2

210 26 0
                                    

—¿Qué día es hoy? —Preguntó la mujer, sacando su celular inmediatamente.

—Viernes, ¿en qué mundo vives?

—¡Oh, pero que rápido pasa el tiempo!

Mentiras.

Sesshōmaru desde la banca de aquel parque, podía saber que la chica estaba mintiendo: el tiempo no pasaba rápido, era lento, demasiado.

Tan lento que le tenía durante días en aquel lugar, esperando encontrar algo o a alguien. Lo cierto es que llevaba demasiados años esperando que Kagome apareciera. La había buscado con insistencia durante los primeros 50 años, después todo se hizo más lento.

Como ese día.

—Disculpe —la voz de una niña llegó a sus oídos, volteó encontrándose cara a cara con una pequeña cuyo parecido con Rin era latente.

Asintió, queriendo decirle que continuara. —Usted es alto, ¿podría pasarme mi pelota?

Aceptó y se dirigió hacia la pequeña, la pelota había terminado en uno de los juegos más altos y no fue problema para él bajárselo y entregárselo en sus manos.

—Muchas gracias —ella le sonrió. Sesshōmaru identificó esa sonrisa.

—¡Rin! —El grito era de una mujer adulta. Sesshōmaru pudo notar el parecido entre ambas féminas e internamente se sintió agradecido porque la pequeña en esa vida sí tenía a su familia verdadera.

—Lamento la molestia que esta pequeña le haya causado —dijo ella, tomando a Rin entre sus brazos.

—No se preocupe.

Y se fueron después de eso, Sesshōmaru las vio alejarse, perderse entre las infinitas calles para luego él tomar la dirección contraria e ir a casa.

Encontrar a Rin fue su recordatorio de que no había garantía en ser recordado.

Porque si la que fue su hija adoptiva lo había olvidado, ¿Kagome también lo haría?

Eternidad (Sesshome) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora