Estornudé y agarré un pañuelo para sacar algo de mucosidad de mi cuerpo.
Me había resfriado por bañarme en la playa de noche, pero había merecido la pena.
Y tanto que sí la había merecido.
Aún recordaba el tacto de sus labios sobre los míos y acaricié mis labios en un intento de recordarlos.
Mi madre entró por la puerta con una bandeja de sopa y se sentó en la cama, a mi lado.
Yo comí y la miré, esperando a que dijese algo.
– Cariño, queremos hablar contigo yo y papá.
Asentí esperando a que siguiera.
– Voy a contarte algo ¿vale?
La miré asintiendo.
– Cuando era más pequeña conocí a Aurora y nos hicimos inseparables. Ella había empezado con un chico y entonces un día me presentaron a un amigo de él, al principio no le vi como nada más que un amigo, pero cuando crecí empecé a sentir cosas por él. Resulta que ese chico era tu padre.
La miré sin entender mientras comía.
– A día de hoy, ella sigue con aquel chico y yo, me casé con su amigo.
Descubrió que se había quedado embarazada, de Aurora exactamente, esta creció un poco y Aurora se quedó embarazada de nuevo, y yo, a la misma vez.La miré fijamente.
– Gavi llegó unos meses antes que tú y cuando llegaste tú ella vino a verme, con Gavi.
Y entonces se levantó.
– Pero no me dejes con la intriga ahora.
– Come.– ordenó.
– ¡MAMÁ!
Desapareció por la puerta y suspiré irritada y la maldije por dejarme con la intriga de saber que seguía.
Al rato decidí que me negaba a quedarme tumbada en vacaciones, así que tras tomarme el paracetamol, me vestí y bajé al salón.
Gavi acababa de entrar por la puerta y nuestras miradas se buscaron y conectaron.
Cogí aire y me fui a donde se encontraban los mayores, que jugaban una partida de Monopoly.
Me senté y Gavi tras dejar un bolso de deporte hizo lo mismo.
Nos dejaron unirnos a la partida y supe que era buena porque la que más billetes tenía era yo.
Entonces Gavi llegó hasta una de mis casillas y me miró fijamente.
Lo miré.
– La compro.– soltó
– No puedes comprarla, no tienes el dinero suficiente.– respondí
– ¿Quién dice que no?
Levantó una tarjeta que tenía guardada de unas rondas anteriores y lo miré.
En esa ronda se exigía que todos los jugadores debían dar todo su dinero a quien tenía la tarjeta.
Estaba jodida.
Ambos nos miramos.
Y mientras nuestros padres le daban el dinero, él extendió una mano hacia mí.
Me cabreé, porque no soportaba su actitud de superioridad.
Bufé y le tiré los billetes en la cara.
– Recógelos si los quieres, Gavira.
Me sonrió, puso su lengua dentro de su mejilla y quitó mi ficha de la propiedad para poner una de las suyas.
Había ganado.
Me levanté para ir a beber agua y llené un vaso.
Estaba bebiendo cuando me giraron y unos labios entraron en contacto con los míos, que todavía tenían agua, y que resbaló por mi barbilla y mi cuello, perdiéndose por mi pecho.
– Que sea la primera y la última vez que me desafías de esa forma, Liv.
Miré a Gavi, que estaba delante de mí.
Volvió a juntar nuestros labios y entonces correspondí.
Sentí una silla arrastrarse y nos separamos mientras yo me giraba de nuevo con las mejillas encendidas y Gavi abría la nevera.
Mi padre entraba por la puerta para coger unas almendras.
– ¿No hay zumo de naranja?– dijo Gavi en voz alta para disimular.
– No.– contesté siguiéndole el rollo.
Mi padre se fue no sin antes mirarnos a ambos.
Miré a Gavi, que agarraba el tetrabrik de zumo de naranja y se echó en el vaso en el que yo había bebido.
– Ese vaso era mío.
– Tú lo has dicho, era.
Bebió y me miró.
Tragué saliva y salí de la cocina para volver al salón.
Los mayores habían empezado otra partida así que me senté para ver el móvil.
Gavi se sentó en el otro lado y empezó a hablar de fútbol con mi padre y el suyo.
– Las chicas del Barça lo están petando también ¿eh?– dijo mi padre tirando el dado.
– Y tanto.– dijo Gavi.
– ¿Te interesa o te gusta alguna?
Levanté la mirada, atenta a cualquier cosa que dijese.
– La verdad que Alexia Putellas y María León están bastante bien.
Su padre y el mío rieron, pero a mí no me hizo ni pizca de gracia.
Busqué en Internet fotos de esas chicas y me cabreé el doble al ver que eran guapísimas.
– ¿Y tú Olivia? ¿Te ha gustado algún amiguito de Gavi?– dijo Aurora.
Sentí su mirada escanearme de arriba a abajo, quemándome.
– Pues sí.
Era mi momento.
– ¿Quién?– preguntó curiosa mi madre.
– La verdad es que Eric no está nada mal y ya si tengo que hablar de Pedri...
Vi a Gavi mirar el móvil mientras sonreía.
Sabía que estaba celoso.
Más porque eran sus amigos.
Pero quien juega con fuego, con fuego se quema.
Mis padres y los de Gavi fueron a prepararse para salir.
Por lo que subí a mi habitación y busqué que ponerme.
Gavi llegó hasta mí y me agarró de la mandíbula suavemente.
– ¿Pedri y Eric eh? ¿Crees que van a poder hacerte sentir como yo?– dijo y después bajó una de sus manos por mi cadera.– Ya respondo yo por ti cariño. No. No van a estar a mi nivel en la vida.
– Quizás si me das el número de Pedri podemos averiguarlo.– dije retándole.
Gruñó y me besó con fuerza y rabia.
Correspondí mientras me llevaba hasta una pared, dejándome atrapada entre esta y su cuerpo.
Siguió besándome y entonces bajó las manos suavemente hasta llegar a mi culo para apretarlo.
Yo emití un sonido bajo y entonces se separó.
– Ni lo intentes.– dijo mirándome.
Sonreí mientras le veía echarme una última mirada y desaparecer por aquella puerta, dejándome descolocada, de nuevo.
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Aquí hay más tensión que en un cuarto de electricidad.
Gavi célameeee 🛐
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𝐒𝐀𝐌𝐄 𝐎𝐋𝐃 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo Gavi
Teen FictionOlivia y Gavi se conocen prácticamente desde que llevan pañales, pero ¿qué puede cambiar en cuanto Gavi se va a Barcelona?