Tercer mes.

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Buenas noches!!!

Había evitado publicar tan tarde, pero hoy no tuve mucho tiempo en el trabajo y ahí es cuando avanzo mucho en esto de subir mis fanfics, pero se me complicó bastante, pero bueno lo importante es que estamos aquí subiendo nuevos capítulos y tenemos mucho material para poder leer un ratito.

Muchas gracias por leer, comentar y votar en cada capítulo, no olviden compartir mi trabajo, así el apoyo me da más ideas para continuar adelante.

En fin como ya es costumbre en mi, espero que disfruten en leerlo como yo al escribirlo.

Capítulo 3.

 
Luffy había entrado a su tercer mes de embarazo y con eso había pasado de la paranoia a los antojos, Law veía como su esposo se estaba comiendo un plato de cereal con jugo de naranja en lugar de leche y sintió asco, no se imaginó que sería tan llamativos sus antojos, siempre pensó que serían comidas exóticas como caracoles o anguila, pero jamás eso, lo vio devorar también un pan sumergido en helado de chocolate y para rematar una taza de café con sal, eso último lo hizo preguntarse si su esposo no había sido poseído por un alíen.

 
-       Torao – el menor abrazó a su esposo antes de que se fuera – cuando regreses me traes elotes (choclos) – el cirujano lo vio con duda – se me antojó uno con mucho chocolate encima – el doctor no dijo nada sólo asintió y se fue a trabajar después de darle un beso, decirle a Luffy qué sus antojos le daban asco no era la mejor idea de despedirse, pero la imagen de Luffy comiendo elote con chocolate le quitó el hambre durante todo el día.

 








El chef de la casa cocinaba cualquier cosa que al menor se le antojara y a Law le hacía algo más normal, pero cada petición era más absurda qué la anterior, al principio el chef pensó que era broma, pero cuando vio que el menor si se lo comía entendió que ese mes sería la parte más difícil de su trabajo, tendría que cumplir los caprichos más locos del jefe miniatura, para que el jefe real no lo despidiera.

Cada mañana se levantaba rogando que no le pidiera algo muy exótico, ya que temía no poderlo cocinar, no porque fuera un mal cocinero, sino por no contar con los ingredientes para hacerlo, después de todo luego el pequeño pelinegro se le ocurrían combinaciones bastante extrañas qué lo hacían ver su suerte.

Law siempre tenía que pasar después de su trabajo por alguna cosa que a su pequeño esposo se le antojara, ya le había llevado todas las frutas habidas y por haber, había comido casi toda la verdura con chocolate, también había pedido a diario un pastel de moras, ese pastel en específico sólo lo vendían en un lugar que quedaba a 2 horas de su trabajo y el cirujano había llamado para que a diario le apartaran un pastel completo.

Los antojos de Luffy habían llegado a un extremo bastante desagradable para Law qué prefería no comer junto a su esposo porque le daban ganas de vomitar, un claro ejemplo fue cuando el menor comió espinacas con mayonesa, verlo embarrar la mayonesa en esas cantidades había sido desagradable y por eso se le había ido el hambre; otro día lo cachó en la tina comiendo fresas con salsa, una imagen poco sensual para Law qué había querido asaltar a su marido en la tina, pero al final se fue al cuarto tratando de olvidar lo que había visto.









-       Law te ves enfermo – decía un colega médico al ver como su compañero se veía pálido y más delgado.

-       Los antojos de mi esposo me están matando – decía en tono de asco y preocupación, ¿cuánto más duraría esa etapa?

-       Ni me lo recuerdes, mi esposa comía todos los días un piña con helado Oreo – puso cara de asco y desagrado total – también se me iba el hambre al verla comer eso…

-       ¿Dura mucho esa etapa? – preguntó desesperanzado.

-       Tal vez… depende de cada embarazo, mi esposa duró así 3 meses… te recomiendo que tomes suplementos o morirás en el proceso – el pobre cirujano acabó triste en el piso… no aguantaría 3 meses viendo a Luffy comer de esa manera, necesitaba que esa etapa pasara rápido o acabaría en los huesos por culpa de sus ascos.















-       Law, ¿qué haces ahí tirado? – Kureha apareció y al ver al cirujano tirado pensó que estaba muriendo.

-       Luffy come porquerías todo el tiempo y el asco de los antojos no me deja comer a mí – dijo al borde de las lágrimas.

-       Te doy un consejo – la mujer se agachó y vio al médico con ternura.

-       Sí, lo necesito urgentemente – pensó que era la forma de evitar los antojos de su marido, pero era algo muy diferente.

-       No duermas con él por lo menos 2 días seguidos – el cirujano la volteó a ver e incrédulo no se imaginaba esa clase de consejo.

-       ¿Qué?

-       Haz caso, sólo 2 días y tu problema se resolverá – el mayor vio como la anciana loca se iba, durante todo el día pensó su consejo y no supo como ponerlo en práctica, no era como si decirle a Luffy qué iba a llegar a dormir fuera lo más sencillo del mundo.

 













Al final decidió que lo haría con tal de mejorar y le marcó diciéndole que le habían pedido que asistiera a una operación muy importante en otra ciudad, qué tardaría dos días en volver, el menor rogó qué no se fuera, pero al final Law logró convencerlo de que era importante y que la vida de alguien dependía de él, al final logró su cometido y se quedó en un hotel cerca de su trabajo. Le ordenó a su asistente qué dijera que él no estaba en la ciudad y que su esposo no se enterara qué estaba trabajando.

Así Law logró pasar dos noches fuera de casa y al regresar se sentía mejor, había podido comer, había podido descansar mejor y ver a su esposo era algo que ansiaba más en la vida, al entrar a su casa lo vio sentado en el sofá comiendo de nuevo alguna cosa rara, no quiso preguntar.

Al acercarse a pesar de lo mal que se veía el platillo no sintió asco, no tuvo la necesidad de alejarse y huir de dicho aperitivo, además el malestar estomacal desapareció como obra del espíritu santo, le mandó un mensaje a Kureha pensando que era brujería y ella le comentó que no, que Luffy era una bomba de hormonas, básicamente le pasaba parte de sus malestares, las náuseas y los ascos no era culpa de la comida, eran culpa de convivir con el menor tanto tiempo y al separarse por esos dos días el cuerpo de Law se había nivelado y ahora podía actuar normal.

El cirujano pensó que esa información valdría oro si se volvía a sentir mal, así que espero que el siguiente mes no tuviera que volver a mentir, ya que estar lejos de su marido si le afectaba, pero no tanto como estar cerca de él.

Continuara…

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