Capítulo 18

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Victoria Halens

Bajo a desayunar, saludo a los tremendos de mis hermanos y luego  a mis padres. Me dan la noticia de que Nico está libre. Y me alegro bastante. Tal vez le diga a mi padre que camino al colegio me deje en su apartamento  ya que las 2 primeras horas no tengo clases.

Luego de desayunar salimos, le pido a mi papá el favor y él acepta. Me despido de mis hermanos, le doy un beso a papá y voy hasta el apartamento. Toco el timbre varias veces y al final abre, entra sin mirar.

—Gracias Marcos —dice de espalda.

—No soy Marcos —digo cerrando la puerta detrás de mi.

—Vicki —dice mirándome fijamente —¿Qué haces aquí?

—Las 2 primeras horas estoy libre —digo dejando la mochila en el sofá de la entrada.

—Entiendo —dice caminando hacia la cocina. Lo sigo y me siento en uno de los sillones altos.

—Vine a ver como estabas y a darte las gracias.

—A la orden —dice sacando  el agua del refrigerador.

—No era necesario llegar a esos extremos —digo mirando su pecho desnudo.

—Te lo dije una vez y lo repito por ti haría lo que esa —hace una pausa —y por los chicos.

—Lo recuerdo, pero...

—Pero nada Victoria,  ya le di su merecido y si tengo que volver hacerlo, lo hago —dice dándome la espalda.

Me bajo y voy hasta él. 

—Qué no se repita otra vez —digo buscándole su mirada.

—Si tengo que hacerlo ciento de veces, ciento de veces lo haré.

Nos desafiamos con la mirada. Me acerco más a él y lo abrazo. Él me corresponde. Me levanta y me coloca en la meseta. Peina mi cabello hacia atrás y mira mis labios. Las ganas de que me bese se apoderan de mi, acerco mi rostro un poco más y él une nuestros labios. Él beso es calmado, suave. Me aferro a su cuello y él me levanta. Me guía a su habitación mientras nos besamos. Me deja en la cama y yo me abro de piernas, me urge tenerlo entre ellas. Se saca el pantalón que lleva sin bóxer. Remojo mis labios, siento la garganta reseca. Sube sobre mi y me besa, desciende por mi cuello, desabrocha mis vaqueros, lo baja hasta los talones y me quita los zapatos.
Me saca las bragas. Mi respiración es agitada. Hunde su cara en mi sexo haciendo que me sobresalte. Lo hace suyo con besos, lamidas, lo succiona y repite todo una y otra vez.

—Estás deliciosa —dice entrando un dedo dentro de mi. Sube, me besa los labios. Me gusta el sabor de mis fluidos en su boca.

Entra en mi despacio, me siento llena, completa. Sus movimientos son suaves. Van aumentando poco a poco. Jadeamos. Me toma de la cintura y entra más a mi. Me encanta.

—Eres perfecta —susurra. Sonrío con los ojos cerrados. Siento su pene entrar a mi y salir. En cualquier momento acabaré en su cama. Toca mi clitoris con uno de sus dedos haciéndome jadear cada vez más.

—¿Te estás cuidando? —pregunta.

—Solo la píldora del día siguiente.

Asiente. Continúa sus movimientos. Se aferra a mi y yo a él. En un movimiento rápido.  Quedo sobre él,  empiezo a moverme lo mejor que puedo, no soy experta en esto. Pero al parecer le gusta. Jadea, gruñe y me nalguea.  Recuesto mi pecho sobre el suyo y continúo moviendo mi trasero sobre su pene. Me corro entre jadeos y el corazón a millón.  El gruñe, saca su miembro y se viene sobre mi culo y espalda. Me quedo acostada sobre él. 

Un desastre en casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora