Sesshōmaru tenía un recuerdo nítido en su mente, era de esos que sabía sería difícil de olvidar si lo intentara.
Su mano viajó hasta el cinturón de su pantalón dónde debería descansar colmillo sagrado sino fuera porque no estaba en la misma era que antaño.
Colmillo sagrado, se dijo, era el responsable de que estuviera en ese momento así: buscándola.
Porque si lo pensaba, había sido su espada el que lo había llevado hasta aquel claro dónde el llanto del pequeño Kitsune se escuchaba con perfección, de aquel pequeño demonio que lloraba en brazos de aquella sacerdotisa de ojos zafiros que trataba de manera inútil de calmarlo.
El cuerpo decapitado de su padre se encontraba tan sólo a unos cuántos pasos. Sesshōmaru se convenció a sí mismo de que aquella escena no era de su incumbencia, tampoco lo que le había sucedido al Kitsune. Sin embargo, su espada parecía no estar de acuerdo con él, latiendo más y más fuerte.
¿De verdad Colmillo sagrado quería que salvara a ese yōkai? ¡¿Por qué?!
Sin vacilar, se acercó a la escena. Tan sólo dio un paso al frente para dejar su presencia al descubierto cuando la sacerdotisa sacó su arco y flechas que llevaba consigo, todavía sostenía al pequeño Kitsune quién se aferró con fuerza al cuello femenino y, a pesar de la evidente desventaja, ella insistía en verlo desafiante.
—¿Qué quieres, yōkai?
No le respondió, no sintió necesidad de hacerlo, él solamente estaba ahí por capricho de su espada. Se aproximó al cuerpo, desvainó a colmillo sagrado y pudo ver a los mensajeros del otro mundo para finalmente eliminarlos.
No se quedó después de eso, a pesar de que pudo escuchar perfectamente el grito de alegría del pequeño yōkai. Guardó nuevamente a colmillo sagrado en su cinto y siguió caminando hasta que el sonido de unos pasos que le seguían se hacía más latentes.
—¿Por qué lo salvaste? —Le preguntó nuevamente ella, sin embargo, aquella pose amenazadora había quedado en segundo plano. Sesshōmaru pudo apreciar que esa era la verdadera humana detrás de aquella fachada.
No le respondió de nueva cuenta y ella presintió que se marcharía.
—Gracias —mencionó—. Gracias por salvar al padre del pequeño.
Y se marchó, jurándose que nunca volvería.
Pero se equivocó.
Porque el destino era caprichoso, porque colmillo sagrado seguía guiándolo a aquel lugar, aunque la segunda vez que volvió no salvó a nadie, se dedicó solamente a observar la escena sin comprender completamente que hacía ahí.
—Seguramente colmillo sagrado sabía que me necesitabas en tu vida —solía bromear Kagome cuándo estaban solos y le mencionaba como se habían conocido.
Nunca le dio la razón.
Aunque tampoco lo negó.
Miró a su espada colgada en aquella pared, podía pasar como reliquia u otra decoración de aquella casa, pero no lo era. La sostuvo entre sus manos, deseando que le guiara a dónde estuviera Kagome, pero esta vez, nada de eso sucedió.
«Goshinboku» pensó. Por primera vez tenía un lugar seguro en dónde buscar.
ESTÁS LEYENDO
Eternidad (Sesshome)
FanfictionLa inmortalidad no era su prisión, eran los recuerdos, el anhelo. (Drabbles)