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Una semana. Había pasado una semana entera desde lo del centro comercial, y la relación entre Nikolai y Fyodor seguía sin especificarse.

¿Eran amigos? ¿Novios? ¿Amigovios? ¿Noviamigos? ¿Casi algo?

Sigma sinceramente ya se estaba desesperando.

—¿Hasta cuándo vas a seguir así? —Dijo, a modo de saludo, cuando entró al aula de biología y se sentó junto a su amigo— Si vas a esperar a que Nikolai te lo pida, morirás esperando.

—¿Qué tal si lo haces tú por mi? Vamos, te pagaré.

Sigma lo consideró por un momento, pero finalmente negó con la cabeza.

—Nope —Se rehusó—. Creo que ya te he desplumado bastante.

—Desplu... ¿qué?

—En cualquier caso, está vez tienes que hacerlo . Eres tú quién debe pedírselo. Y tienes menos de una semana.

—¿Por qué?

—¡Pronto serán vacaciones! No sabes si él irá a alguna parte con su familia. Y tú ni siquiera le has pedido su número.

Sigma le dedicó una mirada acusadora, y Fyodor se apabulló.

—¡Me puso nervioso! —Se excusó— Y no tengo ni idea de cómo decírselo.

El otro suspiró.

—Sólo tienes que llegar y decirle: ¿Quieres ser mi novio? Y ya. No es tan difícil.

—¡Pero quiero que sea diferente y original.

—Claro, como tú eres tan único e inigualable...

—¡Deja de burlarte de mi!

El de cabello bicolor se rió y le dio un puño suave en el hombro.

—Vamos, no te enfades. Ya pensaremos en algo —Le sonrió y se estiró en su puesto. Fyodor pensó que se veía como un gato—. Hablando de otra cosa, mi padre me llamó.

Fyodor abrió los ojos con sorpresa. Después de su cita con Nikolai, fue a casa de Sigma a charlar un rato y resolver mejor las cosas. La comunicación era demasiado importante, y se evitaba muchos malentendidos. Fyodor seguía sin creer que Shibusawa realmente estuviera enamorado de él. No lo entendía.

También habían hablado de la situación de Sigma con su padre. Sigma le confesó que prefería irse con él a Irlanda que quedarse en Japón con su madre, su padrastro y su medio hermano.

Era curioso que justo después de hablar de eso, Sigma viniera y le dijera que su padre lo había llamado.

—¿En serio? ¿Y qué te dijo? —Preguntó el ruso. Sigma se encogió de hombros.

—Me preguntó si quería pasar las vacaciones con él —Contestó despreocupadamente y con una sonrisa incipiente en el rostro. Fyodor se alegró por él.

—¡Eso es genial!

—¡Lo sé! También me dijo que podía hablar con mi madre, y si yo quería, podría decidir quedarme con él.

Suspiró y recostó la cabeza en el escritorio.

—Me preocupa dejarte aquí, sin tener idea de cómo socializar, pero supongo que estarás bien.

Dostoyevski le dio un codazo y él se rió.

—Me alegra que puedas pasar las vacaciones con Bram —Le dijo, con sincera felicidad.

Se sonrieron y llegó la maestra a dar clase, así que Sigma se incorporó y sacaron sus cuadernos.

La cabeza de Fyodor estaba en otra parte en ese momento, pensando en Nikolai y en qué le diría para pedirle el noviazgo. Después de su cita, no hablaron la gran cosa. Intercambiaban sonrisas y miradas cómplices cada que se cruzaban, y alguna que otra vez se daban un besito en la mejilla cuando se topaban, pero nada más. 

Pingüinos /Fyogol/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora