Cuando el pueblo de Seraphi, reina de Sirenia es asesinado brutalmente por Namor, esta jura vengarse y acabar con la vida del rey. Nuevas alianzas, sentimientos por describir, secretos revelado. Todo lo que Seraphi creía que era verdad, acaba siendo...
-Sígueme, quiero enseñarte algo-. Namor se dio la vuelta y Seraphi dudó en que hacer, pero finalmente decidió que le haría caso, no le quedaba más remedio debido a la situación en la que se encontraba y sinceramente, aquello que él quería mostrarle le causaba muchísima curiosidad.
Solo esperaría a que alguien de Wakanda o de sus tropas viniera a por ella lo más pronto posible.
Esta lo siguió a través de la cueva, la admiraba, era hermosa, con todas las larvas de luz, el agua y su reflejo, era como un pequeño rinconcito de fantasía escondido de toda la realidad del mundo exterior.
Observó como el rey se adentraba en una especie de cabaña de madera, se preguntaba que hacia eso allí, suponía que el viviría en Talokan en un gran palacio y no en ese sitio. Aunque la rubia admitía que era bastante acogedor.
Esta entro en la pequeña vivienda y quedo asombrada ante lo que descubrió, ahí, cubriendo toda las paredes había decenas de pinturas, de colores llamativos, grandes figuras, escenas de batalla.
Pero lo que más la impactó fue ver la pintura de su batalla contra el, la figura cuidadosamente dibujada, los colores azules sobre su cola, su largo pelo, todo empuñando una larga lanza apuntando a Namor, y él enfrente de ella listo para luchar.
-Desde hace 5 años revivo una y otra vez aquella batalla, admiro tu coraje, defendiste a tu pueblo con valentía, no te importaba morir para defenderlos a ellos. Eso te convierte en una gran líder-. Dijo mientras se ponía a su lado y observaba la pintura.
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-Desde hace 5 años revivo una y otra vez aquel día, luché pero no pude defender a mi pueblo, murieron muchas personas, eso no me hace una gran líder. Sus fantasmas me persiguen día y noche, me atormentan en sueños-. La rudeza de sus palabras sorprendió a Namor.
-Aquel día recibí un mensaje, me dijeron que tu pueblo se estaba preparando para atacar al mío, que queríais nuestro vibranium, la simple idea de que todo por lo que había luchado iba a ser destruido me consumió. Mis consejeros me dijeron que lo mejor era atacar ya, uno sorpresa y eso hice. Me deje llevar por la ira y ahora estoy pagando por mis errores-.
-Nunca os atacaríamos, sabíamos la gran fuerza que vuestro ejercito poseía, nunca hemos querido vuestro vibranium. Nuestros pueblos han convivido en paz durante miles de años. Vosotros llegasteis mucho mas tarde que mi raza, y a pesar de todo os acogimos en el mar y dejamos que crearais vuestra ciudad y prosperarais. Os creéis el dueño de todo ¿verdad? Creéis que podéis llegar y adueñaros de todo, eliminar cualquier amenaza, pero os equivocáis, esta vez nosotros vamos a ganar y seréis vosotros los que os marchareis-. Sentencio mirando con ira.
-¿Eso es una amenaza? ¿En mi propio reino y en las circunstancias en las que os encontráis? Cada vez me sorprende más lo temeraria que sois-. Dijo con una sonrisa socarrona.
-Tómalo como quieras, solo te digo que tengas cuidado Namor, quizás quieres creer que nos conoces, que sabes nuestras habilidades o forma de pelear, pero ya te digo que no es así. Guardamos muchos secretos-.
