Día 139, en contra de todos mis pronósticos me encontraba en casa, el lugar donde me crié y crecí. Acompañado de las dos personas que me importaban. Pero aún así tenía cientos de preguntas. Y ese sería por fin, el día en que iban a esclarecer todas mis dudas.
—Papá —fui donde él y le dije—. Creo que tenemos una conversación pendiente.
—Así es, y con gusto la tendré.
—Bien, empecemos por el principio, pero antes necesito algo. ¡Ruth, ven acá, tienes que escuchar esto!
Si por alguna razón mi padre y yo no moríamos alguien tendría que saber toda esa información.
—¿Ahora sí puedo empezar? —preguntó mi padre.
—Adelante —respondí.
—Bueno, esta historia va a ser larga. En abril de 2025 me contactaron unos oficiales del gobierno y me pidieron que investigara un brote vírico que estaba ocasionando comportamientos inusuales en los animales. El primer registro de estos comportamientos lo tenemos en Tokyo, y seguidamente en lugares importantes como Moscú, París, Pekín y un sinnúmero de ciudades, aunque supongo que los detectamos allí por la gran vigilancia que hay en sus centros urbanos. Me pasé varios meses investigando el origen del virus sin tener ningún resultado; este virus muy similar a la rabia, actúa sobre las neuronas y provoca una hiperactividad en ellas, haciendo que se desarrollen en los animales hasta llegar al punto de tener conciencia.
—¿Pero cómo pasamos de animales inteligentes a animales asesinos? —preguntó Ruth.
—Los animales pasaron a tener cerebros muy similares a los humanos, y como todo ser humano en una dictadura, se sublevaron. Entendieron que la violencia era la única manera de tratar con una especie que se mata entre sí por alquitrán, que asesina animales por diversión, que los pone a pelear por entretenimiento y que exhibe sus cadáveres como premios. Simplemente se dieron cuenta de que por las buenas serían aplastados y decidieron actuar antes de que nosotros lo hiciéramos. Utilizaron su superioridad numérica su diversidad y el factor sorpresa para asestar un golpe crítico al hombre. El resultado fueron todos los sucesos del día cero, una catástrofe global, aniquilación masiva de la humanidad con una brutalidad inmensa.
—¿Y qué sabemos del virus? Si es así como dices entonces no hay cura; ¿y qué hay del artefacto?
—Bueno, el virus es muy rápido para mutar, los primeros animales eran excesivamente agresivos, incoherentes y torpes, pero a medida que fue avanzando el tiempo y este fue mutando se veía una notable evolución en sus comportamientos, se volvieron más pacíficos, más listos, respondían positivamente a todas las pruebas a pesar de estar infectados. Hasta que en una de las investigaciones decidimos liberar a uno de estos animales, eran pacíficos, al menos con la jaula cerrada; nada más abrir la puerta aquel animal saltó sobre el cuidador y le desfiguró el rostro, al menos sobrevivió, que es más de lo que puedo decir de aquel pequeño gato.
—¿Y yo por qué soy inmune? —pregunté.
—No existe ningún artefacto, era todo una distracción, aunque se contempló como una idea no existía un rango de frecuencia que abarcara todos los rangos de audición de la inmensidad de animales que existen y si lo encontrásemos entonces afectaría también a las personas. Tú no eres inmune porque sí, al igual que a mí se te administró una dosis de ViD1oW, una vacuna experimental cuyo principio era el siguiente. Inyectamos el virus en personas, voluntarios por supuesto, y vimos cuál era el efecto, ya sabíamos que de manera natural los humanos no podemos contraer el virus, pero ¿qué pasaría si lo ponemos por la fuerza en nuestro organismo? La respuesta es nada, no hubo ningún cambio, la persona infectada se quedaría con total normalidad y uso de todas sus facultades, pero sin embargo eso cambiaría si la densidad del virus en la sangre es aumentada, sobrecargamos una vacuna experimental ViD1oV y se la inyectamos a alguien, en este caso a mí, estaba seguro de que si aumentaba la concentración de virus en la sangre los animales me verían como uno más y cesarían sus ataques contra mí.
—Espera, espera, espera, ¿te lo inyectaste a ti mismo?
—Y eso no fue todo, una vez con el virus en mi sistema entré a una de las jaulas en las que teníamos un coyote. Sorpresa la mía al ver que no me intentó atacar ni una vez. Ya sabíamos que había posibilidad de cura, pero estábamos en agosto, y ni siquiera habíamos planeado tener una vacuna tan pronto, así que no teníamos montada cadena de producción ni nada por el estilo. Estabilicé la muestra y terminé creando la versión mejorada, la que posteriormente te inyecté a ti, fue sencillo, te dije que era la antigripal.
—Lo recuerdo, eso fue en octubre.
—Sí. Ya para noviembre estábamos en proceso del tercer ensayo, este sería el que produciríamos en masa.
—No dio tiempo... —dijo Ruth.
—Exactamente, sabíamos que podía pasar algo así, intuíamos que sucedería, pero jamás pensamos que el virus se perfeccionara tan rápido.
—¡Espera! Sabías que esto iba a pasar. —le pregunté con un tono molesto e incómodo.
—Sí.
—¡Y no hiciste nada! —le dije girando.
—No había nada que hacer, si lo decíamos por los medios sólo se habría caos y reinaría la anarquía.
—Da igual, las personas se hubieran preparado.
—En ese entonces no lo pensé así. Nadie iba a imaginar que ese sería el destino final de muchos.
—Mataste a todos... —dije molesto.
—Ni siquiera sabíamos los efectos secundarios de las vacunas. Nos faltó tiempo. No pudimos hacer nada.
—Eres un inútil, por tu culpa estamos así.
—Oye ya basta —me dijo Ruth mientras me miró con una mirada de regaño— hizo lo que pudo.
—Creo que mejor continuamos otro día —dijo mi padre— aún hay cosas sobre la vacuna que debes saber, tengo una lista de los componentes en una ubicación segura, también te la diré, por ahora vamos a descansar.
—Está bien, señor García —dijo Ruth.
—Hijo, ¿puedes hacerme el favor de traerme el mapa de Nueva York que hay en el garaje?
—No, búscalo tú, también eres inmune.
—Yo lo busco —dijo Ruth.
—No te preocupes, chica, ya lo hago yo —le respondió mi padre con algo de tristeza en la mirada.
Salió por la puerta principal, pasaron unos minutos y se escuchó un disparo.
Salimos Ruth y yo corriendo por donde mismo había salido él, entramos en el garaje que se encontraba abierto y nos encontramos a una persona de espaldas con una pistola en la mano y a mi padre que yacía en el suelo desangrándose
ESTÁS LEYENDO
DISRUPCIÓN ©
Science FictionCuando el planeta se cansó de sufrir y la naturaleza se volvió en nuestra contra. Entonces la humanidad llegó a su fin. Sinopsis: David es un chico que sobrevivió a un apocalipsis en el que los animales se volvieron contra el hombre. Debe intentar s...