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Jennie apartó a Jisoo en cuanto vio a Sana y Dahyun pasar por el salón para recoger unos materiales, claro, la pelinegra formo un puchero por la repentina actitud tímida de su novia.

Sabía a que se debía esa actitud, lo entendía. Jennie no estaba acostumbrada a tratarla como su novia frente a los demás. Seguramente eso le daba algo de pena, considerando que solía decirles a todos que entre ellas nunca iba a haber más que amistad.

Una vez estuvieron solas de nuevo, Jennie miró a su afligida novia.

—Lo siento Jichu, es solo que... 

—Está bien Jendeuk, no debes preocuparte de nada. Ya sé que no estás acostumbrada a tratarme como algo más en público, a pesar de que siempre fuiste cariñosa y encimosa. Sé que es diferente a compartir besos y palabras más cursis —le sonrió con tal de asegurarle que no estaba enojada ni triste—. Nunca te voy a presionar, voy a ser paciente y esperaré a que te acostumbres a esto. Si te soy sincera, aún no me acostumbro a la idea tampoco, es algo con lo que he soñado mucho que se me hace simplemente irreal.

—Es que no solo es eso.

—¿Uh?

—Es que me gustas mucho. Me pones muy mal y me siento nerviosa. Cuanto más tiempo paso contigo, más me atraes.  Y me aterra que al final se acabe —se sincerizó. Su mirada baja y sus manos jugando entre ellas—. He pasado toda mi vida intentando negarlo y ahora que puedo sentirlo y expresarlo, me da miedo perderlo.

Una pequeña sonrisa creció en el rostro de la más alta.

—Me tomas de la cintura como si nada, pero por dentro me estoy muriendo. Me siento muy feliz cuando solo me miras a mí por encima de otras personas. Incluso la forma en la que dices mi nombre, me haces sentir como la chica más especial. Jisoo, me aterra tanto que un día simplemente te vayas y las personas puedan ver cuan rota me habrás dejado.

—Agradezco tanto que seas sincera con lo que sientes —la abrazó sutilmente por la cintura—. Pero no debes temer, porque te amo cómo no tienes idea. Sé que te haré borrar cada rastro de inseguridad y jamás tendrás un motivo para dudar —aseguró.

—Yo te prometo que dejaré de guardarme las cosas para mí. Te hablaré con toda la verdad.

Jisoo la tomó por el rostro para besar su frente, luego su nariz y finalmente sus labios con mucha ternura.

—Te amo —susurró antes de volver a besarla con la misma ternura.

—¿Volvemos a casa? 

—¿No prefieres caminar o tener una cita?

—Me gustaría, pero creo que prefiero hacer otra cosa —su mano se adentro por la playera de su novia, acariciando su pecho por encima de su sostén.

Jisoo abrió la boca para decir algo, pero su cerebro no funcionó muy bien, y terminó por tomar de la mano a su novia y para llevarla a toda prisa a su motocicleta y dar marcha a su hogar.

Y no es que fuera desesperada, pero en invierno era más inusual que hiciera ese tipo de insinuaciones.

Sin embargo al llegar no esperaban ver a Rosé despidiendo a su madre con un abrazo y una sonrisa.

Al parecer después de algunos días, la señora Park notó cuan feliz era Rosé haciendo las cosas que le gustaban y con las personas que ella se sentía cómoda, que tuvo de otra que aceptar y dejar su miedo. Incluso aceptó su relación con Lalisa, quien en ese momento se encontraba triste porque pensaba que al final su novia regresaría a Australia.

—¿Al final qué sucedió? —preguntó Jennie sentada sobre el regazo de su novia.

Las cuatro se encontraban en la sala, conversando un poco sobre la situación para saber si había algo que hacer o porqué todo parecía estar en paz.

¿A quién amas realmente? [Jensoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora