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—Esto es lo que vamos a hacer. Cuando lo veas, dile un cumplido.

A Fyodor se le reinició el Windows.

—Un cumplido... ¿cómo? —Cuestionó.

Sigma suspiró profundamente.

—¿Eres o te haces? —Preguntó— Es imposible que no sepas hacer cumplidos.

—No hace falta la agresividad, pero de verdad no sé qué decir.

—Simplemente halaga su peinado o su ropa, o qué se yo —Sigma giró brúscamente al ruso—. Mira, aquí viene, no lo arruines.

Vaya, muchas gracias por el consejo, Sigma.

Nikolai cruzó la esquina del pasillo y quedó cara a cara con el de cabello bicolor. Ambos se sonrojaron, sólo un poquito.

—¡G-Gogol! —Exclamó, con la voz una octava más alta de lo normal— ¿Qué tal?

—Hey, Sigma —Saludó el albino—. Me alegra verte.

Sigma se mordió un labio y agarró a Dostoyevski del brazo.

—Fyodor tiene algo que decirte —Murmuró entre dientes, aguantando la rabia que sentía—, ¿no es así, Fyodor?

Fyodor era una persona muy tímida e introvertida. Constantemente le daba vergüenza hablar porque sentía que diría una sarta de estupideces, y se quería ahorrar las burlas. Era esa clase de persona que es súpero inteligente pero no se hace notar. Tampoco es que necesitara humillar a los demás con su deslumbrante ingenio.

Que Sigma lo mirara de esa forma sólo conseguía ponerlo más nervioso.

¿Que dijera un cumplido? ¿Qué clase de cumplido podía decir? Nikolai era muy halagable. Tenía unos ojos hermosos, un cabello hermoso, un rostro hermoso y, por supuesto, un cuerpo hermoso (tuvo la oportunidad de comprobarlo cuando tuvieron clase de natación). También era muy inteligente y carismático. Siempre iba muy a la moda. ¿Qué de todo eso podía decir?

—Ah —Empezó—... крыса...

Los otros dos se quedaron de piedra. Gogol carraspeó nervioso.

—Ah, vale... —Murmuró— Ya me iba, igualmente. Nos vemos.

Y huyó. Sigma golpeó su frente.

—¿Por qué —Quiso saber—, de tantas cosas que pudiste decirle, le tenías que llamar "rata"?

—¿Qué tiene de malo? —Protestó el ruso— Las ratas son lindas.

—Son horribles, y llevan enfermedades. Acabas de decirle a Nikolai que es una rata que transmite enfermedades. ¿Te parece romántico?

—Pues...

Sigma bufó.

—¿Y eres el más inteligente de tu clase? La mano debe estar bastante baja para que estés así...

—¡Oye!

Sigma rió.

—Te estoy tomando del pelo —Dijo, jalándo levemente del cabello de su amigo—. Tiene arreglo, no te preocupes. Sólo no lo vuelvas a llamar "rata", ¿sí?

Suspiró. La verdad, sí le había ofendido que Sigma cuestionara su inteligencia. Él era brillantemente listo. Su inteligencia racional era impresionante. Ahora, si hablamos de inteligencia emocional, eso es otro asunto.

—No lo llamaré rata —Accedió—. ¿Qué debo hacer?

—Primero, pagarme mis quince mil yenes —Exigió Sigma—. Segundo, dame un papel y lapicero.

Pingüinos /Fyogol/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora