Capítulo XLVII

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Jin se miró en el espejo una vez más. Su reflejo le devolvió una mirada vidriosa. Se había dicho a sí mismo que no iba a llorar al menos hasta el final de la ceremonia, pero sabía que era una batalla perdida.
Levantó la mano para volver a tocarse el pelo pero Jungkook le detuvo.

-Ya vale. Estás perfecto. – Sus miradas se encontraron en el espejo y Jin intentó sonreír, pero solo le salió una mueca extraña. Jungkook se echó a reír y el director no pudo evitar unirse a él. Al menos eso hizo que se relajase un poco.
-No sé porqué estoy tan nervioso – intentó justificarse.
-Eso es lo normal – Jungkook le puso las manos en los hombros y le hizo girarse en la silla, mirándole desde arriba. – Pero, ¿Estás bien? – le preguntó – Solo dame una señal y arranco el coche. Estaremos lejos de aquí antes de que Namjoon se de cuenta. Yo te cubro.
-No te ofendas, Jeon. Pero no dejaría a Nam por nada del mundo, y menos por un niñato como tú.
-Con que esas tenemos, ¿eh? – Jungkook cogió el peine de encima del tocador y al verle, Jin se levantó para huir de él – Ven, aquí – le dijo amenazándole con el peine.
-No te atreverías.
-¿Que no? Ahora verás cuando...

Unos golpes en la puerta les interrumpieron y el padre de Jin se asomó por ella al ver que nadie respondía. Sonrió ante la escena que se encontró. Su hijo señalando con un dedo al Doctor Jeon quien frente a él, le amenazaba con lo que parecía un peine en el aire, aunque lo escondió rápidamente a su espalda al verle.

-Papá, ¿Ocurre algo? – Le preguntó el director.
-Todo bien. Solo quería hablar contigo antes de la ceremonia. – Miró a su hijo y luego al otro Doctor. Jungkook no se lo puso difícil.
-Iré a ver como está Namjoon. Seguro que Yoongi no es tan buen acompañante como yo. – Jin le miró agradecido y él asintió. Dejándoles a solas.

Ninguno de los dos dijo nada durante unos segundos. Su relación había mejorado en los últimos meses, pero por alguna razón cuando estaban a solas aun parecía flotar algo de tensión.

-Estás muy elegante, hijo.
-Gracias – contestó Jin.
-Sé que no es una boda tradicional, pero te he traído algo – Sacó una pequeña caja del bolsillo de su chaqueta y se la entregó a su hijo, que la abrió al momento. Eran unos gemelos.
Son míos. Son los que llevé en mi boda. Pensé que podrías llevar algo prestado. Supongo que ya tendrás unos...
-Los llevaré encantado.
-¿Sabes? Tu madre los eligió – Su hijo le miró, sorprendido ante el comentario de su padre, quien sonreía con tristeza. – Ya sabes como era, siempre mirando hasta el último detalle.

Jin se quedó sin aliento. Casi no hablaban de su madre. Era demasiado doloroso para ellos. Apenas tuvieron tiempo de despedirse. No habían digerido el diagnostico del cáncer cuando esa maldita enfermedad les dejó sin ella. Cuando se lo detectaron ya no había esperanza, no pudieron hacer nada para salvarla.

-Yo... - luchó por contener las lágrimas, pero las siguientes palabras de su padre lo hicieron imposible.
-Ella estaría muy orgullosa de ti. – le dijo mientras le colocaba los gemelos. - Estoy seguro. Como yo lo estoy.
-Oh, papá.

Su padre le abrazó con fuerza, y le acarició la espalda con delicadeza. Jin se permitió derrumbarse por un momento.

-Gracias – murmuró mientras se separaban. Su padre sacó un pañuelo y le limpió las lágrimas.
-Siempre. Ahora ve a retocarte, no querrás salir en las fotos con la nariz roja.

Jin volvió al tocador y su padre se echó a reír al verle la cara de susto.

-Oh dios, Jungkook me va a matar. ¿Podrías ir a buscarle para que me ayude a retocarme? No quiero arriesgarme a ver a Namjoon.
-Por supuesto. Te espero antes del pasillo. – Cuando su hijo asintió, visiblemente emocionado de nuevo, salió de allí para evitar que ninguno de los dos volviese a llorar.

Anatomía de Jeon [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora