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El lunes cuando llegó a clases Fyodor se esperaba cualquier cosa, menos una carta de Shibusawa en su casillero, junto con un ramo de rosas.

"Nos vemos después de la escuela en el mariposario."

No tuvo tiempo de preguntarle a Sigma, quien lo había estado evadiendo desde que llegó al colegio, además de que su despertador no había sonado en la mañana y había llegado justo a tiempo antes de que cerraran las puertas, así que tuvo que quedarse con la duda.

Se sentía extraño, con una incipiente excitación por ver a Nikolai luego de su no-tan-desastrosa cita, en la cual se tomaron de la mano por un breve momento (momento en el que se estaba muriendo por lo picante de la salsa); un nerviosismo por no saber cómo actuar o qué pensaría sobre él y cierta tristeza, por sentir distante a su mejor amigo.

Sentía que en cualquier momento vomitaría mariposas, y que ellas dirían el nombre de Nikolai una y otra vez hasta hacerlo vomitar de nuevo.

Quizás no fue buena idea ir a estudiar sin haber desayunado todavía, pero se sentía tan emocionado que había decidido saltarse la comida.

El plan era ir con Gogol, pedir perdón por haber arruinado la "salida de amigos", cof, cof, cita, y luego invitarlo al centro comercial para jugar en el arcade o cosas por el estilo.

Según Sigma, este ahora sí sería el plan perfecto. 

Sin embargo, los maestros tenían otros planes para él.

Sin siquiera alcanzar a salir del salón, la maestra lo detuvo a pedirle que llevase una nota al maestro de matemáticas. Fue al departamento correspondiente y los demás profesores le dijeron que el maestro en cuestión no estaba allí y que estaba en un salón que quedaba al otro lado del colegio.

Cuando lo encontró, él le pidió que lo ayudara a bajar la pila de cuadernos que había recogido en clase. Con todo eso, se le olvidó darle la nota, y ya estaba caminando alegremente hacia Nikolai hasta que se acordó y tuvo que devolverse.

Con todo eso, no tuvo tiempo de nada y una vez terminó todos los favores de un maestro a otro fue cuando sonó el timbre que indicaba el final del descanso.

Por alguna razón, el tiempo ese día estaba pasando terriblemente lento, pero cuando parecía tener un momento libre para acercarse a Gogol, de repente el tiempo se aceleraba y no alcanzaba a hablarle.

Cuando terminó la jornada escolar pretendía hablarle, pero entonces Shibusawa lo abordó.

—Hola —Saludó—. ¿Sí viste la carta que te dejé?

—S-si...

A lo lejos, vio a Nikolai alejarse junto con su amigo, Mushitaro, hablando alegremente. Suspiró.

—Entonces, ¿al mariposario? —Preguntó, no muy contento.

Por el contrario, Tatsuhiko parecía no poder dejar de sonreír.

—¡Sip! Andando.

Debía admitir que la idea de bichos con alas grandes y coloridas no le agradaba en lo absoluto, pero no se atrevería a decírselo a Shibusawa porque se veía tan contento que no quería aguarle el ánimo.

Se preguntaba si eso tendría que ver con la extraña actitud de Sigma durante los últimos días. Después de esa pelea con su hermano, se rehusó a contarle nada sobre lo que había pasado, y cambiaba de tema a cada segundo. En dos minutos hablaron como de veinte cosas distintas, de todo, menos de lo que le había sucedido, o si se encontraba bien.

Se preguntaba si, a lo mejor, Sigma estaría enfadado con él. Si tal vez había sido muy egoísta pidiéndole que le ayudar a con Nikolai, y que toda esa última semana sólo hablara de él, y de sí mismo. ¿Y si Sigma ya se había cansado de él, y sus problemas amorosos, pero simplemente no se lo decía por no quedar como un mal amigo?

—¿Qué te parecen? —Preguntó el albino con una mariposa posada en su dedo— Son muy hermosas, ¿no crees?

—S-si, hermosas...

Fyodor sólo rezaba para que ninguno de esos bichos se le acercara.

—Oye, ¿has hablado con Sigma?

Tatsuhiko frunció el ceño.

—No. ¿Para qué?

—¿No pelearon la semana pasada?

Él desvió la mirada y ahuyentó a la mariposa de su lado.

—Oye, Shibusawa, Sigma parece muy afectado. 

—Pfff. No me hagas reír. Si está afectado, es por cualquier cosa menos por mi. No sé si no te hayas dado cuenta, pero no somos realmente hermanos, no nos tratamos como tal. Ni siquiera llegaríamos a ser como amigos, o compañeros, ¿Y dices que está afectado porque discutió conmigo? Eso es imposible. 

Apretó el puño.

—Yo sé por qué está afectado... —Agregó. Fyodor alzó la vista.

—¡¿En serio lo sabes?! —Preguntó, un poco más emocionado de lo que debería. Luego, recuperó la compostura— ¿No me mientes?

—Yo... —Shibusawa dudó— No sé si debería decírtelo.

—¿Por qué no?

—Porque es sobre ti.

El ruso se quedó boquiabierto. 

—¿Sobre mi?

Tatsuhiko asintió.

—Fyodor, tú eres gay, ¿verdad?

—¡Eso qué tiene que ver! —Exclamó, rojo de la cabeza a los pies.

—Y te gusta un chico, ¿no es así?

—Ve al grano, Shibusawa. Sin rodeos.

—Está bien —Suspiró el albino—. Le debía un favor a Sigma. Fue él quien me consiguió esta cita contigo. 

—¿Para qué haría eso?

—¿No se te ocurre nada? —Tatsuhiko enmarcó una ceja— Fyodor, a Sigma le gusta Nikolai.

Sintió como si una cubeta de agua fría le hubiese caído encima. No podía creerlo, no quería creerlo. Era imposible, un sinsentido. Simplemente no podía ser.

Pero aún así, se sentía real, no parecía que le estuviese mintiendo. De repente todo encajó en su mente como un rompecabezas cuya pieza final se le había perdido pero por fin la encontraba. Al final, todo tenía sentido.

A Sigma le gusta Nikolai

¿Cómo podía haber sido tan estúpido como para no darse cuenta?

Había pasado tanto tiempo pensando en Nikolai, en cómo sería estar juntos, en si le gustaría a él, en si aceptaría ser su novio, que había dejado de fijarse en su amigo. En sus gestos, en sus ojos, en su voz al hablar de cómo lo ayudaría a salir con Gogol, en cómo se mordía el labio inferior, de su forma de evadirlo siempre que iba a tratar algo de Nikolai.

Se sintió mareado, pero cuando Shibusawa le ofreció su brazo lo rechazó y salió corriendo a buscar a Sigma y pedirle explicaciones. No escuchó a Tatsuhiko gritando a sus espaldas, llamándole para que regresará.

Necesitaba que Sigma le dijera que era mentira, que no era cierto, que Shibusawa sólo trataba de calumniarlo por su discusión. 

Pero sus peores pensamientos fueron confirmado al ver a Sigma charlando alegremente con Nikolai mientras se comían un taco picante sentados en un muro y sonriéndose tiernamente. 








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Pingüinos /Fyogol/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora