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Se le había olvidado por completo que Fyodor y Nikolai estarían allí en su cita. Sintió su estómago revolverse, y en un acto automático, se dio media vuelta y salió corriendo por el pasillo.

El ruso no se esperaba encontrarse con Sigma allí, y verlo frente a él le hizo sentirse aún peor, por haberle gritado que era un mal amigo aunque estuvo haciendo lo posible para juntarlos a él y a Gogol, a pesar de sus sentimientos hacia este último.

Y se sintió culpable por haber besado a Nikolai.

—¡Sigma espera! —Gritó, y se giró hacia su acompañante para dejarle su helado— Discúlpame un momento.

El albino no tuvo tiempo de decir nada, pues Fyodor salió corriendo tras Sigma y lo dejó atrás, con las palabras en la boca y los helados en la mano.

—¡Sigma! ¡Para! —Pidió, tratando de alcanzarlo.

El de cabello bicolor redujo el paso, pero no se detuvo.

—Aléjate, Fyodor —Dijo, con un tono duro como la piedra—. Y no me toques. Estoy pegajoso.

—¡Y eso a mí qué me importa!

Sí le importó, y mucho. Con lo asquiento que era, cuando le agarró el brazo a Sigma para detenerlo pudo ver que efectivamente estaba muy sudado y muy pegajoso. Ew.

Aún así, mantuvo su rostro sereno para no ofender a Sigma más de lo que ya estaba.

—Hablemos —Pidió.

—Deberías volver a tu cita.

—Volveré cuando tú y yo hablemos.

Sigma se soltó de su agarre.

—No hay nada de qué hablar, Fyodor —Replicó con fastidio—. Amas a Nikolai. Nikolai te ama a ti. Yo no tengo nada que ver entre ustedes dos, y está bien, ¿sí? Regresa con él.

—Lamento haberte gritado así —Insistió el ruso—. Eres mi mejor amigo, eres mi único amigo. Y es una estupidez dejar eso por un chico.

Sigma sonrió levemente.

—Es un chico guapo —Comentó.

—Lo es —Admitió Fyodor, con una sonrisa socarrona en su rostro, recordando el beso que Nikolai le había dado en el Arcade—, pero si tengo que elegir entre ese chico guapo y tú... Te elijo a ti, Sigma.

El mencionado bufó.

—No soy un Pokémon —Protestó, y Dostoyevski rió.

Estiró la mano hacia él. Sigma la apretó.

—¿Amigos?

—Amigos.

Se sonrieron, y Fyodor se limpió la palma de la mano en el pantalón, pues había quedado pegajosa por el contacto con la de Sigma.

—¿Dejarás a Chuuya solo?

—Sí, creo que sí. Se me quitaron las ganas de comer helado. ¿Y tú? ¿Le dejarás tu helado a Nikolai?

Fyodor le dio un golpecito en el hombro.

—¿Nos vemos después? —Preguntó.

—Puedes contar con ello —Accedió Sigma.

Quería darle un abrazo, pero le daba asco tocarlo estando tan pegajoso, así que simplemente se despidieron con una sonrisa.

Fyodor regresó con Nikolai, quien le entregó el helado como si fuera radioactivo y se alejó tres pasos rápidamente.

—¡Lo siento, lo siento mucho! —Se excusó. Fyodor lo miró sin entender.

—¿Qué?

—No sabía que Sigma y tú estaban saliendo. Perdona.

Pingüinos /Fyogol/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora