XLVIII

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—¿Andrew Southern? — Preguntó Aidan al ver que ni t/n ni el hombre reaccionaban.

—Sí. — Confirmó el artista con voz ahogada, sin dejar de mirar a t/n.

Aidan sabía cómo se sentía el pintor. ¡El tampoco querría dejar de mirar a t/n! Pero la fascinación del hombre no era por el mismo motivo que la de Aidan.

Aidan había reconocido a Andrew Southern por las fotografías que había visto de él, aunque estaba más mayor, con el pelo canoso, su atractivo rostro surcado de arrugas y los ojos de un penetrante color gris. El padre de t/n. O no.

En ese momento daba igual. El hombre se había molestado en ir a Londres en persona tras recibir la carta de t/n, en lugar de limitarse a escribirla o llamarla por teléfono también era consciente de la importancia de ese gesto.

Tragó saliva, incapaz de moverse ni dejar de mirar al hombre que podría ser su padre biológico. Ninguno de los dos dejaba de mirarse.

—Claro, no eres Claudia. — Andrew Southern fue el primero en reaccionar. — Eres demasiado joven para ser ella. Pero el parecido...el parecido. — Se le quebró la voz y no pudo continuar.

—Inquietante, ¿verdad? — Dijo Aidan amargamente.

T/n sabía que era ese parecido el que había llevado a Aidan a equivocarse con ella. Y a Aidan no le gustaba equivocarse.

—Me llamo t/n. — Dijo, con voz ronca, al hombre. — ¿Recibió mi carta? —

—Sí. — Suspiró él. Tendría unos cincuenta años, era alto y atractivo y tenía unos ojos grises muy penetrantes. Los ojos de un artista, pensó t/n. Ojos que veían más allá de la apariencia de una persona y llegaban hasta el corazón. Tal y como había visto más allá de la imprudencia adolescente de Claudia...

—¿Quiere pasar? — Lo invitó tímidamente mientras abría por completo la puerta y Aidan se echaba a un lado para dejarle pasar, antes de seguirle él mismo con el retrato. ¡El retrato!

Aidan pareció interpretar los pensamientos de t/n, colocó el retrato sobre la mesa para descubrirlo y apoyarlo contra la pared, antes de volverse hacia el artista.

Andrew Southern palideció aún más, al parecer poseído por el mismo estupor que había asaltado a t/n y a sus padres cuando vieron el retrato por primera vez. Pero ese hombre era el pintor del cuadro, y conocía cada una de las pinceladas cargadas de amor, y cada tonalidad del precioso cuerpo y rostro de Claudia.

—No creí que volviera a ver este cuadro. — Murmuró Andrew Southern mientras lo contemplaba maravillado. — ¿Cómo lo conseguiste? —

—Se lo compré al sobrino nieto de Jacob Gardner tras la muerte de éste. — Contestó Aidan.

—¡Claudia! — La voz de Andrew se quebró. — Yo mismo intenté recomprárselo a Jacob después...después de que Claudia se fuera. Pero siempre se negó. —

—Nunca se llegó a casar. — Le informó Aidan.

—No. — Suspiró Andrew. — ¿Cómo podría después de haber conocido a Claudia? ¡Mi querida Claudia! — Se tapó el rostro con las manos y empezó a sollozar.

Aidan no tenía la menor duda de que el pintor había amado a Claudia con la misma intensidad y necesidad con la que él amaba a t/n. Pero por algún motivo sin explicar, Andrew había perdido a su Claudia.

¿lba Aidan a permitir que le ocurriera lo mismo con t/n?

—Lo siento muchísimo. — Murmuró t/n dando un paso al frente para apoyar su mano en los temblorosos hombros de Andrew Southern.

—¿Tú lo sientes? — El artista la miró con el rostro inundado de lágrimas. — Dejé que se me escapara esta maravillosa criatura y ¿tú lo sientes? — Sacudió la cabeza. — Debería haber hecho algo. Nunca debí... — Al fin estalló. — He pasado los últimos veintiséis años soñando con verla una vez más, con verla sonreír de esa manera, ¡con poder tenerla una vez más entre mis brazos! —

𝐈𝐧 𝐚 𝐌𝐢𝐥𝐥𝐢𝐨𝐧𝐚𝐢𝐫𝐞'𝐬 𝐁𝐞𝐝 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✔︎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora