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El perro caminó hasta la puerta principal.

-¿A dónde vas? - preguntó Samantha.

-mi trabajo aquí terminó, nos vemos Sam.

-¿De qué trabajo hablas?

-no le des muchas vueltas, mejor disfruta tu sueño, no todos los días hay un sueño vivido.

-Bien adiós, solo vienes a traer preguntas, que fastidioso eres.

-Digamos que soy alguien que te hace cuestionar las cosas, creo que eso es algo positivo. ¿No lo crees?

-¿No te ibas?

-Es verdad, adiós.

El perro salió por la puerta y Sam se quedó sola con Mario, lo miro unas segundos y pensó en toda la conversación que tuvo, ya no tenía ganas de hacer eso, se sentó un poco confundida, estaba molesta y triste, Sam se sentó y toda lo que estaba a su alrededor desapareció, ahora parecía que flotaba en el espacio, Sam, daba vueltas lentamente como si no hubiera gravedad y de la nada apareció Thiago, flotando al lado de ella, este le agarro su mano haciendo que dejara de dar vueltas, Samantha lo miró fijamente, este llevó su mano hasta su mentón y se acercaron en cámara lenta, estaba a punto de besarla, Samantha cerró sus ojos y despertó.

Ella despertó, miró a su alrededor y ya lo supo, ahora estaba despierta, se levantó de la cama y miro algo raro en su mano, era un cabello corto, era dorado, como el perro de su sueño, lo sujeto con delicadeza con sus dedos, lo miró contra la luz, efectivamente no era su mente quien le jugaba una broma, era real, así que lo guardó en un pequeño recipiente de metal, Sam se frotó sus ojos, aun tenia un poco de sueño, así que fue al baño y se miro al espejo, se tiró agua en la cara y volvió a frotarse los ojos, esta vez no vio nada raro en su reflejo, pero si escucho la voz, la voz del cadáver que decía "no engañas a nadie".

Samantha salió del baño, fingió que no escucho nada, así que fue a la cocina, se preparó el desayuno y comió.

Samantha se preparó para la escuela, ya tenía su uniforme, su mochila lista, pero antes de salir le llego un mensaje de Thiago donde le indicaba que pasaría por ella para irse juntos, así que Samantha espero a que llegara por ella, tocaron la puerta, ella sabía que era él, fue hasta la puerta y abrió, ahí estaba Thiago, en la puerta tenía una flor con él, una blanca no muy grande.

-Mira, es una bobada, se la robe a mi vecino.

-gracias - dijo sonriendo - la dejaré aquí si no te importa.

-claro que es tuya.

-Me la llevaré mejor.

Samantha salió de la casa y cerró la puerta, empezaron a caminar, Samantha tenía la flor en sus manos, la miraba demasiado.

-¿te gusta la flor? - preguntó Thiago.

-si, nadie me había dado una.

-que bueno que te guste ¿por que no te la pones en la oreja?

-¿en la oreja?

-si mira.

Thiago agarró la flor y se paró enfrente de Samantha, quien lo miraba sonriendo, él con delicadeza le puso la flor en su oreja, esta se mantuvo en su posición.

-listo.

-¿si me veo bien?

-claro, te ves muy linda... como siempre.

Samantha solo sonrió, y siguieron su camino hasta la escuela, vieron al fondo la escuela, con unos pocos estudiantes esperando a que abrieran las puertas, entres estos estudiantes estaba Sofía, que les hizo una seña desde lo lejos.

Asesino SueltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora