XXXVII

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¡Al infierno con todo! Tenía dolor de cabeza de tanto pensar en ello. Evidentemente, había estado relacionada con ambos hombres, y eso era todo.

—¿T/n? — Dijo ante el silencio de ella.

—¿Qué quieres que diga? — Contestó ella con gesto cansado.

—No quiero... — Se interrumpió y respiró hondo. — Olvídalo. No voy a suplicarte. — Aseguró. Antes que eso prefería darse otra ducha fría y pasar una noche más en blanco.

T/n lo miró contrariada. No lo entendía. ¿Cómo podía querer hacerle el amor cuando pensaba que ella había mantenido relaciones con un hombre lo bastante mayor para ser su padre y con otro que podría ser su abuelo? Pero evidentemente lo pensaba. Y creía que ella se hacía la dura al rechazarle.

Ella no quería que Aidan le hiciera el amor estando enfadado, como si quisiera demostrar que era su dueño. Ésa no era forma de hacer el amor.

—Pronto estaremos casados, Aidan. — Ella suspiró. — ¿No puedes esperar? —

—¿Y por qué demonios debería hacerlo? — Aidan apretó la mandíbula.

—¡No soy un objeto que puedas tomar y dejar cuando te plazca, Aidan! — Exclamó ella.

—¡Maldita sea, nunca te he usado como un objeto! — Reclamó.

—Eso era exactamente lo que me proponías ahora. — Le contestó acalorada.

—¡Ahora mismo no te tocaría ni aunque me lo suplicaras! — Sus ojos brillaban amenazadoramente.

—Eso no sucederá. — Aseguró ella, igual de enfadada.

Si los planes de Aidan salían bien, y seguro que lo hacían, estarían casados en pocas semanas, y entonces compartirían la cama permanentemente.

[...]

—Por aquí. — La guió secamente la noche siguiente, cuando empezó a trasladar sus cosas al dormitorio de él. Sin embargo, señaló el camino a otro dormitorio, al lado del suyo, también con vistas sobre el río, y puso la maleta sobre la cama antes de girarse hacia ella.

¡Tenía peor aspecto que él! Y ése era el motivo por el que, de camino a su casa, había decidido instalarla en el dormitorio de al lado y no en el suyo.

Los dos habían tenido un día duro, había reconocido la noche anterior tras dejar a t/n en su piso y volver solo a casa para llamar a sus padres y a su hermana pequeña y comunicarles la noticia de la boda. Natalie se había mostrado entusiasta ante la rapidez con que él había decidido volver a casarse.

El anuncio del bebé, que había hecho llorar de felicidad a su madre y gritar de alegría a su hermana, le había ayudado, pero su curiosidad por la futura novia y las preguntas sobre ella que no había sido capaz de contestar, hicieron ver a Aidan que t/n y él necesitaban algún tiempo para conocerse antes de casarse.

Por lo menos fuera de la cama. Ella se sorprendió al verse instalada en la habitación de invitados.

—Después de lo que dijiste ayer, decidí que sería mejor para los dos que tuvieras tu propia habitación hasta después de la boda. — Explicó él al comprender su mirada inquisitiva.

T/n no estaba segura de cómo se sentía al respecto. Ese día era incapaz de pensar. Había dormido mal después de la despedida de la noche anterior. Aidan se fue en cuanto ella se bajó del coche.

De nada le sirvió repetirse que era lo que ella había querido. En efecto era así, pero al mismo tiempo deseaba sentir a Aidan cerca, sabiendo que era en lo único en lo que coincidían.

𝐈𝐧 𝐚 𝐌𝐢𝐥𝐥𝐢𝐨𝐧𝐚𝐢𝐫𝐞'𝐬 𝐁𝐞𝐝 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✔︎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora