7- Reencuentro

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Escuchar su voz después de tantos años hizo que mi corazón se acelerara de una manera que ya conocía. Mi corazón había latido de la misma manera cuando lo conocí y en el transcurso de muchas etapas de nuestra relación, pero definitivamente no estaba preparada para este momento.

─Hola ─contesté titubeante─. Perdón por molestarte...

─Nunca podrías molestarme Fuego, lo sabes bien ─me interrumpió─. Aunque asumo que si me llamas es porque necesitas algo.

Había algo de Marco que me molestaba sobremanera y era que me conocía y me conocía demasiado. Incluso podría decirse que en muchos aspectos me conocía mejor que mi propia familia y, para mí, siendo la persona desconfiada que era, eso consistía un peligro.

─No es lo que hubiese preferido, pero te necesito ─terminé aceptando.

─Ya veo ─expresó con voz serena─. Dime dónde te encuentras y estaré allí cuanto antes.

Lo que sí no me esperaba es que tuviese el deseo de venir hacia mí con tanta prisa, pero decidí que no era momento para cuestionar sus motivaciones, puesto que la vida de mi sobrino estaba en el medio. Le pasé mi dirección por WhatsApp y en menos de media hora lo tenía en la puerta de la casa de Stacy.

Verlo fue como si alguien me hubiese golpeado fuerte y me hubiesen sacado todo el aire de mis pulmones. No podía respirar. Había cambiado mucho y no estaba segura si me gustaba del todo. Estaba unos centímetros más alto, musculoso, sus hombros más anchos, tenía algunos tatuajes en sus antebrazos y estaba bronceado, lo cual hacía resaltar aún más sus ojos azul claro. Su cabello estaba corto y engominado hacia atrás. Llevaba una camisa negra con sus mangas arremangadas, que hacían que sus tatuajes quedaran a la vista, y tenía un pantalón de vestir negro que se veía bastante caro, junto con unos zapatos que también parecían costosos.

─Wow. Cambiaste mucho ─fue lo primero que me salió decirle.

─Podría decir lo mismo de ti, ex Fuego.

Inmediatamente toqué mi cabellera ahora negra, sintiéndome más consciente de lo mucho que había cambiado.

─Mis cambios no tienen que ver con elecciones personales propias. Más bien son una forma de seguir viva ─contesté un poco molesta.

─Lo sé. Lo sé muy bien. Perdona. No fue mi intención ofenderte.

Marco se acercó y tocó un mechón de mi cabello, rozando mi rostro a la vez y logrando que mi corazón se acelerara en el proceso.

─No me ofendiste. Sabes que soy lo suficientemente fuerte como para ofenderme por algo así.

─Es verdad. Eso también lo sé. Igualmente, el negro te queda bien. Creo que cualquier color te quedaría bien Fuego.

─Gracias ─susurré un tanto nerviosa, bajando mi rostro.

Marco se acercó un poco más a mí y me tomó del mentón para que lo mirara.

─No te escondas. Amo ver tu rostro y hace mucho que no lo hago. No me prives del placer que significa para mí el observarte.

Él siempre tan poético. Era una de las cualidades que Marco tenía. No lo hacía como una forma para conquistarte, él simplemente era así por naturaleza.

─Basta Marco. Sabes que no me gusta cuando me dices cosas cursi. ─Eso no era del todo cierto, pero sabía que si él seguía con esa actitud, yo podía caer de nuevo y no era para eso que lo había llamado─. ¿Puedes entrar? Necesito hablar contigo de algo importante.

─Está bien. ─Levantó sus manos en señal de rendición─. Haré lo que tú quieras. Solo estoy aquí para servirte hermosa.

Traté de ocultar lo sonrojada que me había puesto, bajando la mirada y dándome vuelta para que Marco me siguiera, lo cual hizo porque sentía sus pasos detrás de mí muy cerca.

Subí las escaleras de entrada y abrí la puerta, dándole lugar para que él pasara primero.

─Las damas primero ─expresó con voz seductora.

─Oh vamos Marco. Estamos en el siglo XXI y yo no soy ninguna dama ─le espeté mientras pasaba, poniendo una mano en su pecho y dejándolo atrás.

