XV

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Al día siguiente acompañé a Gavi a La Masía.

Los chicos de allí me miraban un poco raro, pero era comprensible, no tenía mucha pinta de ser de allí.

Entramos en la que era su habitación y me miró sonriendo.

– Venga, voy a colocar esto un poco.– dijo cogiendo algunas camisetas que tenía por ahí tiradas.

Me acerqué a ayudarle y entonces empecé a sentir taquicardias.

Gavi tenía un gusto de ropa exquisito, pero bastante excesivo.

Acababa de ver una camiseta que costaba 300€.

Cogí la camiseta intentando no rozarla demasiado, la doblé y la dejé encima de su cama.

Él se giró y me miró fijamente.

– ¿Qué haces?– preguntó.

– Me parece excesivo gastarte tanto dinero en ropa, Gavi.

– Me gusta comprarme ropa.– dijo mirándome.

– Y me alegra, pero ¿no crees que gastarte 200€ en una sudadera es excesivo?– pregunté mientras me cruzaba de brazos.

Soltó un suspiro.

Sabía que tenía razón.

Me acerqué y lo abracé por la cintura.

– Oye, no te enfades, ¿vale? Sabes que quiero siempre lo mejor para ti, por eso no quiero que despilfarres el dinero de esta manera.

Él no decía nada.

– Además, me daría pena hasta mancharte una camiseta si quisiera ponérmela.

Me miró con una sonrisa y puso sus manos en mi espalda baja.

Después de aquello, me aparté y miré la habitación.

Había dos camas y tenían un escritorio en cada lado.

Miré a Gavi recoger algunas de sus cosas y entonces fui hasta el otro lado de la habitación.

– Te recomiendo no tocar demasiado.

– ¿Quién vive contigo aquí?– pregunté curiosa.

– Un amigo, se llama Biel.

Asentí mirándole y sonreí.

– ¿Todos tus amigos son de La Masía?

– La mayoría, Cristo, Biel, Aleix...

– Vale, ya lo pillo.

Se echó a reír y cogió una mochila.

– A los únicos que conozco son a los del Barça de Primera y a Mario y Ale.

Asintió y me senté en su cama.

– ¿Dónde está Biel ahora?

– Tienen entrenamiento por la mañana y después a la tarde, partidos de calentamiento.

Lo miré y le vi meter cosas dentro de la mochila.

Yo miré la parte de su habitación.

– ¿Fue duro?– pregunté.

– Al principio sí, el cambio de Sevilla a Barcelona fue una gran mierda. Después empecé a acostumbrarme a la ciudad y no me pareció tan mal, entonces fue cuando les dije a mis padres de vivir aquí, y aceptaron sin problemas. La Masía fue una ayuda para mí, porque sabía que no era el único nuevo, y que todos aquí estaban para aprender y llegar al primer equipo.

Sonreí.

Estaba orgullosa de él.

– Y pensar que yo te veía en la Liara.

𝐒𝐀𝐌𝐄 𝐎𝐋𝐃 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora