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Por alguna razón que no sabía explicar, cuando terminaron las clases Sigma se fue sin siquiera despedirse. 

Tal vez se había comido algo que estaba vencido y le había dado diarrea explosiva, quién sabría.

Fyodor sentía que a él le iba a dar esa diarrea explosiva. ¡Estaba súper nervioso! Iba a ser su primera cita, y su primera vez comiendo tacos. De hecho, era la primera vez que comería algo que no le preparó Iván.

Se mordía los pulgares mientras esperaba ver aparecer a Gogol por la esquina del pasillo, caminando con esa sonrisa deslumbrante que siempre llevaba puesta mientras su trenza se movía por el viento tras él.

Sus padres debían de ser pintores, porque Nikolai era una obra de arte.

Hacía un esfuerzo para recordar los consejos que le había dado Sigma, antes de huir en cuanto sonó el timbre. No debía llamar rata a Nikolai. Tampoco debía mencionar su gusto por las ratas, cucarachas y bichos de las alcantarillas, porque era raro. Ni tartamudear tonterías, si sentía que iba a hacerlo debía quedarse callado y sólo asentir o negar con la cabeza.

Sigma a veces podía ser un poco cruel con sus comentarios.

Nikolai por fin llegó. Estaba acompañado de un par de sus compañeros; un chico que recordaba que se llamaba Ranpo (tenía una partida de desempate de ajedrez pendiente con él) y a una hermosa chica de cabello rubio muy largo.

No pudo evitar pensar en que, quizás, aquella chica tan guapa fuera su novia.

Nikolai se despidió de sus amigos y corrió hacia a él alegremente. Por mucho que lo intentó, Fyodor no pudo evitar sonrojarse violentamente.

—¡Hola! —Saludó— ¿Dónde vamos a comer?

—Ah, bueno, yo... —Tartamudeó— Sí.

Nikolai parpadeó.

—¡Ah, vale! —Exclamó— Sí. Perfecto. Una duda, ¿a qué le dijiste que sí, exactamente?

"Recuerda" le había dicho Sigma hace un rato "Si te trabas y no sabes que decir, empieza de nuevo y salúdalo. Intenta usar un poco de humor para aligerar el ambiente, eso de paso te quita la ansiedad"

Respiró profundamente.

—Buenas tardes primero que nada —Empezó, y sonrió—. Sigma me comentó de un lugar de tacos en la esquina. Pensé que podríamos ir allí.

—¿El de la esquina? Oh, sí, ya había escuchado de ese lugar, pero nunca encontraba la oportunidad para ir. Me alegra que me hayas invitado.

¿Eso era un cumplido?

—A mí también —Fyodor se preguntó internamente si tenía la cara tan roja como la sentía—. ¿Vamos ya?

—¡Claro!

La alegría de Nikolai era tan contagiosa que de camino Fyodor no pudo dejar de sonreír.


[♤♡◇♧]


Mientras tanto, Sigma estaba de un humor de perros. En cuanto llegó a casa, lanzó su mochila al demonio y cerró la puerta con fuerza. Ya dentro de su habitación, se dio el lujo de tener una pequeña rabieta y pateó su cama, golpeó las paredes y gritó contra la almohada de la frustración.

Una vez se le hubo pasado, se acurrucó entre sus sábanas y pensó que si existía un dios allá arriba, debía estar muerto de la risa por su situación.

Pingüinos /Fyogol/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora