La cueva

215 41 13
                                    

Arslan giró los ojos al escuchar el plan de los cinco idiotas que estaban hablando dentro de la húmeda y fría cueva, los muy inútiles hablaban de secuestrar al esposo del alfa Renning, y ese era un verdadero trofeo considerando que eran mucho más las manadas que aceptaban cambiar todas sus leyes, que las manadas intolerantes y conservadoras que estaban siendo diezmadas. Ari quería reírse de las disparatadas e ilusas ideas que tenían estos cinco, y si bien el chico solo estaba jugando con ellos, también quería esta oportunidad de salvar a César Renning y de esa forma tener al alfa Khalé de su parte y beneficiarse de la lealtad de este después de todo no era ni un santo, ni un mártir, así que esperaría a que estos brillantes seres trajeran al consorte.

—No puedo creer que ese crío sea la muerte sibilante, —uno de los extremistas, un tipo calvo y que olía horrible, volteo a ver a Arslan, quien fingió estar dormido.

—Debo decir que es un maldito bocado, —otro de los extremistas, el más lascivo se acarició la entrepierna.

—Mantén tu polla dentro de los pantalones, no lo tocarás hasta que recibamos órdenes de qué es lo que haremos.

—¿Y qué es lo que haremos?, —preguntó uno de los extremistas mientras jugaba con una pequeña piedra entre sus sucios dedos.

—Pues los ejecutaremos mientras se transmite en directo a todas las manadas, con todos los medios cubriendo la situación, dudo que haya alguien que se oponga a nuestras peticiones, para demostrar que la supremacía de las especies es lo que está predominando.

—Sabemos que no es así, solo somos siete manadas las que se están negando a aceptar las reformas, por el contrario, nos estamos debilitando, así que esperaremos y entonces acataremos lo que nos digan, tal vez el consorte del alfa y este chico sean el motivo para parar las reformas y que se lo piensen mejor.

—Por cierto, ¿alguno de ustedes ha captado que tipo de cambiaformas es este muchacho?, —el extremista apestoso preguntaba mientras mordía un pedazo de carne seca.

—Debe ser uno de los malditos, esas especies debieron exterminarse hace mucho, sabemos que su madre era una de ellos, ya que su padre era un león.

—Yo no percibo su aroma, pero la especie que sea, no va a vivir mucho tiempo si las manadas conservadoras ganan fuerza, esas especies serán erradicadas y daremos el mensaje correcto al ejecutarlo en vivo para que todas las manadas radicales se lo piensen mejor, y en cuanto al consorte de Khalé Renning haremos lo mismo, ya que no deben de existir uniones con miembros de otras especies.

—Según las noticias, mañana el esposo del alfa estará inaugurando las viviendas para los refugiados, así que esa es nuestra oportunidad.

—¿Lo haremos en ese momento?, ¿no creen que el consorte estará rodeado de seguridad?

—Puede ser, pero si no nos movemos perderemos tiempo precioso y tal vez sea nuestra única oportunidad antes de las firmas de paz entre manadas.

—Pues a descansar, porque tenemos un consorte al cual apresar y tendremos que salir muy temprano si queremos ganar tiempo, solo hay que revisar que las cosas que vayamos a necesitar estén a mano. la carga de somníferos hay que usarla y la cuerda con alambre, no la vamos a olvidar, también las granadas lacrimógenas y las máscaras antigás.

César miraba los planos que estaban delante de él, mientras escuchaba a Brandon y a Arturo que le daban indicaciones. A César le gustaba el diseño de los condominios y le gustaba la idea de que estudiantes, igual que él, tuvieran una oportunidad para abrirse camino laboralmente con un brillante proyecto como lo era el diseño de los condominios.

—Creo que quedo mejor de lo que proyectaron los estudiantes y los acabados son muy bonitos, —dijo César mirando la repisa cubierta de cerámica, el baño estaba igualmente pulcro, con acabados de lujo, definitivamente se notaba que Khalé quería dar una vida digna a los refugiados que optaran por quedarse.

El león que besó a la muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora