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25 de abril; 2003.

01:11 AM.

—Hyo-ri, dijiste que podías traer el dinero, ¿En dónde está?

—Mi-Suk noona, no pude conseguir el dinero, MinJoon canceló la boda.

La pelinegra mucho más alta que la menor la miró por unos segundos, analizando la situación sin mover si quiera un músculo, dandole un aspecto intimidante.

—¿Por qué lo hizo?—Preguntó.

Hyo-ri tragó saliva y miró al suelo antes de ser capaz de responder.

—Le dije que estaba embarazada.

Silencio.

—¿¡Eh!?—El grito resonó por toda la calle a medio alumbrar asustando a la castaña.—¿Cómo que embarazada, de él?.

La más baja negó.

—Dijo que me daría el dinero solo si me sacaba al bebé, pero no quiero, quiero tener a Sunoo, no me importa de quien sea.

Mi-suk se mantuvo en silencio hasta que la tomó por los hombros para obligarla a mirarla de cerca.

—Hyo-ri, creo que no estás entendiendo, si no me das ese dinero voy a terminar en la cárcel o muerta, prometiste que me lo darías. ¿¡Por qué ahora te has vuelto completamente loca!?—La sacudió por los hombros los suficiente como para hacerla quejarse.

—¡No voy a sacarme a mí hijo solo porque un hombre me dice cualquiera y usted se quiere aprovechar de su posición económica!—Gritó apartándose mientras las lágrimas acumuladas en sus ojos empezaban a desbordarse.

—¿Y qué más da si te lo sacas?, Bebés puedes tener montones, Hyo-ri. Estás prefiriendo tener al hijo bastardo de un don nadie antes que a tu mejor amiga y tú futuro.—La pelinegra empezó a dar vueltas en círculo tomándose la cabeza.

Hyo-ri sabía que Mi-suk siempre quería las cosas a su manera. Pero esta vez no sería así, tendría a Sunoo, algo muy dentro de su alma le decía que era el destino tenerlo, su hijo quería venir al mundo tanto como ella quería que lo hiciera.

—No me importa, puedo criarlo sola. Tengo siete meses de embarazo y aunque él sea muy pequeño para notarse, ahí está.—Tomó su bolso que descansaba en la banqueta justo frente a la casa de su mayor dispuesta a irse.

Mi-suk la siguió con la mirada hasta el cruce de la calle, estando demasiado sumergida en el miedo y la rabia que le crecía por dentro. Hyo-ri había tirado todos sus años de amistad a la basura por una cosa que aún no nacía y ella estaba a punto de perder todo lo que conocía por culpa de su egoísmo y estúpido instinto de madre.

No, era imposible. Ella no podía tener a ese hijo.

.

24 de Junio; 2003.

—Heeseung, mi niño, ¿Te gustaría ver los fuegos artificiales con tú abuela?—El azabache que se encontraba sobre el sofá mirando la televisión asintió rápidamente.

La mujer de avanzada edad lo alzó con algo de dificultad poniéndolo a la altura de la ventana que daba a la calle.

—¡Señora Myeong!, pueden salir, desde aquí afuera los fuegos artificiales se ven mucho mejor.—La mayor asintió con una sonrisa.

Caminó hasta la habitación aún con el pequeño en brazos  buscando una cobija para ponerle sobre la cabeza, una vez protegido contra el frío volvió al frente saliendo junto a otras personas que se encontraban ya fuera de casa, admirando el cielo.

—Es muy bonito, ¿Verdad, Heeseung?—El pequeño la miró con los ojos cristalinos, tan brillantes y emocionados de ver al cielo como si jamás lo hubiese hecho antes. Asintió.

Aunque Myeong-suk sabía que ese no era un cielo cualquiera.

Dos días después de que su nieta cometiera la atrocidad de la que jamás podría perdonarla, soñó con un niño, de cabello azabache y ojos tan rasgados que sería incapaz de ver si sonreía, este jugaba en un campo de flores con Heeseung y le pedía por favor que se quedará con él más tiempo a jugar. Cualquier persona podría haberlo dejado pasar de no ser porque en ese mismo sueño aquel niño le recito a su bisnieto unas coordenadas.

Las coordenadas celestes de una estrella que no estaba en ningún libro.

—Mira esa de ahí, es tan blanca como la luna propia, cariño.

El niño fijó su vista en la estrella señalada ignorando el momento en el que los fuegos artificiales del evento a unos kilómetros de allí se abrieron paso en el cielo. Parpadeaba y brillaba tanto que tenía muchas ganas de tocarla.

—Cuando seas grande y veas a las estrellas espero que puedas encontrar la que te pertenece, pequeño.

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—Editado.

光る (𝐇𝐈𝐊𝐀𝐑𝐔) I | heesun os.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora