Narra Gavi
El partido estaba a punto de empezar y vi a Eric llegar con una sonrisa y animándonos a todos.
– Eric, acércate un momento.– dije mirándole.
– Dime bro.
– ¿Te has enrollado con Olivia?
Él me miró y empezó a negar con la cabeza.
Cabrona. Me había mentido.
Salimos a calentar y busqué a mis padres entre las gradas.
Aunque acabé encontrándola a ella.
Y creo que iba a ponerme duro.
Llevaba una de mis camisetas con el dorsal 30 y le quedaba como un guante.
Estaba guapísima y ni siquiera había tenido la necesidad de arreglarse demasiado.
Su pelo castaño caía liso sobre sus hombros y bajaba. Creo que debía cortarse un poco el pelo.
Llevaba un pintalabios rojo que ya tenía ganas de borrarle.
Y sonreía.
Me saludó con una de sus manitas y le di una sonrisa.
Tenía que estar a tope.
Xavi nos ordenó volver a entrar y entonces me cambié de ropa.
– No te distraigas con esa morena guapa que hay por ahí viéndote.– bromeó Pedri terminando de subirse los calcetines.
– No seas estúpido, Pedri. No me distraigo tan fácilmente.
Le escuché reír. Ambos sabíamos que era mentira.
Cuando volvimos a salir al campo intenté fingir que no estaba allí.
Que no la tenía en las gradas animando y dejándose la voz para que nuestro equipo ganara, tal y como hacía antes de mi marcha.
El pitido sonó y entonces empecé a correr en busca del balón.
Estábamos a mitad del partido cuando vi el balón bajar después de un remate.
Bajé la cabeza en un intento de agarrarlo y entonces recibí un golpe.
El árbitro pitó y me senté en el suelo palpándome el ojo.
Me empecé a sentir un poco mareado y entonces me tumbé en el césped.
Me tapé la cara con mi brazo e intenté centrarme.
Pero mi cabeza daba vueltas y entonces las asistencias médicas tuvieron que entrar.
Me levantaron y entonces me llevaron a enfermería.
Estaba cabreado.
Tenía una herida cercana al ojo y encima estaba perdiéndome el partido.
Los médicos me dejaron a solas unos segundos y empecé a despotricar y maldecir.
Entonces vi a alguien entrar.
Olivia estaba allí, de pie, delante de mí.
– Dios mío.– dijo acercándose rápidamente hasta mí.
La miré fijamente.
– ¿Te duele mucho?– preguntó mirándome la herida y con un puchero en sus preciosos labios.
– Sí, me cuesta cerrar el ojo.– dije mirándola.
Uno de sus dedos pasó suavemente por la herida y cerré el ojo un poco adolorido.
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𝐒𝐀𝐌𝐄 𝐎𝐋𝐃 𝐋𝐎𝐕𝐄 +18 | Pablo Gavi
Roman pour AdolescentsOlivia y Gavi se conocen prácticamente desde que llevan pañales, pero ¿qué puede cambiar en cuanto Gavi se va a Barcelona?