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Bailando · Día 20
La tenue luz de la luna denotaba la fría noche que se presenciaba en aquella mansión tan lúgubre y selecta. La cantidad de países distinguidos y elegantes con prendas tan finas era digno de apreciar en un punto tan galano, las estructuras al estilo colonial era tan destacable, que estar ahí parecía ser un privilegio en la calmada noche de gala.
Antes de entrar a dicho lugar, era necesario dar la invitación respectiva, había una larga fila de países en espera, dando sus cartas de invitación cada uno, aquella carta eran tan simple pero a la vez tan insigne, que los invitados entregaban esa carta de manera tan cautelosa que era como si estuvieran dando algo de alto valor.
Anualmente, un país en específico podía llevar a cabo una gala, la cual, generalmente era dirigida por algún país europeo, este año Reino Unido era el anfitrión; estás galas generalmente eran invitados exclusivamente potencias o países ricos, o bien, simplemente países prestigiosos. No obstante este año Reino Unido decidió invitar a cualquier país independientemente de su clase, cosa que sin duda alegró a muchos, y a su vez disgusto para otros.
Entre toda esa fila, se encontraba un país tricolor que en su rostro denotaba una gran estupefacción y admiración a aquel lugar tan grande, no podía esperar a que terminara la fila para finalmente poder entrar. Venezuela siempre añoró poder ser invitado a esa gala tan exclusiva, y finalmente este año iba a poder sentir lo que era poder estar en un lugar tan glamuroso y elegante como lo era está tan distinguida gala.
Finalmente, después de una ardua espera, Venezuela pudo dar a ver su invitación, para luego entrar de manera impaciente y emocionada. Cuando entró, quedó más admirado de lo que ya estaba, las altas paredes y el estilo colonial regresaban en un largo y lúgubre pero a la vez elegante pasillo.
Era tanta la admiración ante este lugar, que Venezuela no se sentía digno de estar ahí, daba vueltas y vueltas por todo el pasillo, admirando cada mínimo detalle de todo. Lo único que incomodaba a Venezuela era el echo de llevar un traje elegante, cosa que este no está para nada acostumbrado, por lo que de ves en cuando intentaba separar con molestia la corbata tan apretada de su cuello, aunque esto no impedía expresar su enorme alegría.
Después de haber recorrido con lentitud aquel pasillo para poder admirarlo mejor, finalmente llego a otro, que este era menos largo, cuando llegó, vio una puerta bastante grande, cuando la abrió con un poco de esfuerzo, quedó perplejo con lo que vió, todo era más glamuroso por dentro, todos los países estaban muy bien vestidos y digno de hacerse notar. Al ver ésto Venezuela dedujo que era el salón de baile.
Venezuela estaba tan concentrado detallando cada minúsculo detalle que se asustó cuando un país repentinamente le tocó del hombro.
