Capítulo 1

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Mi nombre es David García, vivo en Manhattan, y ante los ojos del mundo no tengo nada especial. ¿Mi padre? Un científico de esos que no tienen tiempo para nada más que no sea su trabajo. Mi madre... bueno, esa se fue un día y jamás regresó, tengo 21 y no recuerdo nada de ella, así que tampoco es algo que me defina. Estudiaba en una universidad antes del día cero, pero ya qué más da.

Voy de camino a un centro de refugiados al otro lado del Estado, hoy es el día 237 después del desastre y yo voy a contarles la historia de cómo se extinguió nuestra especie.

El camino es largo así que empezaré por el principio, el día 20 de diciembre de 2025 fue un día tan normal como el resto, pasaron cosas, sí, pero nada raro o fuera de lo ordinario. Todos nos fuimos a dormir ese día pensando que al siguiente el mundo seguiría siendo el mismo. ¡Pero no! El día 21 de diciembre o como los sobrevivientes lo llamaron, el día cero, lo cambió todo.

Lo recuerdo como si hubiera sido ayer:

-Ahhhh -bosteza-, hola papá -dije mientras salía de mi cuarto.

-Hola hijo, mira -me dijo intrigado.

Esta mañana se ha encontrado el cadáver de un señor de edad avanzada en su propia casa, el presunto asesino, su propio gato, según el forense el animal doméstico perteneciente a la víctima rasgó su cuello causando que este se desangrara y muriera minutos después, asumimos que luego se dio a la fuga pues no fue encontrado por la zona -decían las noticias narradas por una comentarista femenina de esas de noticiero local.

-¡Qué! Es una locura ¿verdad? -dije.

Estaba muy sorprendido por aquello, digamos que no es el tipo de asesinato que estamos acostumbrados a ver.

-Eso no es todo -dijo mi padre mientras cambiaba de canal.

¡Monos! Los monos del zoológico de Central Park se escaparon de sus jaulas rompiendo la verja y han abierto las jaulas de las demás especies, todo es un caos y la policía intenta contener a los animales que han asesinado a sus cuidadores... -dijo otro reportero de noticias.

-Y hay más -volvió a decir papá.

-Oye... ya me estoy asustando. ¿Asustando? estaba horrorizado.

¡Muerte! ¡Sangre! ¡Terror! Se aconseja a las personas no salir de casa, perros callejeros y animales silvestres atacan a los humanos sin motivo causando graves daños... -seguían diciendo en las noticias.

-Cuando pasó esto? -pregunté- ayer todo estaba bien.

-No lo sé hijo, pero tengo que ir al laboratorio.

-¿Pero que dices? Es peligroso, ¿no ves las noticias? -le dije para evitar que saliera.

-Tengo que asegurar la investigación, es demasiado importante -dijo-. Si no regreso en 48 horas dame por muerto. Cuando salga cierra la puerta y no salgas por nada del mundo. ¿¡Entendido!?

-Sí papá.

Sé lo que estás pensando. ¿Por qué dejó ir a su padre? Ese viejo testarudo no cambia de opinión por nada del mundo, su investigación es sagrada y si no la recuperaba moriría de un soponcio.

Se fue, y esa sería la última vez que vería a mi padre.

Los siguientes días todo transcurrió bastante pacífico, al menos para mí. Fue hasta dos semanas después que dejó de llegar señal a las TVs, poco a poco todo fue empeorando, se cortó el suministro de electricidad algunos días después y más tarde el de agua. La casa estaba vacía y me quedaba sin comida, estaba oscuro porque las ventanas metálicas de casa estaban cubiertas por cortinas improvisadas. Me sentía como en una cárcel, estaba paranoico y desesperado. Decidí después de meditarlo un poco abandonar mi hogar.

DISRUPCIÓN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora