ʟᴀ ʀᴇɪɴᴀ sɪɴ ᴄᴏʀᴏɴᴀ 「Wakanda Forever」

ᴇᴘɪsᴏᴅɪᴏ 3: ᴛʀᴀᴛᴏ

Toda la sala se asumió en un largo e incomodo silencio cuando Seraphi dijo aquel nombre.

-¿De qué lo conocéis muchacha? ¿Qué es lo que os ha hecho para querer algo así? -. Dijo la reina levantándose y acercándose a las 3.

-Lo conozco porque hace 5 años masacro a mi pueblo, mato a toda la que se le cruzo por el camino, casi acaba con nosotras, solo pudimos escapar una pequeña parte y hora no somos ni la mitad de lo que éramos antaño. Convivíamos pacíficamente en el mar sin molestar a nadie, solo con su pueblo y algunos seres más, hasta que llego él y lo arrasó todo-.

-Entonces ustedes sois...-. Susurró.

-Sí, somos lo que comúnmente conocéis por sirenas. Durante estos 5 años nos hemos escondido en la tierra para que no nos encontrasen, nos hemos hecho pasar por humanos en un pequeño pueblo. Si necesitáis comprobar si lo que os cuento es verdad por favor, os mostrare el lugar exacto donde hemos estado escondidas. Os mostrare a todas las niñas que Namor ha dejado huérfanas, a todas las madres que después de 5 años lloran la pérdida de sus hijas o a las abuelas que se han quedado completamente solas porque lo perdieron todo. Si vos queréis, os lo mostrare todo si eso sirve para que confíes en nosotras-. Aunque Ramonda no lo expresara, muy en el fondo de su corazón a imagen de las niñas llorando por sus madres, ancianas solas por perder a sus familias le estrujo el corazón, sabia perfectamente lo doloroso que era pasar por algo así y no pudo evitar cierta compasión por ellas.

Ambas habían pasado por situaciones igual de dolorosas, era imposible no sentir empatía.

-Lo hare, lo comprobare, no puedo simplemente fiarme de unas completas desconocidas, por muy convincentes que seáis, a día de hoy no puedo fiarme de nadie, disculpadme por eso, la vida me ha demasiados golpes y me he vuelto una persona muy desconfiada. Pero si todo lo que me habéis contado es verdad, no dudéis que tenéis todo mi apoyo, seréis bien recibidas en mi reino y aquí estaréis más seguras que en ningún lado, tenéis mi palabra, espero que la vuestra valga lo mismo que la mía-. Dijo seria mientras miraba a Seraph sin apartarle la mirada.

-Lo comprendo perfectamente majestad, agradezco mucho la oportunidad que nos estáis dando, tenéis mi palabra y toda la gratitud de mi pueblo para siempre. Espero algún día poder saldar esta deuda-. Agradeció la rubia haciendo una pequeña reverencia, no quería que nadie la viera pero en realidad las lagrimas estaban a punto de caer por sus mejillas, habían luchado tanto que por fin veían luz al final del túnel.

-Pero decidme, ¿Qué es lo que me podéis ofrecer ustedes que no pueda mi pueblo y ejército?-. Ante aquellas palabras Brier dio un pequeño paso al frente, llamando la atención de la reina.

-Desde que nacemos, las kirens somos entrenadas en el arte del combate en el agua, nos manejamos con rapidez, somos veloces y letales, a la hora del combate en el agua necesitaría refuerzos majestad, el ejercito de Namor es muy poderoso y su territorio es el mar. De mientras que el vuestro es el aire. No quiero sonar impertinente majestad y con todo el respeto, nuestra ayuda os vendría bien si queréis aseguraros la victoria-. Lo mujer observo detenidamente a Brier, le sacaba casi una cabeza de altura y su gran musculatura imponía demasiado. Esta volvió su mirada hacia Seraphi.

-Déjame vengar a mi pueblo, lo único que deseo es recuperar mi hogar y vengar a mis fallecidos. Una vez que esta guerra acabe me iré por donde he venido y nunca volverás a verme-.

-¿Qué es lo que necesitáis?-. Aquella pregunta lleno de esperanza el pequeño corazón y roto corazón de la rubia.

-Un lugar donde mi pueblo pueda descansar, algo de comida y armas, muchas armas-. Dijo ella con una sonrisa.

-De acuerdo, entonces esto es trato, yo te doy armas y ustedes lucháis para mí. Os daré mi voto de confianza, pero os advierto, rompedlo y acabare con todas ustedes-. Aquellas palabras pusieron pillaron totalmente desprevenidas a las 3 sirenas, pero en el fondo no podían estar más felices.