─Lo eres para mí Cassandra. Además, ya sabes que soy bastante antiguo en algunas cosas.

─Créeme que lo sé. Ven. Siéntate.

Le indiqué que me siguiera hasta el living y se sentara en el sillón junto a mí. Una vez que estuvimos sentados uno al lado del otro, Marco se acercó un poco más, dejando prácticamente nada de espacio entre ambos.

─No era necesario que te acercaras tanto Marco ─expresé con un tono algo tenso. No me fiaba de mí misma al tenerlo tan cerca.

─Es que me gusta estar cerca de ti. Ya lo sabes ─susurró en mi oído.

Todas mis terminaciones nerviosas sintieron como si electricidad las recorriese, de modo que decidí levantarme del sillón o no podría concentrarme en lo que tenía que decirle y el tiempo se me estaba acabando.

─Necesito que te quedes ahí sentado por un momento y no hables. Tengo que pedirte algo importante. ─Marco me miró fijamente y asintió, así que continúe─. Hace aproximadamente una hora, mi hermano Gino vino a esta casa y se llevó a mi sobrino sin consentimiento de su madre. Gino tiene una orden de restricción y no puede entrar a la casa ni estar a diez metros de esta casa. Lo que significa que mi hermano cometió un delito y secuestró a mi sobrino.

»Gino me dejó muy en claro lo que estaba haciendo y no creo que tenga intenciones de que mi sobrino regrese. Intenté comunicarme con él, pero me bloqueó de su teléfono y la madre de mi sobrino regresará en cualquier momento. Bien sabes que dadas las circunstancias, la policía no nos ayudará, así que...

Marco no me dejó terminar.

─Necesitas que encuentre a tu sobrino ─concluyó.

─Sí ─susurré, sintiéndome como una tonta por pedirle semejante favor.

Marco se levantó del sillón y se paró frente a mí. Levanté mi rostro para mirarlo y él me tomó de la cintura para acercarme y darme un abrazo que hizo que me envolviera en su calor.

─A esta altura de nuestras vidas, ya sabes que podrías pedirme que te baje la luna y lo haría. Maldita sea lo haría.

No. No lo sabía. Nunca estuve segura de sus sentimientos hacia mí, porque yo siempre me sentí poco para él. El más deseado en la escuela, el más deseado en la universidad, el más deseado donde quiera que fuese, y luego estaba yo. No podía decir que no tuviese pretendientes, porque los tenía, y muchos; aun así, nunca me sentí lo suficientemente hermosa o lo suficientemente inteligente como para estar con él. Sentía como si estuviese fuera de su liga, y todavía lo seguía sintiendo.

Me deshice del abrazo para mirarlo a los ojos.

─Gracias. No sabes lo que esto significa para mí.

Marco me miró con esos ojos azules y juro que pude sentir como si estuviese mirando mi alma, lo cual hizo que me sintiera incómoda, así que bajé la mirada hacia sus labios. Esos hermosos y carnosos labios que alguna vez había besado. En ese momento, todas las inseguridades que alguna vez había sentido se fueron a la basura, de una manera que no lograba entender y el coraje me invadió.

Pegué mis labios a los suyos e inmediatamente él me correspondió, haciendo que mi corazón se acelerara. Introdujo su lengua en mi boca y en un segundo se encontró con la mía. La intensidad del beso era salvaje, apasionado. Llevó sus manos a mi cintura y yo puse las mías alrededor de su cuello. Luego, comenzó a bajar sus manos hacia mi trasero, mientras seguíamos envueltos en un beso que ahora estaba en mi cuello.

Justo cuando sentí que Marco empezaba a llevar sus manos hacia el borde de mis pantalones, unos pasos hicieron que me alertara, separándome de él.

─¿Qué significa esto Cassie?

Stacy había llegado, atrapándonos a Marco y a mí en el medio de una sesión de besos que estaba yendo más allá, pero lo peor era que ahora tendría que explicarle que mi hermano se había llevado a mi sobrino y que no pude hacer nada para evitarlo.

Tan solo esperaba que estuviese de acuerdo con el plan que tenía para recuperarlo. De otro modo, no estaba segura de que volviésemos a ver a Gino Jr.

El dolor se paga caroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora