Altaír paró en un pequeño motel, la espalda le dolía después de haber manejado tantas horas, y realmente no quería parar para descansar, pero las piernas le temblaban al igual que los ojos se le cerraban, por lo que Sherryl le había dicho, Arslan no partiría pronto, primero enviaría a un equipo de avanzada para verificaran los daños en edificios y casas, las tierras tendrían que ser analizadas, lo mismo que el agua, pero según los informes que iban llegando de otras manadas, los daños eran materiales, edificios derribados, caminos y comunicaciones cortadas.
No muy convencido sacó su pequeña maleta de la parte de atrás de su auto, después de registrarse se daría un baño y tendría que salir a buscar un lugar para cenar, dudaba seriamente encontrar algo, ya que las manadas seguían desfilando, el motel en el que había parado se hallaba en la orilla de la carretera federal, así que era inevitable ver la larga fila que se formaba, larga e interminable. Decidió que lo mejor sería comer unas galletas y tomar un poco del café que le quedaba, por suerte siempre cargaba con barritas y golosinas, y recién había comprado un poco de café soluble, solo para ayudar al nuevo comerciante que entusiasmado había abierto una tienda de granos de café, Altaír odiaba el café soluble, pero amaba apoyar los nuevos comercios locales, y ahora estaba agradecido por aquello.
Una vez limpio se vistió con un fresco pantalón de pijama y una simple playera azul, mientras se secaba el cabello con la toalla prendió la cafetera y la televisión, de inmediato las imágenes de las caravanas empezaron a emerger, lo mismo que entrevistas realizadas en el puerto de abrigo, los diversos alfas daban entrevistas, todos llenos de optimismo, y pesar de que cada uno de ellos tenían en sus gastados rostros las huellas del cansancio. Altaír no se perdió cuando los diversos dirigentes agradecían a su amigo Khalé Renning por la ayuda y la hospitalidad, así como por la tenacidad de Arslan, quien era ahora un maldito héroe, demonios, Altaír estaba seguro de que muchos de esos alfas erigirían en sus manadas alguna especie de altar en su honor y los cachorros que nacieran a partir de ese momento se llamarían Arslan.
El fuerte sonido del teléfono le sacó de sus pensamientos, era Sherryl, —dime que no hay contratiempos en mi cita de mañana, —Altaír se sentó en el modesto sillón, mientras esperaba que su amiga hablara.
—En realidad cariño, hay un inconveniente que nada tiene que ver con tu trámite, sino con Arslan Lonesco.
Altaír tensó los hombros y de pronto el cansancio se desvaneció, —¿qué sucede con Ari?
La voz melosa y amable de Sherryl no tardó en responder, —por alguna razón cambió sus planes y su embarcación saldrá mañana a las ocho, de hecho, será la primera de la ruta con pasajeros, él dará una conferencia en una hora y esto es una locura, todos los medios de comunicación abarrotaron las calles, están locos por tener una toma en primera plana de la muerte sibilante, y el muy hijo de puta ama que se le nombre como una verdadera leyenda, —Sherryl suspiró, y su tono esta vez fue más condescendiente, lo cual irritó a Altaír, pero al menos tuvo la decencia de permanecer callado, —cariño, no sé si te merezcas alguien tan arrollador como es Arslan Lonesco, no me van los hombres con cara de niños, pero este muchacho es, —Sherryl hizo una incómoda pausa, —intenso, de una manera siniestra, es como si mirases en un abismo pero en el fondo se viera el destello rojo, uno que habla de muerte, de caos, de locura.
—No estas equivocada preciosa, sé que no me lo merezco, sé que el chiquillo es mucho más osado de lo que yo alguna vez seré, sé que él no me necesita, que estúpidamente yo creí y asumí que yo era su privilegió, —Arslan se pasó la mano por la incipiente barba, la maldita cosa estaba ya creciendo, —soy yo, siempre he sido yo quien le ha necesitado, porque he sido nada más que una vil y patética pantalla, porque nunca me atreví a ser más.
Sherryl gimió como si algo le doliera, y era así, ya que odiaba escuchar a un Altaír tan vulnerable, por eso accedió a darle información casi clasificada, —escúchame bien Altaír, esto no lo escuchaste de mí, pero, —el tono de voz de Sherryl se transformó en conspirador, —Khalé Renning está dando permisos para que las calles sean despejadas para que al menos los reporteros puedan intentar llegar a la hora de la conferencia. Creo que tienes una posibilidad de alcanzarlo, solo me preocupa un poco el cansancio que tendrás, solo por favor, prométeme que valdrá la pena esta locura.
Altaír sonrió, era consciente que su amiga no podía verlo, pero no pudo evitar hacerlo solo de pensar en Ari, —te prometo querida mía, que valdrá cada maldito segundo, —y con ello colgó.
Altaír se levantó y miró el reloj de pared, marcaba las once de la noche, sabía que si salía ahora mismo y con las calles algo más despejadas, llegaría a tiempo para alcanzar a Ari, su corazón se apretó, se marcharía, rápido una vez terminada la llamada y se vistió, tomó el café y las galletas sin abrir, las comería durante su trayecto, su cuerpo lleno de adrenalina se olvidó del cansancio, necesitaba llegar, necesitaba decirle a Ari que lo quería, y que si este lo aceptaba de vuelta, se encargaría de hacer lo posible por no volver a trastocar las cosas, pero sobre todo, necesitaba a Ari porque esa sonrisa cínica y maníaca era algo valioso y lo mejor de su día, y quería verlo sonreír con él, por él. Sabía que no tenía un plan lo suficientemente sólido, pero algo se le ocurriría, que no tenía algo sólido, pero podría, podría demostrar que era algo serio, como un aneurisma y que sería implacable, no conquistaría, ya estaba aclarado eso, mejor enamoraría, seduciría, trabajaría en educarse, en cambiar sus conceptos, porque estaba muy seguro que Arslan Lonesco iba cien millas delante de él.
Las malditas calles eran un caos, y a regañadientes tuvo que utilizar la carta del privilegio llamando a su amigo el alfa Renning para que este interviniera y pudiera despejar en lo posible las carreteras, pues no solo era la marea de vehículos, sino de personas cuyos autos descompuestos estaban siendo movidos a orillas de la carretera
Cuando Khalé Renning respondió a la llamada, y escuchó la petición, divertido bromeó con su amigo, pero de inmediato hizo gala de su poder e influencia, y en menos de lo que Altaír se imaginó, estaba rodando en la carretera, mientras rogaba por una oportunidad.
Ari miraba el mar tan calmado, mientras sus manos jugueteaban con el tibio vaso térmico que contenía un delicioso café que Yelaim Wordik le había obsequiado, asegurándole que era de lo mejor que se vendía en la manada, hasta que su teléfono sonó y casi le hizo soltar el vaso. Nervioso por lo sucedido sacó el teléfono y frunció el ceño cuando miró que se trataba del alfa Khalé Renning.
—Buenas noches alfa, —Ari dio otro sorbo al café.
—Buenas noches alfa Lonesco, espero que todo esté bien, mire en realidad le llamo para saber si se le ofrece algo, ya que la migración ha ralentizado las carreteras, pero puede estar seguro de que lo que sea que usted necesite me lo puede hacer saber y yo veré la manera de hacerle llegar lo que usted necesite.
Arslan miró el mar mientras evaluaba al alfa, era extraño que el tipo hiciera llamadas tan frívolas como aquellas, pero la dejaría pasar, no estaba en el mejor espacio mental para sobreanalizar sus intenciones. —Todo está bien alfa, y le agradezco, —Ari miró hacia en donde estaban sus amigos con sus bebés, y sonrió con nostalgia por lo que nunca tendría, pues se negaba a traer descendencia sin amar a su pareja, no sería justo y no lo haría, su linaje moriría con él y estaba en paz.
El silencio fue incómodo, y el alfa Renning fue el primero en romperlo, —bueno muchacho, está bien, sé que siempre estarás bien, eres una leyenda, —a lo lejos se escuchaban los gritos de los traviesos cachorros del alfa, y sonrió al recordar al hermoso Lando y como Kill lo había imprimado, ambos chicos demasiado jóvenes para saberlo, pero Morrigan y Ari sí, y rogaba al universo para estar vivo y ver al alfa tan diplomático perder la cordura con el joven Kylian, —los chicos envían su amor y César dice que te comuniques lo más pronto que puedas y con eso desconectó la llamada, mientras el viento le azotaba en la cara y el aroma a mar penetraba en sus fosas nasales, otra noche, pero contaba con que pronto estaría en su hogar.
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El león que besó a la muerte.
RomanceTercer y último libro de la serie cambiaformas enamorados. conoceremos la historia de Ari Lonesco y Altair Dunhi