviste con la salvaje, eh". Loras lo acusó.

"Nininini". Theon lo interrumpió. "Su majestad, tu padre, el rey, no se encuentra aquí y nunca lo sabrá". "No puedes vivir siempre escudado de tu honor, Egg, debes vivir debes en cuando, hasta los reyes tienen sus putas".

"Mi padre jamás haría esto"

"No ahora, pero tal vez en su juventud lo hizo".

"El estaría decepcionado de que no entrarás". Robb lo abrazo por el hombro.

Aegon suspiró pero no se detuvo. Habían pasado exactamente dieciséis lunas desde la ultima vez que su padre lo visitó, llevaba la cuenta. Y cada vez, el hacia su mejor esfuerzo por ser un buen primogénito, un buen heredero, un buen hijo. Mantenerlo orgulloso con su conocimiento, con su habilidad de espadachín, su habilidad de montar, sus modales. Aegon intentaba demostrar que merecía ser su hijo, su heredero. Aun que no luciera como el.

"Si, el lo estaría". Asintió, pensando en la vez que le dio esa charla incómoda, cuando viajo al norte por su quinto y décimo onomástico.

"Entonces, que más da". Theon le tomó el otro hombro antes de llegar a la casa de placer. "Algún día me lo agradecerán". Los empujó dentro.

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"¿Has visto a tu hermano mayor, Sansa?". Su padre le pregunta mientras ella cose.

"No, padre". Responde sin levantar la vista de su costura. Pero puede ver de reojo como su padre vuelve abrir la boca. "Tampoco a Aegon, ni a Theon o Loras".

El señor de Invernalia cierra la boca, y resignado se va del lugar. Preguntándose como es que puede controlar al reino más grande del país pero no a tres muchachos.

"Arya, ¿has visto a Robb?".

La niña levanta la mirada de su comida. "No". Responde simple.

"No, padre". La corrige su septa.

La castaña giró los ojos con un ruido de molestia. "No, padre". Repite.

Decepcionado el guardián del norte sale por la misma puerta por la que entró.

Como último recurso busca entre los muros a su hijo Brandon escalando, pero lo encuentra ocupado con su maestre.

"Brandon, ¿has visto a Robb?".

"No, padre". Recibe la misma respuesta.

Empezando a preocuparse decide buscar por su cuenta. Habían desaparecido varías veces. La primera fue la peor, su esposa había enloquecido, había mandado a todos sus guaridas y grito como si los hubiera visto muertos, pero los niños se habían quedado dormidos bajo un árbol.

Después Theon los había convencido de cruzar un río nadando, y lo lograron, pero al volver Aegon fue llevado por la corriente, al ser el más pequeño, y sin experiencia al nadar. Theon se lanzó por el con Loras y Robb siguiéndolo, los cuatro enfermaron, y fueron castigados por lunas enteras. 

La muerte del amor | Game of Thrones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora