Capitulo 15

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No cabe duda que Emma también estaba entre sonrojada y sorprendida.
-Que... ¿que pasa Daniel?
-El té está listo-
-Gracias, bajo enseguida.
Daniel se quedo parado, se sentía aliviado de que Emma ya estuviera en su ropa para dormir.
<<El destino... maldición que susto me he llevado, ahora... actúa como sí nada Daniel>>

Daniel había llegado primero a la cocina, donde se encontraba la tía Berenice.
-¿Y Emma?- decía la tía mientras ponía las tazas en la mesa.
-Arriba, me dijo que no tardaba en bajar- contesto Daniel ya sentándose.
-Claro... muchacho, prométeme algo- comenzó con un tono serio.
-Lo que sea.- dijo decidido el joven.
-Prométeme que vas a cuidar a Emma, sí es necesario con tu vida. ella es todo lo que tengo, aparte de su madre... Pero ella, ha estado bebiendo. Está muy triste y también quisiera que fuéramos a verla, antes de que mañana se vallan.
-Cuente con ello, no será nada difícil convencerla, ella quiere recordar su vida anterior.
-Será mejor que no Daniel- hizo una pausa mientras agachaba la mirada- le afectaría igual que cuando tenía su memoria, o quizás más.- finalizó la tía con una lágrima escapandose de sus ojos verdes pálidos.
-Su... Pa...-
Daniel no pudo completar la frase... Tenía mucha razón la tía, Emma apenas tenía dos días fuera del hospital y quería, evidentemente ayudarle.
-Ya estoy lista- dijo la jovencita con una gran sonrisa en la cara.

Ya había pasado mucho tiempo platicando, se notaba el cansancio de los tres presentes. se quedaron en un silencio.
-Muy bien jovencitos es momento de ir a dormir, puede que ustedes sean jóvenes y aguanten más, pero yo ya soy anciana y no paso de las 10
-Pues tía, tienes un récord son las 11- dijo Emma soltando una pequeña risa-
-Oh señal de que aún soy joven-
Todos los presentes comenzaron a reír, finalizando con un suspiro.
De pronto Emma tomó la mano de su tía y de Daniel.
-Los quiero mucho.
La tía Berenice se quedo sorprendida ante esas tres palabras, Daniel en cambio se sonrojó y apretó más la mano de la jovencita como una respuesta de "yo también".
Sólo se dedicaron una sonrisa y se levantaron de sus asientos para ir a sus habitaciones correspondientes.

Emma no tardó mucho en conciliar el sueño, ella sabía que era debido a que Daniel estaba con ella... Se sentía protegida.
Pero tampoco tardó en despertarse por la madrugada.
Una pesadilla... la primera de muchas.

-No- dijo entre jadeos, pero al parecer lo había dicho para ella misma, estaba sudando.
Y un ruido en la cocina la sacó de sus pensamientos.
Se levantó de la cama lentamente para no despertar a Daniel.
Bajó lentamente escalera por escalera, un escalón crujió, provocando que Daniel se medio despertara.
<<Malditos escalones>> pensó mientras bajaba el otro.
Emma llegó al último escalón, una de las ventanas de la cocina estaba abierta, provocando que el aire entrara y la tela de las cortinas se moviera. volvió a escuchar un ruido en el fregadero. pensó en tomar el bate de su tía, pero recordó la ira de la señora al tomarlo.
Decidió asomarse para ver que cosa estaba provocando el ruido, no logró ver nada por la oscuridad que reinaba y decidió acercarse al fregadero.
Un animal saltó para alejarse de Emma soltando un gruñido
-¡Rojita! Pero tonta ¿qué haces asustando a las personas?- dijo Emma en un intento de susurro.
-Gatos...- dijo Emma dando un suspiro y girandose para volver a la recámara, pero antes de qué pudiera ver quien estaba allí, ya estaba en brazos de Daniel. ¿Y cómo lo reconoció?
<<Sus abrazos son cálidos, me encanta estar con el>> pensó Emma mientras regresaba el abrazo a esa figura sin camiseta y bien marcada.
-¿Qué hacías?- preguntó el chico con una sonrisa que sólo Emma podía sentir aún estando en una oscuridad intensa.
<<Ese tono de voz de nuevo>> pensó Emma mientras le dedicaba una sonrisa
-Era Rojita y también tuve una pesadilla.
-Ya veo, aún queda noche, vámonos a dormir que mañana será un día ajetreado.
-Claro- dijo Emma intentando separarse de Daniel, a lo que Daniel cargó a la jovencita
Emma se sonrojó y lo único que pudo hacer fue pasar su mano izquierda por el cuello del chico.
<<Que suerte tengo de conocerte... gracias>> se dijo en su mente, como sí el chico la escuchara.

Empezar de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora