♡♡

796 89 53
                                    

A Sigma le costaba un poco ver cómo golpear cosas iba a tranquilizarlo y a hacerlo sentir mejor. Creía que golpear un saco imaginando que era Shibusawa lo iba a hacer sentir aún más enfadado con él (porque siempre que tenía un mal día y llegaba a su cuarto a golpear todo lo único que conseguía era sentirse más frustrado y más fastidiado de lo que ya estaba), pero si Chuuya lo decía, debía ser por alguna razón.

Llegaron al gimnasio del centro comercial y el pelirrojo le enseñó a colocarse esos guantes de boxeo, y le contó más o menos lo que iban a hacer.

—Mira, vas a golpearme la mano izquierda —Dijo—. Y luego te agachado cuando veas que te voy a golpear con la mano derecha. ¿Lo captas?

—De acuerdo —Suspiró Sigma, aunque con una actitud suspicaz—. ¿Seguro de que esto me hará sentir mejor?

—En mi caso funciona —Nakahara se encogió de hombros—. Cuando el imbécil de Dazai hace alguna tontería, vengo aquí a liberar estrés, y cuando regreso con él ya no tengo tantas ganas de matarlo.

Sigma hizo un gesto.

—Impresionante.

—Lo importante es que te concentres —Le indicó Chuuya, y le dio un golpecito suave en el hombro—. Recuerda, golpeas la mano izquierda, esquivas la mano derecha. No puedes hacerlo bien si estás pensando en otras cosas. Olvídate de tu hermano, de Fyodor y de Nikolai, ¿de acuerdo? Concéntrate en mi.

Sigma enarcó una ceja con incredulidad, pero solo lo haría porque era él quien se lo decía y porque no tenía nada mejor que hacer. No quería regresar con Shibusawa.

Se puso en posición y empezó a golpear la mano de Chuuya, al inicio con unos movimientos torpes, pero después se acostumbró y sus movimientos fueron más fluidos. Aún así, no podía evitar que sus pensamientos divagaran entre sus problemas. Se distrajo por un momento y por poco recibe el golpe de Nakahara.

El pelirrojo lo regañó.

—Concéntrate, Sigma.

—¡Me estoy concentrando! —Protestó el de cabello bicolor.

—¡No, no lo estás haciendo! —Suspiró— Mira, sé que estás pasando por muchas cosas en este instante. Es normal que lo sobrepienses todo, ¿sí? Pero que sea normal no significa que sea saludable.

—Es que realmente no lo entiendo —Dijo Sigma con cierto fastidio—. Tú siempre me dices que hay que hablar los problemas porque eso ayuda a liberarse de ellos. Y ahora me dices que los ignore. No tiene sentido.

—Yo jamás dije que los ignoraras. Dije que te concentres y no pienses en otra cosa. Necesito que liberes todo tu enojo con esto y así puedas contarme las cosas con el cerebro y no con la rabia.

—¿Cómo se supone que libere mi rabia si no pienso en toda la mierda que me pasó hoy?

Chuuya enarcó una ceja.

—¿Acaso necesitas una razón para estar enojado?

Sigma sintió esas palabras como un buen puñetazo en el estómago, o quizás como una cachetada que dijera "date cuenta".

No, no necesitaba una razón para estar enojado. Podía estar enojado cuando se le diera la gana, y los últimos días se había sentido enojado sólo por existir. Se mordió un labio.

—¿Quieres que empecemos con el saco? —Sugirió Chuuya.

—Sí... Suena mejor.

Dejó escapar un suspiro y se acercaron al saco de boxeo que colgaba frente a ellos.

—Y... ¿Qué hago? —Preguntó Sigma.

—Golpéalo.

—¿Sólo lo golpeo?

Pingüinos /Fyogol/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora