[Scarlett]
Ya no puedo recordar la última vez que fui feliz genuinamente por más de solo tres minutos, después de todo, no es fácil perder a tu padre cuando apenas tienes diecisiete años, así es, perdí a mi padre a esa edad, déjame ponerte en contexto.
Hace cinco años yo era feliz, éramos mi madre, mi padre y yo, vivíamos en Francia el país natal de mi padre y mío. Cuando mi padre murió en un accidente automovilístico por culpa de un conductor ebrio, solo quedamos mi madre y yo solas, creímos que íbamos a poder solas, pero la vida en Francia es más dura de lo que imaginamos para una mujer y su hija, muy cara para poder sustentarse con un solo sueldo, y en ese momento tomamos la decisión de ir al país de mi madre, Colombia. Todo mejoró un poco para nosotras allí, terminé el colegio y comencé la universidad, el primer año tuve las mejores notas de toda en mi carrera, diseño de modas, el segundo me propuse obtener una beca a cualquier lugar del mundo, pero eso se vio destruido cuando mi madre empezó a enfermarse y lo más cruel fue cuando nos dijeron que ella tenía cáncer. Y por eso estoy aquí, trabajando y dejando a un lado mi sueño de ser diseñadora por comprar las medicinas de mi madre y su quimioterapia, trabajando de mesera en este restaurante en el que no me pagan bien. Repaso en mi mente mi historia una y otra vez, hasta que aquella amigable voz me saca de mis pensamientos.
‒Scarlett ¿todo bien? la mesa cuatro necesita tu atención ‒mi compañero de trabajo movió su mano frente a mis ojos‒ el jefe se molestará deja de volar, ve rápido querida amiga.
‒Lo siento Alejandro, ahora mismo voy ‒me doble las mangas, tome dos cartas del menú y caminé lo más rápido posible a la mesa que me habían asignado.
‒Buenas noches, mi nombre es Scarlett y hoy seré su mesera ‒saludé a los comensales mientras entregaba las cartas a cada uno‒ ¿tienen alguna preferencia en bebidas?
Ambos comensales ordenaron lo que querían, anote todo en esa libreta ridículamente pequeña y me llevé todo de vuelta a la cocina, entregue la orden al chef, él era la persona que más me alegraba ver, su sonrisa hacía que mi corazón salte de alegría, él me gusta mucho evidentemente, me prometo cada día que cuando todo mejore le diré lo que siento y conseguiré un beso de él.
‒Oye Scar ‒él me llama así de cariño‒ tienes una llamada, perdón por tomar tu teléfono.
‒No te preocupes Sebastián ‒tomo el celular con una mano y le sonrío amablemente‒ ¿buenas noches? habla Scarlett Petit.
‒Buenas noches señorita Petit, debe venir al hospital con urgencia ‒era la voz del doctor que se encargaba de mi madre‒ se trata de su mamá, tuvo un colapso hace poco y llegó en ambulancia con su amiga, la señorita Dalia.
Solo dije un "si" y empecé a temblar, me puse mi chaqueta y salí corriendo hacia el hospital lo más rápido que pude, afortunadamente mi trabajo estaba a tres cuadras del hospital, pude llegar casi en solo cinco minutos, en la recepción solo dije el nombre de mi madre, para que una enfermera me ayude a llegar donde estaba, pero no me dejaron entrar a la habitación, ahí estaba mi prima Dalia, sentada en el pasillo, esperando.
‒ ¿Qué pasó, Dalia? ‒mis ojos ya estaban empañados por las lágrimas‒ cuando la deje, ella estaba bien y estable, le di su medicina.
‒Cuando llegue para cuidarla estaba durmiendo, y de repente comenzó a toser mucho, la ayude como pude ‒Dalia también lloraba‒ llame a la ambulancia y llegó rápido.
No dije nada más, me senté a su lado, me calme y decidí que esperaría lo mejor, pero por qué tienen que tardar tanto. Si pudiera tener la calma suficiente, estaría consolando a mi prima Dalia, ya que era menor que yo por tres años, ella solo tenía diecinueve años y estaba sola, era la sobrina de mi madre, abandonada por su hermano y su cuñada, mi madre y yo la cuidábamos con la condición de que estudie y se aleje de sus malas amistades.
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House of Cards
FanfictionTras ser víctima de trata de blancas, Scarlett ha perdido a su familia, pero conoce una especie de amigo del mundo oscuro de la mafia. Encontrar lealtad en un lugar lleno de sangre podría traer un amor lleno de destrucción y pasión. Pero aún más imp...