Un Paso Atrás

17 2 0
                                    

El día 133 se complicó después de descubrir que el científico Guillermo García no estaba donde se esperaba.

Habían atrapado a David y si me quedaba con él sólo correría su mismo destino. Entonces pensé: si me voy ahora quizás después le sea más útil, intentaré ayudarlo desde el sigilo y jugando con cabeza. De todas formas conocía su ruta de regreso y podría saborearlos perfectamente.

Decidí esperar al próximo día y utilizar la noche, que aunque llena de peligros sería el escenario perfecto para llevar a cabo mi plan.

Avancé un par de metros por donde se suponía que sería la salida de los vehículos militares y me encontré con una camioneta vieja. Empecé a desarmar aquel montón de chatarra hasta que encontré lo que necesitaba, agarré los trozos metálicos que van en la parte inferior, también el propio esqueleto del auto y los empece a golpear por los extremos hasta hacer de la manera más rústica posible unas lanzas metálicas de doble punta las cuales enterré posteriormente en el suelo.

—Primera trampa lista –pensaba en voz alta– esto va a ser pan comi...

Se escuchó un ruido extraño y tenebroso procedente de la oscuridad.

—¿Ho-hola? ¿Eres un humano o un animal?

Sin respuesta...

—¡Supongo que es hora de correr! –y corrí.

Mientras corría y me decía a mí misma que no mirara atrás pensé que sería mejor idea evaluar la amenaza y enfrentarme de ser posible. La verdad es que si fuese un animal un poco más rápido que una persona me alcanzaría con facilidad.

Y me volteé para percibir que no había nada persiguiéndome. O sea, ¿qué? Estoy casi completamente segura que que había algún ser detrás de esas plantas, algo se movía.

Ya era media noche y a pesar de que no me había encontrado ningún animal el ambiente se sentía tenso y muy hostil así que decidí que pasaría la noche en unos de los edificios de la zona residencial a la que había llegado.

Pero antes de irme a dormir tendría que preparar la siguiente trampa, si mis pinchos funcionan se quedarán sin transporte y teniendo en cuenta que esta es la única ruta que se puede seguir a pie tendrán que pasar por aquí.

Miré la cocina y pensé que si creaba un mecanismo para hacer que las ollas y cubiertos chocaran estos producirían un ruido que como mínimo sería escuchado por un par de animales. Así que me puse a ello e hice lo que pude.

Ya era de día, supongo que las 7:00 a.m. cuando desde el edificio se escuchó un estruendo causado probablemente por los neumáticos de aquel coche al estallar. Esa era mi señal, tardarían tal vez un par de horas en llegar hasta mi posición...

Después de esperar pacientemente logré oír la conversación de los soldados, ya estaban lo bastante cerca como para caer en la segunda trampa. Para ser sincera no pensé que fueran tan mortales mis inventos, pero a situaciones desesperadas medidas desesperadas. Cada vez estaban más cerca y decidí activar el mecanismo. ¿Por qué un mecanismo? Es la cuestión, y la respuesta es tan sencilla como la pregunta misma. Podría perfectamente pegarle a una olla con una cuchara y producir ruido, pero entonces yo estaría siendo el centro de atención. La importancia del mecanismo es que tardaba aproximadamente tres minutos en empezar funcionar una vez activado por lo que me daría tiempo a escapar de la zona completamente ilesa.

Sentí los ruidos ya un poco lejos del edificio y logré observar como un montón de aves se acercaba a donde ellos. Creo que no la pasaron muy bien.

...

Los estuve siguiendo todo el día, y como no pude ponerles más trampas esperé el momento preciso para empezar entonces a saborearlos.

Estaba oscureciendo y ya quedaban pocos de ellos, decidieron guarecerse en el interior de una casa bastante tétrica pero que al parecer lograron hacer segura. Esperé hasta que supuse dormirían vencidos por el cansancio y el agotador viaje a pie y entonces con un trozo de metal que usé como palanca desarmé de golpe los seguros que habían armado en la puerta.

Miré hacia mí izquierda y había unos mapaches.

—¡Joder! –exclamé mientras observaba que otro grupo de animales entraba en la casa–. Estoy en problemas yo también.

No debí ser tan descuidada, tenía dos mapaches persiguiéndome. Decidí adentrarme entre las plantas y mientras ellos se acercaban le pegué a uno con la palanca metálica que usé antes para romper la puerta.

—¡A la mierda puto bicho! –grité mientras le pegué en su cabeza como si jugara baseball y veía sus sesos volar por los aires.

Intenté dar un paso hacia adelante para acabar con la vida del otro animal cuando tropecé sin sentido con una raíz que juraría no estaba ahí antes...

—¡Oh no! –caí justo delante del mapache y por sus ojos de rabia sabía que no me iba a dar precisamente una caricia.

Intenté moverme rápido, esquivé un ataque, agarré la palanca que había caído a unos centímetros de mí y la usé para matarlo. Fue un buen susto, pero ya estaba a salvo.

Fui a ver cómo iba David, no había nadie en la casa, sólo un par de cadáveres, pobre coronel... Decidí seguir el rastro de huellas ensangrentadas que había saliendo de la casa y se dirigía hacia una calle sin salida, desde el edificio había echado un vistazo a la zona y sabía que no avanzarían mucho.

Después de seguir su rastro pude ver que claramente se encontraban en problemas, estaban rodeados de animales muy hostiles y a la teniente se le había ido la pinza.

Tenía que hacer algo, o esto iba a terminar muy mal...

DISRUPCIÓN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora