El viaje apenas había empezado para la manada más famosa, la salida del muelle en dónde estaban atracadas fue todo un show mediático, que Ari hábilmente manejó, en realidad le importaba más que su equipo de avanzada llegara primero a su país e hiciera el primer reconocimiento de daños.
Jasir y Azizi ladraban órdenes mientras uno en sus caderas tenía a dos bebés en cada lado y el otro abrazaba a un cachorro de edad preescolar, pero a pesar de la imágen que cada uno podría dar, la manada no dudó en obedecer, cada familia, cada miembro ocupó su lugar en los camarotes asignados. Fueron tres embarcaciones de las más grandes las que se necesitaron para transportar a los cambiaformas y los vehículos con los que habían llegado.
Mientras tanto Ari hablaba con el capitán trazando la ruta que sería mejor con ese clima tan malo.
La lluvia azotaba el agua y el oleaje llegaba a varios metros, adentrándose en la embarcación, mientras Altaír a lado de Ari escuchaba con voz firme a este dar indicaciones, si se lo pedían Altaír no hubiera podido repetir ni un fragmento de aquella reunión, porque su mirada estaba asquerosamente cautivada por ese hermoso cambiaformas cuyos ojos habían vuelto a brillar.
Mientras el delgado y fino dedo índice de Ari apuntaba con vehemencia el mapa, y su ceño se fruncía más, Altair solo podía observar el rojo vino de aquellos ojos, lo hermosos que eran esos labios que en realidad estaban hechando maldiciones por las condiciones del tiempo, pero Altaír no tomó eso en cuenta, también observó ese cabello tan negro como la noche, ese cabello que suelto caía en ondas suaves y que sus dedos urgian por tocar, luego estaba esa bella garganta, y ahí un día dejaría su marca, ahí un día así esperara cien años reclamaría a Arslan Lonesco y jamás volvería a ser tan estúpido como para arriesgarse a perderlo, aunque según la biología de los cambiaformas divergentes, era Ari quien seguramente lo marcaría a él, como sea solo quería pertenecer al precioso y muy joven alfa.
—¡Altaír!, —la voz poco paciente de Ari sacó al león de su agradable retraimiento, entonces cayó en la cuenta de que aquella mirada ceñuda y severa ahora era dirigida a él, y se sintió un poco tonto pero no se disculparía.
—Disculpa, —la voz de Altaír quería parecer sosegada mientras trataba de reunir un poco de dignidad ante la mirada divertida de Jasir que ahora lo observaba, — no estaba prestando atención.
Ari suspiro impaciente, por lo visto el muchacho no solo era un hábil líder, sino un terrible controlador. —créeme que es muy obvio que no tu atención no estaba aquí, pero te preguntaba si estarías bien durmiendo en el camarote con el capitán.
Altaír creyó escuchar mal... —¿Disculpa?
Ari levantó la ceja desafiante, — creo que estarás mejor durmiendo con el capitán en su camarote, —la mirada terca de Ari molestó un poco a Altaír quien ingenuamente pensó que calentaría la cama del alfa, pero de inmediato se recompuso, y pegó una sonrisa en su guapo rostro, una sonrisa tan acartonada que a nadie convenció.
—Dónde dispongas alfa, no tengo problema, —Jasir tosió en un pobre intento de ahogar una carcajada, mientras el imponente militar profetizaba sin mucho esfuerzo que se divertiría de lo lindo viendo a su alfa como una señorita virgen mantener lejos al libertino pretendiente, y ¡Cómo ansiaba ir a chismearselo a Azizi, quien de seguro lo regañaría, pero bien valdría la pena.
Altair siguió al capitán que muy amablemente le mostró las dos camas de metal fijas al piso del barco, por lo demás el camarote era elegante y cómodo.
—Seño Dunhill aquí puede poner su ropa, yo no necesito mucho espacio, —el capitán mostraba una clóset de muy buen tamaño y este es el baño, por lo demás siéntese libre de utilizar el escritorio yo me la paso en la cabina en su mayoría del tiempo.
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El león que besó a la muerte.
RomanceTercer y último libro de la serie cambiaformas enamorados. conoceremos la historia de Ari Lonesco y Altair Dunhi