Capítulo 15

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Jeongguk sabía que no podía correr y hablar al mismo tiempo, así que se quedó a mi lado, con el apoyo de su silencio alto y claro.

El sendero que recorre la bahía es para corredores y ciclistas, paseadores de perros y empujadores de cochecitos. Era muy pintoresco y un lugar popular. Pero en el pasado, simplemente había conducido por la carretera junto a ellos, sin pensar en ninguno.

Ahora, bajo un perfecto cielo de Sydney, nos sonreían, nos hacían un gesto de asentimiento o un "hola" al pasar por su lado. Tenía que admitir que era agradable y que reafirmaba que la sociedad, y la gente en general, no apestaban como yo había presumido durante años.

No me curé milagrosamente de mi cinismo, pero el cambio de perspectiva, por breve que fuera, fue refrescante.

No me malinterpretéis, todavía me estaba muriendo. Y nunca me había sentido más aliviado cuando el teléfono de Jeongguk sonó. Apretó un botón y dijo:

—Hemos recorrido tres kilómetros. ¿Quieres seguir?

Me detuve y agité la mano dramáticamente antes de poner las manos sobre las rodillas y tomar aire.

—No. Muriendo. Joder. Piernas. Pulmones. En. Fuego.

Jeongguk apenas sudaba.

—Lo estás haciendo muy bien. Y estás casi a mitad de camino. Vamos, sigue caminando.

Probablemente habíamos caminado cien metros antes de que pudiera hablar correctamente.

—Es diferente a correr en una cinta.

—Lo es.

—Es más difícil.

—Las cintas de correr son un entorno controlado. Esto no lo es. —Volvió a mirar su reloj y pulsó algunos botones más—. Vamos. Esta vez iremos por un kilómetro.

Y así volvimos a trotar. Estuve a punto de ser arrollado por un tipo en bicicleta, y Jeongguk tuvo que tirar de mi codo para evitar que me atropellara una señora que empujaba un cochecito, el cual parecía que iba teledirigido por el malvado niño siendo paseado por su madre. El niño se rio cuando casi me tropecé, pero milagrosamente conseguí no plantar la cara en el suelo. Consideré la posibilidad de darle una colleja, pero pensé que estaría mal visto.

De alguna manera, hice ese kilómetro y luego caminamos un poco mientras recuperaba el aliento. Antes de que me diera cuenta, estábamos al otro lado de la bahía, y pude ver más adelante el Club de Remo Haberfield.

—Jesús.

Jeongguk sonrió sin esfuerzo y me mostró su reloj.

—Faltan menos de dos kilómetros.

Tomé un sorbo de agua.

—Y aún no estoy muerto.

—Ni de lejos —respondió. Y así empezamos a correr de nuevo. Bueno, quizás la palabra correr era un poco ambiciosa. A la velocidad a la que nos adelantaba la gente con cochecitos y perros, era seguro asumir que el término trote lento era probablemente más adecuado.

Pero no me detuve durante un kilómetro más.

Esta vez necesitaba no caminar. Necesitaba detenerme por completo y respirar profundamente. Con las manos en las caderas, tuve que esforzarme para que el aire entrara en mis pulmones, que ya tenían problemas.

Jeongguk me dio un apretón en el hombro.

—Lo estás haciendo muy bien, YoonGi. Ya casi llegamos.

Si miraba directamente sobre el agua, podía ver la piscina de Drummoyne y el parque Terry, donde Jade, Armand y KaHei esperaban a la sombra sobre mantas con cojines y cestas de comida... exactamente donde yo quería estar.

—Sólo falta el puente.

Miré hacia el puente de Iron Cove, el puente por el que había conducido innumerables veces, y me di cuenta por primera vez de lo que conectaba el camino con el propio puente.

—Oh, ¿me estás tomando el pelo? ¿Escaleras?

Jeongguk sonrió. Sonrió, demonios.

—Vamos. Puedes con esto, YoonGi.

Cuando llegamos al final de la escalera, estaba mentalmente preparado para morir. Jeongguk esperó conmigo en el primer escalón, y juntos miramos hacia la cima.

—Son sólo veinte escalones.

Bien podrían haber sido veinte millones.

—Dime —dijo Jeongguk —. Cuando entraste por primera vez en el gimnasio, aquel primer día, ¿cuánto podías correr?

—No muy lejos.

—¿Cuántas abdominales podías hacer?

—Ninguna.

—¿Cuántos pasos pudiste hacer en la elíptica?

—Unos diez.

—¿Y cuántos puedes hacer ahora? —preguntó—. En poco menos de dos meses, YoonGi, ¿hasta dónde has llegado?

JN SU [ggukgi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora