CAPÍTULO 20

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🎾Nota autora🎾

Holi boli lagartijas 💕🦎,

Bueno, llegamos al final de la bilogia, espero os haya gustado y espero que no estéis llorando aunque es muy predecible así que Peterson os manda muchos pañuelitos para las lagrimas, muak.

Y al pasar esta el epilogo de mi nene.

Díganle bye bye a Chase y Rose y muchas gracias por quererlos 💙

Lyzza MJM.

🎾💙

—¿Lo has conseguido?

—Te llegare en unos minutos, no te he avisado porque lo olvide cuando me pediste que hiciera lo de la raqueta.

—Eso es fantástico ¿Dónde has conseguido ese lapicero? —arrugue el entrecejo deteniéndome en la entrada del edifico de Rose.

—Dijiste que hiciera hasta lo imposible, pero creo que me ayudo mucho tu comentario sobre diseñar cosas personales.

—Joder, eres increíble.

—Le gustara mucho, son casi iguales excepto por la punta que tiene una ligera mancha roja —explico al teléfono —. No sabemos como sucedió, pero Rose no se dará cuenta.

—Bien.

—¿Dónde estás ahora mismo?

—He ido a dejar mis cosas en casa, mamá se mudará, se llevará todo y seguro que lo vende.

—¿Qué hay de Rose?

—Le esta ayudando, se cree que estoy hablando con el entrenador en el club, pero vine a casa de sus padres. Le hare un obsequio.

—No olvides decirles sobre la raqueta roja.

—Claro que no lo olvidare, se los contare y luego les enviare la fotografía.

—Me parece muy bien, Carter —casi senti la sonrisa de mi manager —. Nos vemos pronto.

—Si —suspire viendo hacia el cielo —, si, así es.

Colgué la llamada y subí al edificio.

Los padres de Rose me abrieron las puertas, terminaron de despedirse luego que les diera una máscara de Iron-Man y las instrucciones para que obtuvieran el ultimo obsequio que se preparaba en un museo en Londres.

Ellos me permitieron entrar en la habitación de Rose, escondí la máscara en uno de esos cajones que no siempre tocaba a menos que tuviese urgencias. Rei un poco repasando con la mirada el vacío que habían dejado mis cosas cuando las recogí por la mañana.

—Te echaremos de menos —musito Gissel.

—No tanto como yo.

—Recuerda contactarnos, ya sabemos como usar los móviles, hasta podríamos coincidir alguna vez.

—Claro que si —sonreí aceptando su abrazo.

—Ya no llores, Carter, ella estará bien, tu estarás bien, vais a estar bien.

Asentí quitándome las lagrimas con el dorso de mis manos antes de pasar a despedirme de Harrison que se apañaba para no llorar peor que yo. Me reí un poco cuando puso cara de enojado con los ojos rojos.

—Adiós.

—Cuídate —dijeron al unísono despidiéndose con palmadas en mis hombros.

Bajé hacia la calle y subí al auto.

El chico de la raqueta azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora