2- Las cosas en su lugar

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No entendía en qué mundo paralelo me encontraba. Parecía una de esas películas de chica rica con todos los privilegios posibles por el dinero que poseían sus padres. Y yo, bueno, no sabía cómo encajaba en esta historia. Todavía.

─Hola ─dije secamente y con una sonrisa impostada. Estaba deseando salir de allí cuanto antes─. Emm este lugar es increíble, pero no podré costearlo ni en un millón de años. Muchas gracias de todos modos.

Estaba a punto de tocar el botón del elevador cuando la voz chillona sonó de nuevo.

─¡Nooo! Por favor. Déjame que al menos te explique por qué necesito una compañera de cuarto.

Me detuve unos segundos sopesando si debía escucharla o largarme cuanto antes. El sonido del elevador llegando hizo que diera un respingo. Podía tomarme unos minutos para escuchar a la chica, no se veía como alguien que pudiese secuestrarme y vender mis órganos.

─Bien, pero solo cinco minutos. Esto ya es demasiado raro de por sí.

Ella sonrió y me pidió que la siguiera hasta el living, donde nos sentamos en el sofá más grande y cómodo que había probado en mi vida. Podría morir en este instante y moriría en paz por la suavidad de ese sofá.

─No sé muy bien por dónde empezar.

─Generalmente se empieza por el principio, pero como tú decidas ─contesté irónicamente.

Ella no pareció notar el desdén de mi comentario y continuó como si nada.

─Bueno, emm. Mi nombre es Lara... ─Oh no. No me refería tan desde el principio. Maldición─. Tengo 25 años. Soy licenciada en publicidad y marketing....

─Espera, espera un momento. No estás en una entrevista de trabajo. Puedes hablar como una persona normal, como si fuese que soy tu amiga y nos conocemos de toda la vida. Solo ve al grano. Por favor.

Ya casi habían pasado los cinco minutos y mis ganas de salir de ahí eran cada vez más grandes.

─Ok ok. Tienes razón. A ver... ─Se la notaba evidentemente nerviosa, casi ansiosa, tronando los dedos de su mano como tratando de calmarse─. Bueno... Hace unos meses terminé una relación y no la terminé en buenos términos. Mis padres no saben nada de esto, en realidad nadie lo sabe, ni siquiera mis amigos─. Comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación, apretando con fuerza sus manos─. No me es fácil hablar de esto, perdón.

Me acerqué un poco más hacia ella y pude ver que sus ojos estaban al borde las lágrimas, lo cual hizo que ablandara un poco mi postura.

─Oye, no tienes por qué confiarme algo que no estés lista para contar. Soy una completa extraña, no me debes nada. ─Traté de mostrarme lo más amigable posible, cosa que no se me daba muy bien.

─No. Tengo que decirlo, tengo que hacerlo. Al menos una vez. ─Esta vez fue ella quien se acercó a mí.

─Bien, bien. Di lo que tengas que decir. ─Por dentro estaba muriendo, deseaba salir de ahí cuanto antes.

Ella dio una respiración profunda y luego tomó mis manos, lo cual hizo que mi incomodidad se acrecentara.

─Mi ex novio... Él... Me pegaba... a diario.

Oh no. No pensé que la cosa venía por ahí. Había imaginado que eran puros problemas de niña rica, pero mi cerebro juzgador se había equivocado, como lo hacía la mayoría de las veces.

No sabía muy bien qué decir, y contener a alguien en una situación así tampoco se me daba muy bien. Dije lo único que me salió en ese momento, lo cual tampoco era de gran ayuda.

El dolor se paga caroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora