Cap. 4 : Explosión

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Los demonios empezaron a juntarse por especie. Era el día, el comienzo del fin de alguno de los dos reinos.

El emperador miraba a su ejército, suspiro y miro a su lado para ver a los dos demonios tortuga y conejo mirar a su querida Zuzhou.

—Tranquilas, volverá, siempre lo hace — dijo tratando de tranquilizar a las mujeres.

—Pero para todo hay una primera vez — era doloroso, pero era la verdad, cabía la posibilidad de que nunca volvieran a ver a su querida mascota y amiga.

Wukong miraba con atención el lugar, era doloroso ver. Tantos demonios darían su vida por el mundo, no solo dragones y leones, si no que también pandas, perros, gatos, ¡hasta pandas rojos! Todo tipo de demonios.

Miró a su lado donde vio a Nezha y Zuzhou. Los dos con parecidos trajes solo que la panda de color plomo y el demonio humano con una armadura blanca.

Miró para al frente viendo el reino mortal. Divisó en su imaginación su montaña y pudo jurar ver a su maestro y súbditos jugando tranquilamente, algo que de alguna manera lo atormentada y tranquilizaba. Tenía que luchar, tenía que luchar por ellos y por todo lo que a luchado en su vida.

[…]

Tomo su bastón y camino hacia sus soldados. Macacos del rey Dao, fieles servidores que daban la vida por su querido rey.

Vio como los demonios se acumulaban en zonas siendo dirigidas por el general Peng Mowang.

Era la hora, esta batalla definiría su destino, podía morir en la guerra o vivir una vida mejor. Había escuchado innumerables relatos del diyu y no pensaba ir haya, no depues de todos los pecados que había hecho en toda su repugnante vida. No, hoy no caería, no pensaba hacerlo.

[…]

La pelea no espero mucho para comenzar. El primero en atacar fueron los del reino terrenal quienes depues de que Peng analizará a su contrario dio una orden de ataque.

A diferencia de los del reino celestial ellos tenían descontrolables moutros a su poder hiriendo a gravedad muchos de sus oponentes. Pero los del reino celestial tenían grandes armas y innumerables poderes que hacían debilitar a los terrenales.

Era un caos, sangre, gritos, agonía, todo se podía ver en aquella arbolera que se había ocupado como lugar de batalla, un lugar donde antes reinaba la paz y ahora era la tumba de muchos demonios y entidades . Se podían ver batallas por donde miraras, en el aire, el la tierra, hasta habían demonios peleando en el agua y debajo de la tierra.

Sun Wukong peleaba con su gran bastón, el problema es que tenia que controlarse para no dañar a los suyos limitando sus ataques y teniendo que ocupar algunas veces su espada.

Sentía como su miedo a la muerte no dejaba de inundar su cuerpo. Más de una vez estuvo apunto de morir, pero no pensaba hacerlo. Su maestro lo esperaba, no podía abandonarlo, al igual que sus queridos y fieles súbditos que llegaban a ser su única familia. No, no podía perder.

Hubo un momento donde empezó a pelear con un ser con vestimenta diferente a los demás terrenales. Tenía una capa roja y una armadura más fuerte, pero lo más característico era su cicatriz en su ojo, uno de un hermoso color morado que demostraba peligro y el otro blanco con una herida profundas desde su ceja hasta un poco más arriba de su mejilla. A medida que iban peleando se rajaba su ropa, dejando de apoco ver que el demonio terrenal tenía partes de su cuerpo de color blanco, aunque ganaba en su pelaje el negro.

El Nacimiento Del Hijo De Un Creador (Shadowpeach) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora