V

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Estornudé y agarré un pañuelo para sacar algo de mucosidad de mi cuerpo.

Me había resfriado por bañarme en la playa de noche, pero había merecido la pena.

Y tanto que sí la había merecido.

Aún recordaba el tacto de sus labios sobre los míos y acaricié mis labios en un intento de recordarlos.

Mi madre entró por la puerta con una bandeja de sopa y se sentó en la cama, a mi lado.

Yo comí y la miré, esperando a que dijese algo.

– Cariño, queremos hablar contigo yo y papá.

Asentí esperando a que siguiera.

– Voy a contarte algo ¿vale?

La miré asintiendo.

– Cuando era más pequeña conocí a Aurora y nos hicimos inseparables. Ella había empezado con un chico y entonces un día me presentaron a un amigo de él, al principio no le vi como nada más que un amigo, pero cuando crecí empecé a sentir cosas por él. Resulta que ese chico era tu padre.

La miré sin entender mientras comía.

– A día de hoy, ella sigue con aquel chico y yo, me casé con su amigo.
Descubrió que se había quedado embarazada, de Aurora exactamente, esta creció un poco y Aurora se quedó embarazada de nuevo, y yo, a la misma vez.

La miré fijamente.

– Gavi llegó unos meses antes que tú y cuando llegaste tú ella vino a verme, con Gavi.

Y entonces se levantó.

– Pero no me dejes con la intriga ahora.

– Come.– ordenó.

– ¡MAMÁ!

Desapareció por la puerta y suspiré irritada y la maldije por dejarme con la intriga de saber que seguía.

Al rato decidí que me negaba a quedarme tumbada en vacaciones, así que tras tomarme el paracetamol, me vestí y bajé al salón.

Gavi acababa de entrar por la puerta y nuestras miradas se buscaron y conectaron.

Cogí aire y me fui a donde se encontraban los mayores, que jugaban una partida de Monopoly.

Me senté y Gavi tras dejar un bolso de deporte hizo lo mismo.

Nos dejaron unirnos a la partida y supe que era buena porque la que más billetes tenía era yo.

Entonces Gavi llegó hasta una de mis casillas y me miró fijamente.

Lo miré.

– La compro.– soltó

– No puedes comprarla, no tienes el dinero suficiente.– respondí

– ¿Quién dice que no?

Levantó una tarjeta que tenía guardada de unas rondas anteriores y lo miré.

En esa ronda se exigía que todos los jugadores debían dar todo su dinero a quien tenía la tarjeta.

Estaba jodida.

Ambos nos miramos.

Y mientras nuestros padres le daban el dinero, él extendió una mano hacia mí.

Me cabreé, porque no soportaba su actitud de superioridad.

Bufé y le tiré los billetes en la cara.

– Recógelos si los quieres, Gavira.

Me sonrió, puso su lengua dentro de su mejilla y quitó mi ficha de la propiedad para poner una de las suyas.

Había ganado.

Me levanté para ir a beber agua y llené un vaso.

Estaba bebiendo cuando me giraron y unos labios entraron en contacto con los míos, que todavía tenían agua, y que resbaló por mi barbilla y mi cuello, perdiéndose por mi pecho.

– Que sea la primera y la última vez que me desafías de esa forma, Liv.

Miré a Gavi, que estaba delante de mí.

Volvió a juntar nuestros labios y entonces correspondí.

Sentí una silla arrastrarse y nos separamos mientras yo me giraba de nuevo con las mejillas encendidas y Gavi abría la nevera.

Mi padre entraba por la puerta para coger unas almendras.

– ¿No hay zumo de naranja?– dijo Gavi en voz alta para disimular.

– No.– contesté siguiéndole el rollo.

Mi padre se fue no sin antes mirarnos a ambos.

Miré a Gavi, que agarraba el tetrabrik de zumo de naranja y se echó en el vaso en el que yo había bebido.

– Ese vaso era mío.

– Tú lo has dicho, era.

Bebió y me miró.

Tragué saliva y salí de la cocina para volver al salón.

Los mayores habían empezado otra partida así que me senté para ver el móvil.

Gavi se sentó en el otro lado y empezó a hablar de fútbol con mi padre y el suyo.

– Las chicas del Barça lo están petando también ¿eh?– dijo mi padre tirando el dado.

– Y tanto.– dijo Gavi.

– ¿Te interesa o te gusta alguna?

Levanté la mirada, atenta a cualquier cosa que dijese.

– La verdad que Alexia Putellas y María León están bastante bien.

Su padre y el mío rieron, pero a mí no me hizo ni pizca de gracia.

Busqué en Internet fotos de esas chicas y me cabreé el doble al ver que eran guapísimas.

– ¿Y tú Olivia? ¿Te ha gustado algún amiguito de Gavi?– dijo Aurora.

Sentí su mirada escanearme de arriba a abajo, quemándome.

– Pues sí.

Era mi momento.

– ¿Quién?– preguntó curiosa mi madre.

– La verdad es que Eric no está nada mal y ya si tengo que hablar de Pedri...

Vi a Gavi mirar el móvil mientras sonreía.

Sabía que estaba celoso.

Más porque eran sus amigos.

Pero quien juega con fuego, con fuego se quema.

Mis padres y los de Gavi fueron a prepararse para salir.

Por lo que subí a mi habitación y busqué que ponerme.

Gavi llegó hasta mí y me agarró de la mandíbula suavemente.

– ¿Pedri y Eric eh? ¿Crees que van a poder hacerte sentir como yo?– dijo y después bajó una de sus manos por mi cadera.– Ya respondo yo por ti cariño. No. No van a estar a mi nivel en la vida.

– Quizás si me das el número de Pedri podemos averiguarlo.– dije retándole.

Gruñó y me besó con fuerza y rabia.

Correspondí mientras me llevaba hasta una pared, dejándome atrapada entre esta y su cuerpo.

Siguió besándome y entonces bajó las manos suavemente hasta llegar a mi culo para apretarlo.

Yo emití un sonido bajo y entonces se separó.

– Ni lo intentes.– dijo mirándome.

Sonreí mientras le veía echarme una última mirada y desaparecer por aquella puerta, dejándome descolocada, de nuevo.

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Aquí hay más tensión que en un cuarto de electricidad.

Gavi célameeee 🛐

𝐒𝐀𝐌𝐄 𝐎𝐋𝐃 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora