Eternidad (Sesshome)

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Viajar en autobús no era su actividad favorita; le molestaba el ruido y la incomodidad, sin embargo, sabía que ese era el medio más cercano que tenía para cada día ver nuevos humanos y, si el universo conspiraba a su favor como con Rin, podría reencontrarse con Kagome.

Siempre se sentaba en la parte de atrás, mirando a los que se subían de reojo, otras veces miraba por la ventana y solamente se quedaba pensando. En otras ocasiones, como esa, miraba a las personas.

Una pareja fue la que llamó su atención y no porque hicieran algo extravagante o tuvieran algo en especial, para él casi todos los humanos eran iguales.

Era porque le recordaron a Kagome.

La chica, sentada en el asiento junto a la ventana se fue acercando poco a poco al chico, quién captó en seguida sus intenciones y se acomodó para que ella pudiera recostar su cabeza en el hombro masculino.

Kagome hacía eso.

Normalmente cuando estaban solos, ella solía acercarse a él de esa manera. Quedando sentada a su lado y poco a poco irse inclinando para recostar su cabeza en su hombro, cuando él se daba cuenta, se agachaba un poco, lo suficiente para que ella estuviera cómoda.

Cuando ella se percataba de lo que él había hecho, reía, con aquella risa que llenaba los pasillos y les recordaba que estaban juntos.

Se levantó de su asiento y tocó el timbre para bajarse, estaba seguro de que ese día no encontraría a nadie.

Caminó por las calles, sintió un carro detrás de él y luego éste se detuvo. Sesshōmaru pensó que había llegado alguien a su casa y continuó su camino, hasta que un ruido de tacones y un olor peculiar llegó a sus narices.

—Sesshōmaru.