IV

133 21 3
                                    

—No, safo. Se volvieron locos, prefiero morirme a tocar a esa cosa, me voy.

—De verdad, Jake, ¿Qué es esa mierda?.

Ninguno estaba seguro exactamente de cuánto tiempo había pasado pero ahora Heeseung se encontraba sobre las piernas del chico extraño mientras este parecía curarlo con parte de su propia piel de brillos.

Solo uno de los tres allí estaba realmente drogado.

—No lo sé, te escribí porque estaba demasiado asustado como para acercarme pero en cuanto lo intenté me gruñó como si fuera un animal.

—¿Tiene colmillos?—Preguntó el más alto de todos pero menor de edad.

—No creo.

—Entonces eres un cagón y ya. De cualquier forma mírenlo, parece muy feliz poniéndole brillitos a Heeseung—Mencionó apuntando al frente.—No quiero interrumpir su momento romántico entre alienígena y humano, vámonos Sunghoon.

El mayor lo tomó por la chaqueta obligándolo a devolver los tres pasos que había dado.

—Eres el más grande de nosotros, tu lo alzas, yo lo sostengo y Jake arrastra a Heeseung lejos de la muerte. No seas cagón tú, Ni-ki.

El menor bufó.

—Lo dices solo porque es tú novio.—Sunghoon no respondió.—Bueno a ver, rápido, que los niños normales duermen para ir a la universidad por la mañana.

La desventaja para el nuevo individuo era que en su forma aparentemente humana y después de haber estado donando parte de sí para salvar al castaño es que era muy pequeño, más bajo y delgado que dos de los tres hombres que se le acercaban, aún así en cuanto percibió movimiento cercano, se defendió.

Pataleo, mordió, quemó y se quejó pero su cuerpo estaba tan débil que había sido imposible resistirse a ser sujetado con solo dos brazos por el torso y las piernas, compactandolo prácticamente en posición fetal, se sintió liviano y una vez alzado se rindió ante el sueño.

Una vez perdió la consciencia de nuevo, Sunghoon trepó a Heeseung sobre su hombro para llevarlo al apartamento del rubio. Mientras Ni-ki se quejaba de estar siendo quemado.

—Quema, quema, quema, quema. ¡Quítate!—Empujó a su hermano de la puerta cómo pudo y entro casi corriendo tirando al chico sobre el sofá sucio y desordenado de su cuñado.

Se quitó la chaqueta de cuero evidenciando las marcas provocadas por el frío, de pronto el cuerpo del rubio se había helado, poniéndole la piel pálida y empezando a quemar como si de hielo seco se tratara.

—Mierda, ahora también vas a tener que curarme a mí, Sunghoon.

El azabache se fijó en la ropa rota del mayor de todos y mantuvo silencio viendo su piel completamente restaurada, como si jamás le hubiese sucedido nada, las manchas de sangre seguían sobre su ropa y parte de su cabello se había vuelto duro por la sangre acumulada, aún así en el lugar donde solía estar la herida ya no había nada.

Sus ojos se toparon con los de su novio algo inquieto, deberían de haber entrado en pánico desde el momento cero pero el castaño era tan propenso a pasar por cosas raras que no le sorprendería que hubiese atraído a algo de otro planeta.

Tenía sentido en su grupo de amigos, mínimo.

—¿Cómo estás? ¿Te duele mucho?—Le preguntó a su hermano menor mirando las marcas sobre sus brazos.

Ni-ki se quejó.

—Estoy bien. ¿Ahora que hacemos con eso?

.

—Editado.

光る (𝐇𝐈𝐊𝐀𝐑𝐔) I | heesun os.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora